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Estudios ecologicos basicos para el manejo sustentable del coipo ...

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De estos y otros resultados obtenidos surge, por un lado, que al evaluar la aptitud deun área <strong>para</strong> esta especie, no debemos concentrarnos en <strong>el</strong> requerimiento “alimento” ydescuidar, por ejemplo, la componente “refugio-reproducción”, ya que la misma sería, eneste caso, <strong>el</strong> aspecto más limitante. Por otro lado, además de su persistencia, importa nosólo <strong>el</strong> tipo, composición y cantidad de ambientes de humedal “adecuados” sino tambiéncómo se disponen en <strong>el</strong> espacio. Esto se r<strong>el</strong>aciona con la significativa utilización por parted<strong>el</strong> <strong>coipo</strong> de las zonas de “interfase” que le permitirían cubrir en forma adecuada y eficientetodos sus requerimientos de hábitat (Merler et al., 1994).Surge en definitiva que pese a las características “generalistas” de esta especie, laaptitud de hábitat es variable, tanto en <strong>el</strong> espacio como en <strong>el</strong> tiempo y debe ser tenidaparticularmente en cuenta en la toma de decisiones de <strong>manejo</strong>, evitando considerar sólo lainformación poblacional (como tradicionalmente se ha hecho con esta y otras especies de lafauna silvestre).4.2. Estimaciones de densidad y otros parámetros poblacionales básicosEn r<strong>el</strong>ación con este aspecto surge, por ejemplo, que los métodos utilizados <strong>para</strong>estimar la densidad resultaron ser bastante prácticos (sobre todo <strong>el</strong> MDRS, de particularutilidad <strong>para</strong> realizar estimaciones periódicas a priori y sin la necesidad de capturarindividuos) y precisos (teniendo en cuenta que las diferencias observadas entre losresultados obtenidos por <strong>el</strong> MDRS y <strong>el</strong> MPC fueron d<strong>el</strong> orden de sólo 0.65 individuos/ha)(Bó y Porini, 2003)Se observó también que algunos de los métodos desarrollados y probados <strong>para</strong> laestimación de la edad y <strong>el</strong> estado general de los animales, además de prácticos, resultan desuma utilidad <strong>para</strong> evaluar si se está cazando “bien o mal”. Tal es <strong>el</strong> caso de los basados enla medición de variables r<strong>el</strong>ativamente simples, como <strong>el</strong> peso, y/o de algunos caracteresmorfocraneales de los ejemplares capturados. Este último método sería particularmenter<strong>el</strong>evante por sus posibilidades de aplicación en los “cementerios” de <strong>coipo</strong>s, fáciles dehallar en los campamentos donde se instalan los nutrieros (sobre todo los no residentes)durante la temporada de caza (Nazar Anchorena, 2004).En r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> estado sanitario, si bien todavía nuestro estudio se halla en etapasmuy pr<strong>el</strong>iminares, la prevalencia de Fasciola hepatica en <strong>el</strong> <strong>coipo</strong> sería r<strong>el</strong>ativamente baja yno así la de otros endoparásitos. Estos hechos señalarían la importancia d<strong>el</strong> <strong>coipo</strong> comoposible indicador de condiciones ambientales que favorecerían, por ejemplo, potencialesriesgos agropecuarios y/o <strong>para</strong> la salud de los habitantes rurales.Por último, aspectos tales como la importante variación en las densidades estimadasen distintos ambientes y entre ambas temporadas (rango : 0,10-4,97 individuos/ha), <strong>el</strong>predominio de individuos jóvenes y subadultos en las capturas (79% en promedio) y la<strong>el</strong>evada proporción de hembras preñadas (68% en promedio) durante la temporadaautorizada, señalarían la necesidad de replantear algunas de las modalidades de caza y d<strong>el</strong>as medidas actuales de <strong>manejo</strong> por afectar negativamente al <strong>coipo</strong> (Porini et al., 2002.b).4.3. Evaluación de las modalidades e intensidad de la cazaEn r<strong>el</strong>ación con este punto y lo expuesto precedentemente, a partir de nuestrosestudios se sugiere, por ejemplo, evitar colocar los cepos en las áreas cercanas a los nidos,tratar siempre de hacerlo a no menos de 15 cm de profundidad y evitar la caza con perros<strong>para</strong> que se capturen sólo los individuos r<strong>el</strong>ativamente más grandes. Además, se aconsejano disminuir <strong>el</strong> tamaño mínimo de “cuero” permitido (que hasta hace pocas décadas era de

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