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Agosto Nº 117 - Biblioteca Virtual El Dorado

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ajo, <strong>El</strong> humo de cierta corteza de un árbol que llaman manduruala, que siempre está lleno de gusanos, cuando se quemaRervirá también para hac£T del joven un célibe obligado.En cuanto al adulterio es una de las cosas que más repugnaa la mayoría de los indios cunas, pero aún así se dan casos. Antiguamenteel castigo que el marido ofendido imponía era variado.Al ofensor se le pen;eguía por el monte hasta darlen'uerte. Sin embargo, e3Ü) a veces era imposible, dada la habi-:idad del ofensor para escapar, y entonces si se cruzaba un venado,se mataba e este animal y cargándolo al hombro se volvía;_:1 indio al poblado satisfecho y con su honor a salvo. <strong>El</strong> espíritudel ofensor anidaba en el venado muerto,Sin embargo, la manera de reaccionar del indio cuna esdiversa ante circunstancias similares. La mujer adúltem fué;ap:.dada en época remotas. Se le daba muerte a pedradas, ylo mismo se hacía si la mujer era soltera y tenía relaciones conun hombre de otra raza.En otras ocasiones se ataba cuidadosamente a la adúlteray se la sujetaba acostada en una banca de madera y con unapiedra bien afiada, el esposo ofendido desprendía cuidadosamente,capa por capa el callo plantar, quedando terminado elcastigo cuando la piel de la planta del pie quedaba fina comola de un niño recién nacido. Es lógico suponer cómo se veríapara poder caminar sin callo plantar y con la piel tenue sobrela Que cualquier ligero roce produciría un dolor insoportable.Me refería el viejo Colman que en cierta ocasión hubo unindio que sorprendió a su mujer con otro enamorado. Su reacciónfué decír a la m uj el': "Deme usted sus prendas, el anilo deoro nasal, los pendientes de oro, y demás adornos que le regalé,y váyase con el hombre. Hay muchas mujeres y yo puedo tenerotra cuando quiera para quien serán esas prendas"."En otra ocasión, sigue contándome Colman, había un famosoKantule que tenía muchos diEicípulos, más de veinte. Unode éstos, aprovechando un descuido del maestro, enamoró a lamujer. <strong>El</strong> Kantule que era el único en la comarca que conocíalas más importantes canciones, dijo al atrevido alumno: Podéismarchar, ya no riprenderá más conmigo. Fué el mayor castigoque se le podría dar a aquel alumno, pues nunca podría aprendercon un tal maeitro tan grande".Pero el indio cuna no siempre tiene tanta serenidad antesf'ituaCIones adversas. Oigamos otro relato de Colman."En cierta ocasión un indio se enteró que su mujer estabasiendo enamorada de otro hombre. Calló y sin que nadie S03-LOTU~ :A8a

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