suficiente. Pienso en mis padres emigrando <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un pueblecito <strong>de</strong>l País Vasco. Creo que,en próximas generaciones, tendremos inexorablemente el estigma <strong>de</strong> la tristeza. ¡Gora latristeza! No soy yo: son las neuronas blan<strong>de</strong>adas las que hacen apología <strong>de</strong> la pena. Doy otropaso.Una pareja <strong>de</strong> ancianos están tumbados, <strong>de</strong>snudos. Los miro <strong>de</strong> soslayo y sigo con micansancio pesándome como una joroba, metiéndose en mi mochila. Me acuerdo <strong>de</strong>l agua. Lased. Nada hasta Port Ginesta. Ni una gota <strong>de</strong> agua. Tengo que dosificar. Mis piernas estánacartonadas. Creo que voy a echar los hígados… y el bazo. Avanzo sin embargo distraído porla naturalidad luminosa y reverberante <strong>de</strong> las olas, esas pequeñas cataratas que recorren losúltimos ochocientos metros. ¿¡Ochocientos!? ¿¡Sólo ochocientos!? Me crezco, levantándome<strong>de</strong> mis cenizas. Mido mis pasos, aproximadamente… cada tres pasos un metro. Ocho por tresveinticuatro. Sólo dos mil cuatrocientos pasos. El pequeño infierno al que <strong>de</strong>bo llegar no esuna utopía. Aliada, tirando <strong>de</strong> mi persona con la cuerda más corta que conozco…, mi sombrava <strong>de</strong>lante.Mi lengua es <strong>de</strong> cartón piedra y el cielo <strong>de</strong>l paladar está estucado <strong>de</strong> llagas que un poco <strong>de</strong>agua aliviarían, pero me espero para beber. Un padre con casco <strong>de</strong> moto en la mano trae asu hija tomada <strong>de</strong>l otro brazo hasta la playa, la <strong>de</strong>ja en la arena (justo don<strong>de</strong> ha muerto laúltima ola tibia) y, agachándose, espera con una genuflexión árabe que su niña <strong>de</strong> cabellosrizados y ojos azules levante un castillo con almenas. La trenza <strong>de</strong> ternura, tristeza y nostalgiaque me embarga me hace pensar que la madre <strong>de</strong> esa niña yace en una tumba <strong>de</strong> Montjuichmirando al mar, por culpa <strong>de</strong> un acci<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> tráfico. Las olas vuelcan su estruendo y los ojosazules, metálicos, fríos e inexpresivos <strong>de</strong> aquel ángel miran sin verme. Sigo avanzando,<strong>de</strong>jando una estela <strong>de</strong> dolor tras mi paso. De pronto, como en un espasmo ávido, noto elOrinoco que me solicita salida sin contemplaciones. Me separo <strong>de</strong> la orilla. No hay casi nadie.El rumor <strong>de</strong> las olas se amortigua con tan solo unos metros hacia <strong>de</strong>ntro, se apacigua, quizá.Me escondo <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l atado <strong>de</strong> tumbonas envueltas bajo una lona azul con cordones <strong>de</strong>esparto y me alivio mirando a <strong>de</strong>recha e izquierda, sin serenidad. Retorno a la frontera entrela tierra y el mar. El rumor es ahora ensor<strong>de</strong>cedor, como <strong>de</strong> trompetas <strong>de</strong> Jericó. Las olasacaban <strong>de</strong> retirarse y <strong>de</strong>jan <strong>de</strong>cenas <strong>de</strong> burbujas blancas que parecen insolentes escupitajos.Cuando quiero darme cuenta (hora y media <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el inicio), la mitad <strong>de</strong>l fin <strong>de</strong>l mundo meestá abrazando. Port Ginesta es una maravilla. Los yates se bambolean a merced <strong>de</strong> lacorriente. Hay peces largos como mis brazos rezongando junto a la quilla <strong>de</strong> un anacrónicobarco <strong>de</strong> pesca. Un velero <strong>de</strong> los anclados, mecido por el viento, se golpea testarudo contra lapopa <strong>de</strong> un ferry turístico. He llegado a mi primera meta. Lo celebro: bebo <strong>de</strong> un sorbo lamitad <strong>de</strong> la botella <strong>de</strong> agua. ¡Qué placer! Se me acerca la dicha sin resquemor: me gusta. La<strong>II</strong> <strong>Certamen</strong> <strong>de</strong> <strong>Narrativa</strong> <strong>Breve</strong> <strong>Revista</strong> <strong>Digital</strong> I.E.S. <strong>Ventura</strong> Morón 70
