Priego de Córdoba - periodicoadarve.com

La JoyaA mi entrañable amigo, José Vida, palpitanteejemplo de aquel campesino,cargado de sabiduría y templanza.Para él van estas líneas, que recordándolecobran altura y significación.JUAN DE LA CRUZ AGUILERA AVALOSLa cultura campesina, ese saber, ese predecir y entender, ese fructificary crecer; eseembellecer y ese promover entusiasmo yrecopilar emociones y rega lar a manos llenasen una naturaleza viva y en crecientecambio dulcificador y templado en la cunade la serenidad y el sosiego.La técnica, la ciencia amalgamando - yeso es así- nos ha hecho concebir un adelantoy bienestar, pero por otra parte, hemosperdido, nos han amputado el vivir deuna manera clara y sencilla, nos han arrebatadotantas cosas: un anochecer colmadode tanta vida intensa precedida por laorgía de los días bendecidos y el ajetreoinocente y alegre de tanta criatura exuberante,de todo cuanto se mueve en unaacompasada armonía, luz en derroche yclaridad medido armoniosamente sin treguani alteración. Vivir amarrados (venturosamente)a lo emocional desde un equilibradoy sostenido sosiego y paz.Mi infancia - la de cua lquier joven- estáunida irremisiblemente a la naturaleza, yde ella le quedan a uno destellos deslumbradoresy envidiables. Somos naturalezao un compendio de la misma. Conozcoal dedillo el campo, el paisaje; al águila ensu planear estremecedor, al lagarto siempreacechando la presa en los caminos; almirlo, a la flor, a los árboles y a la variedadpersuasiva de tanta criatura y especies, conlas que he tenido contacto personal. Yrenglón aparte son sus hombres, i los hombresdel campo!Para acercarse a la Joya se puede ir pordos caminos. El uno desde San Franciscoarribando el caño de los Frailes y continuarpor las escaleras que son la prolongaciónde la calle nueva. El otro se inicia en la Cruzde la Aurora hasta la fábrica - hoy desaparecidacomo ta l- de Marin, torciendo a laderecha y contados unos pasos desembocamosen el «Lavadero)); historia viva delos tiempos y su descarnada penuria, dondelos más necesitados tenían que lavara golpes sobre las rocas, con frio o calor,sus prendas. Nosotros los jóvenes veíamoscon extrañeza y confusionismo y nocomprendíamos que hubiera tanta desigualdad y humillación de unos sobreotros.Dejemos en el olvido esta especie deescarnio de la época y de «sus hombres)) yprosigamos nuestro camino, y ya pasadoel lavadero nos metemos en una (vereíya,la llamamos los andaluces de pura cepa)vereda, tan angosta y serpenteante que lasramas de los árboles que la circundabanacariciaban nuestra cara y nos dejaban elaroma y el frescor de sus frutos. En unribazo gorjeaba un ruiseñor que alegrabael día con sus cánticos aflautados. Ya estamosa punto de descender de la (era muyempinada) vereda y como en un sueñodivisamos lo que en sí es laJoya: un cuadrilátero,liso, cubierto de arboleda, llano comola palma de la mano. En ese perímetrorelativamente pequeño no falta ningún fru ­to por exótico que sea y con olores muyvariados.Pues bien, aquí se celebraba en tiemposremotos (muchos de mi edad lo recordarán)un rito en el que participaba el puebloen días festivos preferentemente. Y no eraotro que una tradición de años que consistíaen que de manos del agricultor-y previopago- te entregaban las sabrosas y frescaslechugas que se comían con pan o sin él enun ribazo o explanada. Sentados, comodigo, se hacía de aquello un rito y un espectáculoinaudito. IQue manera de sentirse ycomunicarse! iQué hacer de las cosas mássencillas! Aquí hay que buscaresa penetracióny finura de los andaluces.Hay otro suceso que marcó mi mente yque me viene a la memoria en estos momentos,y es que en el invierno se cubríatoda la Joya de nieve, formando una pistahelada, donde las aves frías por cientos locubrían picoteandoyvolando raso poraquíy por allá. ¿Se imaginan un manto blancolleno de encantadoras avecillas?Hay otro lugar co lindante con la Joya (sesi la gentileza de Adarve me es propicia lotrataremos en otro momento).La Joya, la adorable, la pródiga en variedadde olores y frutos dejó plasmado en míla imagen que hoy considero de mágica ydeslumbrante. Yo no olvido, y ello me hacemás abierto, transcendente y unido a lanaturaleza, que revive en mí retazos de vidavivida con naturalidad y entrega como nopodría ser menos ante la majestuosidaddel lugar. Que con acierto y finura la catalogaroncomo la «Joya)). Hasta Qtro día, amigos..ADMINISTRACIÓN DE LOTERÍAS Nº 3La TiñosaC/ San Marcos~ 46PRIEGO DE CÓRDOBAADARVE / N° 565-566 - 15 de Diciembre 1999 - I de Enero 2000 9