JOSÉ

Extraordinary Life
o como deseen llamarse, son a todas luces
más representativas de los valores racistas,
xenófobos e incluso fascistas que comparten
algunos grupos de aficionados europeos.
Sin alguna suerte de escala se enlista la no
convocatoria del jugador de origen argelino
Karim Benzema —presuntamente por motivaciones
racistas—, polémica que se sumó al
descontento generalizado de los ciudadanos
franceses contra la reforma laboral, esto en
pleno certamen europeo y siendo el país anfitrión
(Francia), o la humillación a la que fueron
sujetos cuatro niños gitanos por parte de un
grupo de ingleses en la comunidad de Lille,
luego de lanzarles monedas en la calle.
A ello se añadía a las peleas callejeras libradas
horas antes; los actos violentos y los
comentarios racistas de neonazis que le valieron
a Rusia -sede del próximo Mundial- la
descalificación suspendida; y los alemanes de
ultraderecha rastreados por las policías locales
a razón de comportamientos similares.
Todo lo anterior enmarcado en una crisis
social resultado de la emergencia inmigratoria,
una crisis política derivada del Brexit y una
de seguridad, ejemplificada por los atentados
en Francia, Bélgica, Turquía y el asesinato de
la diputada laborista Jo Cox, en Reino Unido.
Las realidades son distintas, diametralmente
distintas… pero no se debe olvidar
que el fútbol, como espacio para la catarsis,
es también el lugar común para desfogar los
problemas más profundos de las sociedades,
mismos que no se resolverán con una campaña
mediática sino con una reflexión sobre
los valores que están siendo reproducidos en
ataques mortales, y permitidos, dada la impunidad
imperante en ciertos sectores difícilmente
fiscalizables.
FÚTBOL
HOOLIGANS
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