isa fresca me besa en los labios, en las mejillas y en toda la cara. Lanzo una mirada rápidaal horizonte neblinoso: un posible petrolero se difumina en el infinito. Sonrío tenuemente.Sin dilaciones <strong>de</strong>shago el camino, otra vez, nudo a nudo. Las fuerzas renovadas. ¡Vamos, sintregua! -me digo internamente. Ahora el sol me hiere <strong>de</strong> frente. Las nubes negras, in<strong>de</strong>cisas,finalmente se retiran. Mis pasos vuelven a ser espléndidos: dos pasos, un metro. Asíprogresaré un tercio más rápido. He <strong>de</strong> estibar las i<strong>de</strong>as en el buque <strong>de</strong> mi cabeza. Pienso enel trabajo. Cómo esparcen fatuos rumores. Debería <strong>de</strong>cirle a la cara a aquella compañera quees una profesional muy mala, pero que es mucho más mala como persona. Un <strong>de</strong>monio. Perosi uno se enfrenta a sus propios <strong>de</strong>monios, éstos huyen como el gato <strong>de</strong>l agua fría. ¡Cómo nolas había visto antes! Centenares <strong>de</strong> gaviotas apostadas en medio <strong>de</strong>l mar. Un mo<strong>de</strong>sto barco<strong>de</strong> pesca las espanta. Vulnerables, levantan el vuelo en un escuadrón muy perfilado; luegodibujan un caligrama que elucubro como la figura <strong>de</strong> un équido. Sobrevuelan mi cabezaarmoniosamente, cabalgan al unísono en una sinfonía dirigida por la varita <strong>de</strong> un imaginariodirector <strong>de</strong> orquesta. Las olas rompen en estruendo con un redoble <strong>de</strong> tambores. Imagino alviolonchelista ruso Rostropovich en medio <strong>de</strong>l mar consiguiendo que las olas bailen entreellas con pasión al son <strong>de</strong> sus cuerdas vibrantes. Estoy muy cansado. Oigo que las olas,ahora palomas blancas, me susurran con su batir <strong>de</strong> alas, y eso me enternece. Denuevo aparece, difusa entre mástiles, la torre <strong>de</strong>l Hotel Playafels. Una brasería, sin apellido.Un Rincón <strong>de</strong> Lola, sin el bar <strong>de</strong>lante. Miro a mi espalda: el Macizo <strong>de</strong>l Garraf… como undinosaurio dormido, palpitante a mi paso. Como un faquir profesional, clavo los pies con ansiaen la arena <strong>de</strong> piedrecillas. Cuando retorne al Club Náutico, ya sólo me quedará una hora <strong>de</strong>travesía. No me habrá costado tanto. Recurrente, viene a la cabeza mi padre…<strong>II</strong>I. Las olas en la tercera y última hora.He llegado al Club Náutico con un suspiro atolondrado. Siento la garganta rasposa como unrastrojo <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto. Quiero pensar que es la última hora, pero no quiero insinuar con ello misuicidio. Tengo azogue, y eso sí, se me remecen los huesos cuando veo unas chanclas y unatoalla abandonadas en la arena: me da por creer que alguien se ha quitado la vida y sucadáver aparecerá violáceo flotando ante mi vista en cualquier momento, en cualquier lugar,don<strong>de</strong>quiera que yo esté, no abandonándome la imagen <strong>de</strong>l ahogado ni en los sueños,persiguiéndome por los restos <strong>de</strong> los restos. Me tranquilizo diciéndome que el verda<strong>de</strong>rosuicida se metería en el agua con las chanclas y todo… ¡Dios, tengo las piernas insensibles!No he visto en el camino <strong>de</strong> retorno a la princesita rubia <strong>de</strong> ojos metálicos, ni su castilloacabado. Me da por pensar que todo es efímero y que vivimos como en un sueño líquido,acuoso e in<strong>de</strong>finido. El sol me ciega, me quema los ojos que me lloran. La percepción <strong>de</strong> las<strong>II</strong> <strong>Certamen</strong> <strong>de</strong> <strong>Narrativa</strong> <strong>Breve</strong> <strong>Revista</strong> <strong>Digital</strong> I.E.S. <strong>Ventura</strong> Morón 71
- Page 3:
Relatos en el I.E.S. Ventura Morón
- Page 6 and 7:
ÍndiceRelato ganadorUN HOMBRE DE B
- Page 8 and 9:
volví a verla. Ahora vivo de una p
- Page 10 and 11:
- ¿Te das cuenta de la hora que es
- Page 12 and 13:
puertas verificando que se trataba
- Page 14 and 15:
Tuvo que esperar mucho rato antes d
- Page 16 and 17:
-Habrá que comprobarlo. Si lo es r
- Page 18 and 19:
por las mejillas de la muchacha le
- Page 20 and 21: Título: UN TRÁMITE MÁSAutor: Jos
- Page 22 and 23: Intenta pensar en algo distinto. Re
- Page 24 and 25: ahora como está, descompuesto, fur
- Page 26 and 27: económico que efectuó su padre a
- Page 28 and 29: afirmar la jerarquía, destacando e
- Page 30 and 31: Esa misma noche, Laurent, aunque no
- Page 32 and 33: Título: COCOAutora Manuela Bascón
- Page 34 and 35: almacenar y cubrir todos los días
- Page 36 and 37: arbaridad. Querían alertar a todos
- Page 38 and 39: Título: ALBAÑILERÍA POÉTICAAuto
- Page 40 and 41: en la vida sin dar un palo al agua.
