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Iritzia<br />

Opinión<br />

¿Deben los comerci<br />

18<br />

SI<br />

El comerciante y la satisfacción del<br />

cliente ¿qué ponemos primero?<br />

E<br />

s frecuente oír criticas infundadas,<br />

cuando no descalificaciones globales,<br />

a las empresas de distribución<br />

que se muestran favorables a abrir los<br />

festivos. Con independencia de las diversas<br />

y justificadas razones que cada empresa<br />

pueda tener para elegir su modelo<br />

de negocio, hay una razón básica que<br />

apoya la liberalización: lo pide el mercado.<br />

En este sentido las grandes empresas<br />

de distribución hacen lo que las demás<br />

empresas, sea cual sea su ámbito<br />

de actuación o su tamaño: investigan la<br />

demanda, detectan cuáles son las necesidades<br />

de sus clientes, y en función de<br />

ello definen su modelo de negocio y su<br />

estrategia comercial. Es la fórmula habitual<br />

que tiene cualquier empresario para<br />

mantenerse en el mercado, obtener beneficios<br />

y crecer. Y es lo que explica por qué<br />

unas empresas tienen éxito y otras no.<br />

En el sector del comercio minorista lo<br />

que pide el público ahora, son horarios<br />

amplios. No todo el publico, claro, pero sí<br />

una parte. Las grandes empresas de distribución,<br />

comprometidas con una estrategia<br />

orientada al cliente, están dispuestas<br />

a atender a esos consumidores que<br />

demandan horarios más amplios y para<br />

ello piden la misma flexibilidad que tienen<br />

otros sectores de los servicios, y el<br />

comercio es un servicio, para adaptar sus<br />

horarios a las necesidades de sus clientes.<br />

En una economía de libre mercado se<br />

debe respetar la libertad que tiene el<br />

consumidor para acudir o no a comprar<br />

cuando quiere o lo necesita. Igualmente<br />

respetable es la decisión del comerciante<br />

de abrir o no en festivo. Lo que carece<br />

de explicación es que los que no quieren<br />

abrir, impongan su decisión a los demás.<br />

Hay quien argumenta que no es necesario<br />

más apertura, porque al final,<br />

como el consumidor en cualquier caso<br />

necesita comprar, se adaptará a lo que<br />

haya. Esto es un error. No es el consumidor<br />

el que debe adaptarse al comercio,<br />

sino al revés. ¿De verdad pensamos<br />

que podemos hoy imponerle a alguien<br />

el cómo, dónde o cuándo gastar su dinero?<br />

Lo que el comprador no encuentra<br />

en un comercio lo buscará en otro, y<br />

si no está en su ciudad se desplazará,<br />

como de hecho está sucediendo ante las<br />

diferentes regulaciones autonómicas. Y<br />

no parece muy acertado dejar que los<br />

clientes se marchen a otro lado, pudiendo<br />

darles lo que piden.<br />

“El mercado<br />

pide la<br />

liberalización”<br />

Las empresas que demandan mayores<br />

horarios de apertura no lo hacen por<br />

capricho. Sencillamente tratan de<br />

adaptarse a una serie de cambios sociales<br />

que han modificado las pautas de<br />

actuación y los hábitos de consumo de<br />

los ciudadanos. Algo a lo que no es ajeno<br />

el hecho de la masiva incorporación<br />

de la mujer al mundo laboral, a los cambios<br />

en las estructuras familiares, a<br />

unas jornadas laborales prolongadas o<br />

con diversos turnos o a los nuevos usos<br />

en casi todos los ámbitos.<br />

El comercio también debe adaptarse<br />

a esas circunstancias, no puede quedarse<br />

anclado en las costumbres del pasado.<br />

Hoy, un consumidor atareado y exigente,<br />

que combina largos desplazamientos y<br />

horarios de trabajo prolongados con responsabilidades<br />

familiares, y a quien le<br />

gusta administrar libremente su tiempo<br />

y su ocio, tal vez preferirá comprar un<br />

domingo en compañía de la familia. Incluso<br />

puede que ése sea su único día para<br />

poder hacerlo tranquilamente.<br />

Eso no supone obligar a nadie a cambiar<br />

sus horarios. Lo que propugnamos es<br />

flexibilidad y libertad para que las múltiples<br />

necesidades de una sociedad muy<br />

compleja y variada puedan tener satisfacción.<br />

En un momento en que Internet<br />

permite comprar en cualquier sitio y en<br />

cualquier momento, en que existen las<br />

farmacias 24 horas, en que se han impuesto<br />

las tiendas de conveniencia, en<br />

que los jóvenes convierten la noche en<br />

día, en que en las grandes ciudades se<br />

trabaja a cualquier hora en cada vez más<br />

sectores, en que cada día se crean más<br />

servicios para nuevas y variadas demandas<br />

sociales, facilitar el hecho de comprar<br />

es de una lógica aplastante.<br />

Tan lógico es, que cualquier festivo<br />

en que se permite la apertura comercial<br />

los centros se llenan de compradores.<br />

Probablemente esa sea una de las razones<br />

por las que muchos intentar impedirlo:<br />

el éxito. La oposición a una mayor<br />

apertura puede ser una forma soterrada<br />

de querer penalizar a las empresas que<br />

han sabido conectar con una necesidad<br />

del público.<br />

Y es que en el caso del comercio,<br />

cualquier innovación que aportan las<br />

grandes superficies, dando facilidades<br />

al consumidor es objeto de crítica por<br />

sus competidores. Quizás sería más<br />

positivo para todos, también para el comercio<br />

más tradicional, tratar de mejorar<br />

y potenciar sus ventajas competitivas,<br />

que tiene muchas, con el fin<br />

de extraerles mayor rentabilidad y<br />

atraer más clientes. Al final, la receta<br />

del éxito es la misma para todos: hay<br />

que orientar nuestra estrategia hacia el<br />

cliente. Su satisfacción, si la logramos,<br />

será también la nuestra.<br />

Fernando Olascoaga<br />

Secretario General<br />

de la Asociación<br />

Nacional de Grandes<br />

Empresas de<br />

Distribución (ANGED)

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