tercera epoca revista hispano - americana num. 278 - Frente de ...
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gas ca<strong>de</strong>nas que componen la textura <strong>de</strong> nuestraalma. Gracias a esto, el afecto pue<strong>de</strong> saltar <strong>de</strong>una representación a otra, <strong>de</strong> ésta a otra y así hastallegar a una inocente cuyo paso a la concienciaesté permitido, porque su enlace con la prohibidaes remotísimo. Así penetra la emoción <strong>de</strong> contrabando,solapada, a una imagen indiferente, con lacual ya apenas si tiene que ver. Arribada a la conciencia,explota, y el espíritu en quien esto acaecese extraña <strong>de</strong> que i<strong>de</strong>as mansas que se le ocurren,lo angustien o exalten tan <strong>de</strong>smesuradamente, yhasta lo lleven a movimientos injustificados. Losbrincos y gestos absurdos <strong>de</strong> los histéricos, lasmanías, obsesiones y tristezas <strong>de</strong> los neuróticosno son, según Freud , más que esto.Esas intromisiones, súbitas <strong>de</strong> afectos y <strong>de</strong>i<strong>de</strong>as que no tienen qué ver con el curso <strong>de</strong>l pen•samiento, producen, claro está, una fragmentación<strong>de</strong> la vida intelectiva. Entran en la continuidad<strong>de</strong> una mente normal, como cuñas, y la hacen estallaren trozos ; se interponen, se interyectan entrelos miembros <strong>de</strong> una construcción intelectual,y la hacen imposible. Por eso las almas <strong>de</strong> histéricosy neuróticos viven una vida discontinua, incompatiblegeneralmente con el edificio <strong>de</strong> uni<strong>de</strong>ario unificado y resistente. Son almas disgregadasen átomos, inconexas ; almas dispersas, cuyaexistencia es un nacer y morir a cada instante,menesterosas, como efímeras, <strong>de</strong> con<strong>de</strong>nsar enesa vida instantánea toda su vitalidad. Almas inarticuladasque se expresan en interjecciones,porque ellas mismas lo son.No puedo, en este lugar, <strong>de</strong>tenerme a la consi<strong>de</strong>raciónmás <strong>de</strong>tallada <strong>de</strong> este tema. Me bastacon haber sugerido.un punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el cualse ve a España como un paisaje <strong>de</strong> histerismo, <strong>de</strong>ese histerismo étnico que a veces se ha apo<strong>de</strong>rado<strong>de</strong> todo un pueblo, que es acaso síntoma <strong>de</strong> uncontinente entero. Lo que llamamos lo <strong>de</strong> Africa,nuestra postura africana ante el universo, quizásno sea, a la postre, sino una postura histérica.El chulismo, el flamenquismo, la bravuconería,la exageración, el retruécano y otras muchas formas<strong>de</strong> expresión que se ha creado <strong>de</strong> una manerapredilecta nuestra raza, podrían muy verosímilmentereducirse a manifestaciones <strong>de</strong> histerismocolectivo.No se me oculta que al proyectar dos tipos clínicos<strong>de</strong> la patología individual -como histeriay neurosis- sobre la espiritualidad colectiva, <strong>de</strong>jan<strong>de</strong> ser enfermeda<strong>de</strong>s, en un sentido médico,Conste así. Pero se transforman en enfermeda<strong>de</strong>ssegún un sentido histórico. Conste también.De El Espectador: "Pío Baroja : Anatomía <strong>de</strong> un almadispersa", Revista <strong>de</strong> Occi<strong>de</strong>nte, S.A., Madrid, 1963.(No se olvi<strong>de</strong> que todo esto fue escrito en 1910.) [Pue<strong>de</strong>verse, <strong>de</strong>l autor: «Psicoanálisis, ciencia problemática»,ensayo <strong>de</strong> 1911 recogido en el tomo I<strong>de</strong>as y creencias <strong>de</strong>esta colección «El Arquero».]