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ese contexto es que se determina actualizar un catastro que se había realizado en 1997en el Instituto de la Mujer, junto con el interés de Julio Reyes, joven de la comuna deHuechuraba, en el contexto de su tesis profesional. Nos interesaba conocer no sólo elnúmero y tipo de organizaciones juveniles, sino más bien revisar qué está pasando conlas relaciones de género y cuál es la participación de las mujeres en esos espacios.Desde ahí surge esta investigación.Julio Reyes B., Antropólogo Social:Cuando comencé a hacer el estudio me preguntaba por qué hacerlo enHuechuraba, y definí tres razones para ello: en primer lugar, porque vivo enHuechuraba; segundo, porque soy joven y; tercero, porque existen varios estudiosenfocados desde el punto de vista masculino y no logran ver a la mujer como un sujetodiferente entre los jóvenes.Descubrí que habían muchas organizaciones juveniles, de diversa índole,funcionando en la comuna. Comencé a estudiar cómo se construían las relaciones degénero dentro de ellas. Para ello propuse dos categorías de organizaciones: Primero, lasformales, que son aquellas que tienen objetivos explícitos y un interés en común, quecorresponde a las organizaciones artísticas, culturales, musicales, de pintura y aquellasque trabajan con niños. Segundo, las organizaciones juveniles informales, que songrupos que no tienen un objetivo explícito y que funcionan con una perspectivamediática, es decir, a corto plazo.Pude observar que las relaciones de género que se establecían en esos dos tiposde organizaciones, son diferentes. En las organizaciones formales participaban másmujeres, y dentro de ellas, la mujer es más cercana al trabajo social comunitario. Ellasempezaron lentamente a tomarse y ocupar espacios públicos, históricamente construidossólo para hombres. En cambio, en las organizaciones informales, los grupos de calle ode esquina, las mujeres participaban en menor medida, puesto que no eran consideradasen la toma de decisiones. Estaban ahí como una compañera más o como un agregado.La edad de estas mujeres era mucho menor que la edad de las mujeres que participabanen organizaciones formales.Comencé a buscar una explicación del por qué las mujeres comenzaban atomarse estos espacios y encontré que las mujeres tenían un acercamiento másmaternalista al otro, participaban porque les gustaba ese tipo de trabajo, les gustabaaccionar en su mundo, hacer algo concreto. En cambio, aquellas mujeres queparticipaban en grupos informales, no le encontraban un sentido a estar paradas en laesquina, expuestas a ser catalogadas como una “callejera”, una mujer “mala”, porque noestá en casa realizando su role tradicional. El machismo estaba muy latente dentro delas organizaciones. Pensaba que en las organizaciones juveniles formales, másorientadas al trabajo social, habría menos machismo, o al menos sería de otro tipo, peroestá ahí latente. Es decir, la mujer está igualmente expuesta a no ser considerada en esteespacio.Todas estas formas de organización juvenil aparecen lentamente en el período delas protestas contra la dictadura de los años 80’, cuando los jóvenes comenzaron areivindicar su propia identidad. Luego, durante los años 90’, al comienzo de latransición a la democracia, se alejaron de la política y continuaron en otra dirección,esta vez más social. Surgieron los primeros síntomas de descontento con la democracia,comenzaron a ser rechazados, marginados y frustrados. Pero como no querían ahogarseen ese mundo, comenzaron lentamente a hacer cosas nuevas, diciendo “bueno, somosjóvenes, estamos en el presente, hagamos algo por nuestras vidas”, aunque sea por un

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