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septiembre - LiahonaSud

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EL SÍNDROMEDEL POMELOCuando era una joven esposa, aprendíque el matrimonio podía ser más dulce sino centraba tanto la atención en losdefectos de mi marido.por Lola B. Waltersi esposo y yo llevábamos casados cerca de dosMaños cuando leí un artículo que recomendaba alas parejas casadas que trataran de maneraabierta y sincera los hábitos o las costumbres que lesresultaban molestas de su cónyuge. La teoría consistía enque si las parejas sabían de tales molestias, podrían corregirlasantes de que se creasen resentimientos al respecto.A mí me parecía tener sentido, por lo que hablé deello con mi esposo. Tras un poco de vacilación, estuvo deacuerdo en intentarlo.Según recuerdo, teníamos que nombrar cinco cosas quenos pareciesen molestas, y yo empecé. Tras másde cincuenta años, sólo recuerdo mi primera queja: elpomelo. Le dije que no megustaba la forma en quecomía el pomelo. En vezde cortarlo, abrirlo ysacar la pulpa con unacuchara, lo pelaba y locomía gajo por gajo. No había nadie más que yo conociesey que comiese el pomelo de ese modo. ¿Podía esperarse quepasara toda la vida, y la eternidad, viendo a mi esposocomer el pomelo de esa forma? Aunque ya las he olvidado,estoy segura de que el resto de mis quejas eran de igualimportancia.Entonces le tocó a él. Ya ha pasado más de medio siglodesde entonces, pero todavía conservo el recuerdo de laexpresión pensativa y perpleja de mi esposo. Me miró y medijo: "No puedo pensar en nada que no me guste de ti".Me quedé boquiabierta. Me volví rápidamente, puesno sabía cómo explicar mis lágrimas. Me había molestadocon él por cosas insignificantes, mientras que él no sehabía fijado en ninguno de mis hábitos particulares y, sinduda, molestos.Me gustaría poder decir que esa experiencia me curópor completo del defecto de buscar faltas en los demás,pero no fue así; aunque sí me enseñó temprano en mimatrimonio que debemos mantener en su perspectiva, ypor lo general pasar por alto, las pequeñas diferenciasque haya entre los hábitos y en la personalidad denuestro cónyuge y los nuestros. Siempre queoigo hablar de matrimonios incompatibles,me pregunto si no estarán padeciendo de loque ahora llamo el síndrome del pomelo.bibliotecasud.blogspot.combibliotecasud.blogspot.com

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