30.08.2016 Views

America en la Profecia por Elena White

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

manuscritos. Se descubrieron decretos conciliares de los que nunca se había oído hab<strong>la</strong>r hasta<br />

<strong>en</strong>tonces y que establecían <strong>la</strong> supremacía universal del papa desde los primeros 67<br />

tiempos. Y <strong>la</strong> iglesia que había rechazado <strong>la</strong> verdad, aceptó con avidez estas imposturas. (Véase el<br />

Apéndice.) Los pocos fieles que edificaban sobre el cimi<strong>en</strong>to verdadero (1 Corintios 3:10, 11)<br />

estaban perplejos y trabados, pues los escombros de <strong>la</strong>s falsas doctrinas <strong>en</strong>torpecían el trabajo.<br />

Como los constructores de los muros de Jerusalén <strong>en</strong> tiempo de Nehemías, algunos estaban <strong>por</strong><br />

exc<strong>la</strong>mar: "Las fuerzas de los acarreadores se han <strong>en</strong>f<strong>la</strong>quecido, y el escombro es mucho, y no<br />

podemos edificar el muro." (Nehemías 4: 10.) Debilitados <strong>por</strong> el constante esfuerzo que hacían<br />

contra <strong>la</strong> persecución, el <strong>en</strong>gaño, <strong>la</strong> iniquidad y todos los demás obstáculos que Satanás inv<strong>en</strong>tara<br />

para det<strong>en</strong>er su avance, algunos de los que habían sido fieles edificadores llegaron a desanimarse;<br />

y <strong>por</strong> amor a <strong>la</strong> paz y a <strong>la</strong> seguridad de sus propiedades y de sus vidas se apartaron del fundam<strong>en</strong>to<br />

verdadero. Otros, sin dejarse desal<strong>en</strong>tar <strong>por</strong> <strong>la</strong> oposición de sus <strong>en</strong>emigos, dec<strong>la</strong>raron sin temor:<br />

"No temáis de<strong>la</strong>nte de ellos: acordaos del Señor grande y terrible" (vers. 14), y cada uno de los que<br />

trabajaban t<strong>en</strong>ía <strong>la</strong> espada ceñida. (Efesios 6:17.) En todo tiempo el mismo espíritu de odio y de<br />

oposición a <strong>la</strong> verdad inspiró a los <strong>en</strong>emigos de Dios, y los siervos de él necesitaron <strong>la</strong> misma<br />

vigi<strong>la</strong>ncia y fidelidad. Las pa<strong>la</strong>bras de Cristo a sus primeros discípulos se aplicarán a cuantos le<br />

sigan, hasta el fin de los tiempos: "Y lo que os digo a vosotros, a todos lo digo: ¡Ve<strong>la</strong>d!" (S. Marcos<br />

13: 37, V.M.)<br />

Las tinieb<strong>la</strong>s parecían hacerse más d<strong>en</strong>sas. La adoración de <strong>la</strong>s imág<strong>en</strong>es se hizo más g<strong>en</strong>eral. Se<br />

les <strong>en</strong>c<strong>en</strong>dían ve<strong>la</strong>s y se les ofrecían oraciones. Llegaron a prevalecer <strong>la</strong>s costumbres más absurdas<br />

y supersticiosas.<br />

Los espíritus estaban tan completam<strong>en</strong>te dominados <strong>por</strong> <strong>la</strong> superstición, que <strong>la</strong> razón misma<br />

parecía haber perdido su poder. Mi<strong>en</strong>tras que los sacerdotes y los obispos eran amantes de los<br />

p<strong>la</strong>ceres, s<strong>en</strong>suales y corrompidos, sólo podía esperarse del pueblo que acudía a ellos <strong>en</strong> busca de<br />

dirección, que siguiera sumido <strong>en</strong> <strong>la</strong> ignorancia y <strong>en</strong> los vicios. Las pret<strong>en</strong>siones papales dieron<br />

otro paso más cuando <strong>en</strong> el siglo XI el papa Gregorio VII proc<strong>la</strong>mó <strong>la</strong> perfección de <strong>la</strong> iglesia<br />

romana. Entre <strong>la</strong>s proposiciones que él expuso había una que dec<strong>la</strong>raba que <strong>la</strong> iglesia no había<br />

errado nunca ni podía errar, según <strong>la</strong>s Santas Escrituras. Pero <strong>la</strong>s pruebas de <strong>la</strong> Escritura faltaban<br />

para apoyar el aserto. El altivo pontífice rec<strong>la</strong>maba además para sí el derecho de deponer<br />

emperadores, y dec<strong>la</strong>raba que ninguna s<strong>en</strong>t<strong>en</strong>cia pronunciada <strong>por</strong> él podía ser revocada <strong>por</strong><br />

hombre alguno, pero que él t<strong>en</strong>ía <strong>la</strong> prerrogativa de revocar <strong>la</strong>s decisiones de todos los demás.<br />

(Véase el Apéndice.)<br />

33

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!