- Page 42 and 43: Para recuperar su autoestima acudí
- Page 44 and 45: se tornara fuego de amor eterno. Po
- Page 46 and 47: Patro desde que el mundo existía p
- Page 48 and 49: semillas. Liso, quizás de plástic
- Page 50 and 51: profunda que parece retrotraerse ha
- Page 52 and 53: que al menos ella lo creyera así y
- Page 54 and 55: tranca estaba apoyada contra la chi
- Page 56 and 57: Raquel. Y Raquel no se va con sus a
- Page 58 and 59: “Dr. Spock, mi vida ha dejado de
- Page 60 and 61: Título: LA CONVERSACIÓNAutora: Em
- Page 62 and 63: mis oídos, una se fue abriendo cam
- Page 64 and 65: sobre la mesa saca de su interior l
- Page 66 and 67: Título: ESTUDIO BREVE SOBRE LAS OL
- Page 68 and 69: Estoy culminando la primera hora…
- Page 72 and 73: olas, al entornar los ojos, es de u
- Page 74 and 75: Título: ESPEJOAutor: Javier Fernan
- Page 76 and 77: entiéndeme. Pero hijo, sigo creyen
- Page 78 and 79: de golpearte como en aquella noche
- Page 80 and 81: -La culpa la tiene tanta medida de
- Page 82 and 83: -Perdone que le pidiera que se camb
- Page 84 and 85: Nada más girarse, después de que
- Page 86 and 87: novia? No. Bueno pues cuando la ten
- Page 88 and 89: música. Yo me olvidé por completo
- Page 90 and 91: Título: LLUVIA DE RANASAutor: Davi
- Page 92 and 93: de los conductores pensaría que es
- Page 94 and 95: II Certamen de Narrativa Breve Revi
- Page 96 and 97: uscarnos aquí, es mas inteligente
- Page 98 and 99: el pueblo nunca tuvo una vida place
- Page 100 and 101: viciado aire del lugar; en cada pil
- Page 102 and 103: El balido de la pequeña cabra de p
- Page 104 and 105: ajustado a sus necesidades y a mi a
- Page 106 and 107: Me fijé en la cara fruncida y agac
- Page 108 and 109: Título: EL PREMIO DE FELISAAutora:
- Page 110 and 111: -Mira, hijo, si no hubiera segundo,
- Page 112 and 113: -Ahora yo, tata. ¡He aprobado el p
- Page 114 and 115: Jamás se habló de esa discusión
- Page 116 and 117: eclamaba las dos semanas que le deb
- Page 118 and 119: Título: TRUE ROMANCEAutor: Víctor
- Page 120 and 121:
De pronto, sentada en el sentido co
- Page 122 and 123:
tren se paraba totalmente. La parej
- Page 124 and 125:
Título: ÉXTASISAutor: Ángel Agui
- Page 126 and 127:
Érase esta virgen la bienaventurad
- Page 128 and 129:
Título: AREQUIPAAutor: Manuel Hoya
- Page 130 and 131:
occidente. Estaba harto de tratar a
- Page 132 and 133:
Título: EL REENCUENTROAutor: Manue
- Page 134 and 135:
miradas, roces, frases intencionada
- Page 136 and 137:
tenía que decidirme por una. ¿Sab
- Page 138 and 139:
Título: RAÍCESAutora: Pilar Galin
- Page 140 and 141:
Matilde, la mujer que iba una vez e
- Page 142 and 143:
porque gastaba en mí todas sus hor