II Certamen de Narrativa Breve Revista Digital I.E.S. Ventura Morón
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<strong>de</strong> los conductores pensaría que es obra <strong>de</strong> Dios. No <strong>de</strong>jarían <strong>de</strong> pensar que el alcal<strong>de</strong> siguetocando los cojones con otra bufonada. O que algún <strong>de</strong>sgraciado ha <strong>de</strong>jado caer todos losbichos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el helicóptero <strong>de</strong> Tulipán. Los juzgados recibirían cientos <strong>de</strong> miles <strong>de</strong><strong>de</strong>mandas. ¿Se pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>mandar a Dios? Seguro que sí. Alguien lo habrá intentado. Haygente para todo. Venga. Unos cientos <strong>de</strong> metros más y me salgo.Cambio <strong>de</strong> carril y meto la segunda. Hace siglos que no lo hago. Más <strong>de</strong> lo mismo. Me haparecido ver al doble <strong>de</strong> Tomás el Sádico. Esos ojos <strong>de</strong> besugo son inconfundibles. Ese rictusafilado y estúpido. Debería haber estado más gordo entonces, ya que se comía su bocadillo yel mío. Le estuve alimentando durante tres años. Cada mañana mi madre solía prepararaquellos <strong>de</strong>liciosos bocadillos y los <strong>de</strong>jaba sobre la mesa, junto a una nota. También solíaponer la misma nota en la nevera. Y en el espejo <strong>de</strong>l baño. Mi madre estaba obsesionada conlas notas. Las <strong>de</strong>jaba por toda la casa. Por la noche las arrojaba al cubo <strong>de</strong> la basura yconfeccionaba las que habríamos <strong>de</strong> ver al día siguiente. Pensaba que sin las notasolvidaríamos los bocadillos. O el asunto que fuese. Jamás se le olvidaba un bocadillo. Connota o sin nota a Tomás el Sádico no le hubiese parecido una gran i<strong>de</strong>a comerse solo unbocadillo. En la M-30 podrían poner en práctica la i<strong>de</strong>a. Cada cincuenta metros un letreroindicando la <strong>de</strong>mora hasta llegar a casa. Una vida. Dos vidas. Media eternidad. Doceeternida<strong>de</strong>s. Una infinidad <strong>de</strong> vidas eternas. Doscientos metros y llega mi salida. A aguantarsin una canción <strong>de</strong>cente que llevarme a la boca. Falta clase. Ya no se hace buena música.Subo la ventanilla. El viento ha empezado a bramar y ya no llueve. Cambio <strong>de</strong> carril. Pareceque se mueve un poco. Otro carril. Esto marcha. Segunda. Tercera. Otro cambio y ya estoyfuera. Salir <strong>de</strong> la M-30 es como abandonar un terreno minado, o un bosque oscuro y tortuoso,bañado en tinieblas. Calle O’Donnell. Bastante fluida. En quince minutos estaré aparcando elbicho. Subo el volumen <strong>de</strong>l estéreo. Daría media vida por un temazo <strong>de</strong> los Crows, pero nohay milagro. Es igual. Estoy exultante. Cada día me ocurre lo mismo. No hay variación.Después <strong>de</strong> hora y media atascado se me llena el pecho <strong>de</strong> dicha. Soy un caballo salvaje conla crin al viento y sé que es estúpido pensarlo, porque el lunes volveremos a las andadas. Ytambién el martes. Y pue<strong>de</strong> que el miércoles. Y seguro que el viernes. Pero en estosmomentos ha empezado a latir el fin <strong>de</strong> semana. La mecha comienza a ar<strong>de</strong>r y no he <strong>de</strong>preocuparme por nada en tres días. Dame un buen rock’n roll, nena. Estoy a punto. Hogardulce hogar.Abro la puerta <strong>de</strong> una casa vacía. Me <strong>de</strong>svisto en el dormitorio mientras escucho el últimodisco <strong>de</strong> los Crows. Me apetece ponerme más cómodo. Unas pantuflas. Mi camiseta raída <strong>de</strong>lMadrid. Una larga meada y a tirar con <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> la ca<strong>de</strong>na. Que corra el agua. Malgastemosel tiempo. Adiós a la semana. Otro ladrillo quemado en la incineradora <strong>de</strong>l tiempo. Las ver<strong>de</strong>s<strong>II</strong> <strong>Certamen</strong> <strong>de</strong> <strong>Narrativa</strong> <strong>Breve</strong> <strong>Revista</strong> <strong>Digital</strong> I.E.S. <strong>Ventura</strong> Morón 92