revistafebrero

agobiaban, toda tristeza, todo luto, y en
ese momento decidí que yo podía ser
luz en mi casa y en mi ciudad, me di
cuenta que podía tener una relación
personal con Dios, que no estaba sola,
que Dios era mi padre y que jamás me
iba a dejar, empecé a entender el
propósito de Dios al permitirme pasar
ese proceso y que su mano siempre
estuvo ahí.
No importa de dónde somos, lo que
tenemos, como somos, si Dios hizo un
llamado en nosotros es porque
estamos capacitados para hacerlo, Él
nos conoce tan bien que jamás nos va
a pedir algo que no tengamos, desde el
momento me tiene en esta
organización y cargo es porque Él me
esta dando las fuerzas, las
herramientas y las capacidades para
poder cumplir el propósito para el cual
he sido llamada.
Estoy tan agradecida con Dios por lo
que ha hecho en mi vida, lo que ha
hecho en mi familia, mi mamá también
sirve en un capítulo de damas y sé que
dentro de poco tiempo todo mi casa le
servirá, hemos visto como Dios se ha
ido encargando de cada una de
nuestras necesidades, de salud,
económicas y de todo tipo. Y no le
agradezco solo lo que ha hecho en mi
vida si no lo que hace en la vida de
tantos jóvenes que quizás pensaron
que no tenían solución, agradezco la
manera en que puede utilizarme para
ser canal de bendición a otros.
Puedo decir que soy parte de la gente
más feliz de la tierra, porque aunque
tenga problemas, tengo a un Dios aún
más grande; quizás sea la persona más
imperfecta y le fallo a diario, pero
reconozco que lo necesito en mi vida
para cada día tratar de hacer las cosas
correctas.
Él se ha encargado de poner sueños y
metas grandes en mi vida, y sé que con
su ayuda y en su tiempo perfecto cada
una de ellas se van a cumplir. No
encuentro una mejor manera de
agradecerle que sirviéndole y
entregándole mi vida por completo.
Todo es por y para El, el único que
merece toda la honra y gloria.