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Escrito sin d. Sugerencias para un periodismo sin ... - Conapred

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En dEfEnSa dEL PERiOdiSmOEn el <strong>periodismo</strong> de menores luces subsisten expresiones que a más de ofensivas resultan tontas:“matan a opulento siriolibanés”, “la secta protestante”, “fiesta de lilos” o, con <strong>un</strong> dejo tragicómico, “laancianita de 54 años”. Para el caso, poco importa que Siria y líbano sean países independientes oque la pres<strong>un</strong>ta secta agrupe a millones de personas, el término lilos es <strong>un</strong>a forma supuestamentechistosa de aludir despectivamente a personas de condición homosexual y resulta de <strong>un</strong>a conmiseraciónfalsa e innecesaria considerar “ancianita” a <strong>un</strong>a persona de 54 años hoy que la forma de viday los avances de la ciencia permiten <strong>un</strong>a plena actividad a quienes rebasan esa edad.Pero tales giros son usuales y los vemos en las páginas de los periódicos o los escuchamos ennoticieros de radio. Son términos hijos de la ignorancia y el prejuicio, los recibimos en el hogar o en laescuela y los repetimos de manera mecánica, acríticamente y hasta con mala fe.El <strong>periodismo</strong> no se libra fácilmente de estas expresiones porque reflejan la formación recibidapor sus profesionales, que presionados por el tiempo, el exceso de trabajo y las exigencias dela redacción caminan siempre en el filo de la navaja. Si la brevedad es condición del <strong>periodismo</strong>,pocas veces es dable explicar o aportar contexto a las expresiones que empleamos. De ahí que seafrecuente emplear términos impropios, formas ofensivas, palabras cuyo valor y alcance no sopesamoslo suficiente.Ciertas modalidades de la discriminación tienen carácter permanente y por lo mismo las consideramosalgo normal y lo común, lo habitual, ya se sabe, no se considera noticia, no es destacabley puede resultarnos inadvertido. Pese a todo desde hace <strong>un</strong>os cuarenta años en los mejores mediosimpresos y electrónicos se combate el uso de <strong>un</strong> lenguaje discriminatorio u ofensivo <strong>para</strong> determinadosgrupos sociales. No ha sido <strong>un</strong>a lucha fácil, pues las palabras expresan tanto lo que sabemoscomo lo que simplemente creemos, son adquisiciones tempranas que en la mayoría de los casos noatraviesan por <strong>un</strong> cedazo autocrítico y se repiten y trasmiten de generación en generación.lo cierto es que el <strong>periodismo</strong>, al menos la mejor parte de él, ha librado <strong>un</strong>a larga batalla contrael lenguaje discriminatorio, la cual comenzó en Excélsior en la primera mitad de los años setenta.las publicaciones de esa casa actuaban como enemigas de cualquier huelga o de todo movimientopopular que se propusiera ejercer o ampliar los derechos constitucionales. En esos casos, se pretendíadescalificar colgando a esas huelgas o movimientos, lo mismo que a sus líderes, la etiqueta de“com<strong>un</strong>ista”, a<strong>un</strong>que estuvieran lejos de serlo. Eran los últimos estertores de la guerra fría que tuvo<strong>un</strong>o de sus principales frentes en la prensa de todo el m<strong>un</strong>do occidental, de ahí que, con interesada<strong>para</strong>noia, se llamara “com<strong>un</strong>istas” a los patriotas vietnamitas, pese a que no todos eran marxistas,13

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