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CARITAS IN VERITATE - Avsi

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entre estos dos tipos de razón: una razón abierta a la trascendencia o una razón encerrada en lainmanencia. Estamos ante un aut aut decisivo. Pero la racionalidad del quehacer técnicocentrada sólo en sí misma se revela como irracional, porque comporta un rechazo firme delsentido y del valor. Por ello, la cerrazón a la trascendencia tropieza con la dificultad de pensarcómo es posible que de la nada haya surgido el ser y de la casualidad la inteligencia[153].Ante estos problemas tan dramáticos, razón y fe se ayudan mutuamente. Sólo juntas salvaránal hombre. Atraída por el puro quehacer técnico, la razón sin la fe se ve avocada a perderseen la ilusión de su propia omnipotencia. La fe sin la razón corre el riesgo de alejarse de lavida concreta de las personas[154].75. Pablo VI había percibido y señalado ya el alcance mundial de la cuestión social[155].Siguiendo esta línea, hoy es preciso afirmar que la cuestión social se ha convertidoradicalmente en una cuestión antropológica, en el sentido de que implica no sólo el modomismo de concebir, sino también de manipular la vida, cada día más expuesta por labiotecnología a la intervención del hombre. La fecundación in vitro, la investigación conembriones, la posibilidad de la clonación y de la hibridación humana nacen y se promueven enla cultura actual del desencanto total, que cree haber desvelado cualquier misterio, puesto quese ha llegado ya a la raíz de la vida. Es aquí donde el absolutismo de la técnica encuentra sumáxima expresión. En este tipo de cultura, la conciencia está llamada únicamente a tomar notade una mera posibilidad técnica. Pero no han de minimizarse los escenarios inquietantes parael futuro del hombre, ni los nuevos y potentes instrumentos que la «cultura de la muerte» tienea su disposición. A la plaga difusa, trágica, del aborto, podría añadirse en el futuro, aunque yasubrepticiamente in nuce, una sistemática planificación eugenésica de los nacimientos. Porotro lado, se va abriendo paso una mens eutanasica, manifestación no menos abusiva deldominio sobre la vida, que en ciertas condiciones ya no se considera digna de ser vivida.Detrás de estos escenarios hay planteamientos culturales que niegan la dignidad humana. A suvez, estas prácticas fomentan una concepción materialista y mecanicista de la vida humana.¿Quién puede calcular los efectos negativos sobre el desarrollo de esta mentalidad? ¿Cómopodemos extrañarnos de la indiferencia ante tantas situaciones humanas degradantes, si laindiferencia caracteriza nuestra actitud ante lo que es humano y lo que no lo es? Sorprende laselección arbitraria de aquello que hoy se propone como digno de respeto. Muchos, dispuestosa escandalizarse por cosas secundarias, parecen tolerar injusticias inauditas. Mientras lospobres del mundo siguen llamando a la puerta de la opulencia, el mundo rico corre el riesgo deno escuchar ya estos golpes a su puerta, debido a una conciencia incapaz de reconocer lohumano. Dios revela el hombre al hombre; la razón y la fe colaboran a la hora de mostrarle elbien, con tal que lo quiera ver; la ley natural, en la que brilla la Razón creadora, indica lagrandeza del hombre, pero también su miseria, cuando desconoce el reclamo de la verdadmoral.76. Uno de los aspectos del actual espíritu tecnicista se puede apreciar en la propensión aconsiderar los problemas y los fenómenos que tienen que ver con la vida interior sólo desde unpunto de vista psicológico, e incluso meramente neurológico. De esta manera, la interioridaddel hombre se vacía y el ser conscientes de la consistencia ontológica del alma humana, conlas profundidades que los Santos han sabido sondear, se pierde progresivamente. El problemadel desarrollo está estrechamente relacionado con el concepto que tengamos del alma delhombre, ya que nuestro yo se ve reducido muchas veces a la psique, y la salud del alma seconfunde con el bienestar emotivo. Estas reducciones tienen su origen en una profundaincomprensión de lo que es la vida espiritual y llevan a ignorar que el desarrollo del hombre yde los pueblos depende también de las soluciones que se dan a los problemas de carácterespiritual. El desarrollo debe abarcar, además de un progreso material, uno espiritual,porque el hombre es «uno en cuerpo y alma»[156], nacido del amor creador de Dios y

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