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05 - Encuentro N 1 - Nuestros buenos deseos

“Carta entre hermanos” CATEQUESIS POR CORRESPONDENCIA ENCUENTRO Nº 1 Nuestros buenos deseos Yo soy lo que veo de mí MÁS lo que no veo de mí Nosotros no somos cualquier cosa, querido hermano, somos hijos de Dios. Y ese es un Sello que tenemos adentro y que nadie nos puede quitar. Ni siquiera nosotros mismos. Ese sello divino nos hace ser personas muy valiosas para Dios, porque somos sus hijos. Si Dios nos preguntara a cada uno de nosotros: ¿Te sientes valioso por ser Mi hijo? ¿Qué le contestaríamos?

“Carta entre hermanos”
CATEQUESIS POR CORRESPONDENCIA
ENCUENTRO Nº 1
Nuestros buenos deseos
Yo soy
lo que veo de mí
MÁS
lo que no veo de mí
Nosotros no somos cualquier cosa, querido hermano, somos hijos de Dios. Y
ese es un Sello que tenemos adentro y que nadie nos puede quitar. Ni siquiera
nosotros mismos. Ese sello divino nos hace ser personas muy valiosas para Dios,
porque somos sus hijos.
Si Dios nos preguntara a cada uno de nosotros:
¿Te sientes valioso por ser Mi hijo? ¿Qué le contestaríamos?

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ENCUENTRO Nº 1: NUESTROS BUENOS DESEOS 19<br />

Paul era un mendigo que se pasaba la mayor parte del tiempo pidiendo en la<br />

puerta de la Iglesia Saint Jacques de París. Es necesario aclarar que siempre<br />

estaba acompañado por una botella de vino que tenía escondida en su bolso, y<br />

que sufría de una grave cirrosis hepática. Enfermedad producida por la<br />

bebida.<br />

Por las tardes, entraba a la Iglesia y allí se quedaba hasta que la señora<br />

encargada del cuidado de la Iglesia venía para cerrar las puertas. Ella siempre<br />

encontraba a Paul cerca del Altar y dormido en un banco por la borrachera.<br />

Un día le preguntó:<br />

— Paul, me he dado cuenta de que usted siempre entra a la Iglesia, pero la<br />

mayoría de las veces lo veo dormido durante horas. ¿Qué hace?<br />

— ¿Qué hago? Es muy sencillo. Le digo a Jesús: yo soy tu amigo Paul,<br />

vengo a visitarte porque te veo muy solo. Y me quedo con Él hasta que usted<br />

cierra las puertas.<br />

Pasó un tiempo y la encargada de la Iglesia dejó de ver a Paul.<br />

Conociendo su grave enfermedad, la señora fue al hospital para preguntar<br />

por él. Y allí lo encontró. Los médicos no le daban un día más de vida.<br />

La mujer volvió al día siguiente, esperando la triste noticia.<br />

Encontró a Paul sentado en la cama, con el rostro lleno de felicidad y<br />

completamente sano.<br />

Asombrada, le dijo:<br />

— ¡Paul! ¡Es increíble!<br />

¡No eres el mismo hombre!<br />

¿Qué pasó?<br />

— Fue esta mañana. Me<br />

sentía muy mal. De pronto<br />

vi a alguien sentado al lado<br />

de mi cama. Me sonrió y me<br />

dijo:<br />

— Yo soy tu amigo Jesús,<br />

vengo a visitarte. ¡Y me<br />

curó!

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