Carlos Agustín

Bahía de Ha Long
A tan solo 3 horas en coche, se alcanza
la fabulosa bahía de Ha Long, paisaje soberbio
de islas escarpadas con formas intrigantes,
donde el mar es un espejo que refleja los
acantilados mediante su color jade.
Se aborda el Ginger Cruise de
Heritage Line, uno de los más elegantes
con lujosas cabinas y un excelente chef. El
desembarque es en la gruta de la sorpresa, y
la tarde invita a un paseo en kayak a través de
un pueblo flotante de pescadores. La cena se
anima con una clase de cocina y los platillos
desfilan con sus sabores fascinantes.
Al siguiente día, el amanecer es
espectacular y lleva a una playita donde se
sube a un mirador para disfrutar un paisaje de
cuento de hadas, mientras que la navegación
sigue entre islas y acantilados. La fábrica de
perlas es interesante y al regresar a Hanói y al
hotel Metropole, vale la pena ir al teatro
Bong Sen para asistir al show tradicional de
marionetas sobre agua, mismo que nació a raíz
de esa vida castiza en los arrozales inundados.
Hue
Capital hasta 1945, Hue se extiende a
lo largo del río de los Perfumes y el hotel La
Residence de MGallery Collection Accor,
invita a penetrar en el pasado. La ciudad imperial
amurallada recuerda a la prohibida Beijing con su
estilo chino, dragones, tejas y recintos de diferentes
palacios.
Aunque fue muy destruida durante la
guerra –por su cercanía con la división del norte
y del sur–, Hue ha sido restaurada parcialmente.
Se descubre la torre de la bandera, la puerta Ngo
Mon, el recinto de las urnas de las nueve dinastías
bellamente labradas, los nueve cañones sagrados,
el fastuoso palacio Thai Hoa, la ciudad prohibida
púrpura (Tu Cam Thanh), el museo y el teatro.
En lancha se navega por el río de los
Perfumes para alcanzar la pagoda Thien Mu
(Dama Celestial), edificada por el fundador de la
dinastía Nguyen en 1601, con su torre hexagonal
cuyos siete pisos están dedicados a las apariciones
humanas de Buda. Aquí se alberga el coche que
llevó a Saigón al monje Thich Quang Duc, primer
monje budista a inmolarse por fuego en 1963 en
protesta contra el régimen del sur. A lo largo del río
se encuentran las tumbas de los emperadores hasta
llegar al mausoleo del emperador Minh Mang, de
concepto arquitectónico chino, construido en 1840,
con una extensión de 18 hectáreas y 40 edificios
que son palacios, templos, patios y anexos. Es un
exquisito paseo para admirar el arte en medio de la
naturaleza y el maravilloso pabellón de las estelas.
Montañas de Mármol
Hoi An
La carretera se dirige hacia el sur
y transita el Paso de las Nubes ofreciendo
una vista espectacular sobre la bahía de
Da Nang, dentro de la cual surge una
ciudad de torres modernas sin arquitectura
definida, caótica, con un inmenso puente
en forma de dragón y otro futurista. Solía
ser la famosa Tourane de los franceses
donde desembarcaron los Marines en 1965
y construyeron su base. La famosa China
Beach está ahora bordeada por hoteles de
cinco estrellas y campos de golf.
Se visitan las Montañas de
Mármol, que cuenta con 5 picos de
mármol y una cantera en medio de la
llanura. Aquí, un elevador permite subir
a Thuy Son, el único pico accesible que
encierra una serie de grutas y templos que
mezclan el budismo y el hinduismo con el
taoísmo. Su laberinto de grutas sorprende
con ceremonias, estatuas de Budas y dioses
en rincones escondidos donde penetraban
rayos de luz. En una de las cavernas, un
hoyo en el techo –provocado por una
bomba– deja penetrar la luz.
Las tres calles antiguas a la orilla
del río son el corazón de Hoi An, sus
viejas casas han sido transformadas en
tiendas o restaurantes para darle una vida
muy agradable. Su mercado se llena con
pescados, verduras y artesanía. Además,
el templo chino de 300 años de edad y el
vietnamita de 200 son hermosos y místicos;
mientras que el encantador puente japonés,
cubierto con su templo budista, es la gran
atracción.
En el río Thu Bon, donde se pesca
con las redes chinas, es posible navegar
para observar la vida tradicional de los
arrozales. Hoi An había sido puerto desde
el siglo I e importante centro de comercio
en los siglos XV y XIX, lo que atrajo chinos,
japoneses, holandeses e indios; cada uno
instalaba su barrio, pero los japoneses
construyeron su puente hace 400 años
porque vivían del otro lado del arroyo. Su
importancia decayó cuando la barra se
cerró y los navíos no llegaban al pueblo.
Un paseo en bicicleta permite
recorrer los arrozales, visitar el Tra Que
Vegetable Village, los pueblos cercanos
y la playa; al tiempo que el lujoso
hotel Alma Courtyard aparece como
uno de los mejores refugios.
Más allá de Hoi An empieza el
sur con las playas de Nah Thrang, las
montañas de Dalat, Saigón y el delta
del Mekong, otra fabulosa aventura.
Los tesoros del norte son una
belleza y la gente es encantadora. La
cocina seduce y Vietnam queda como
un país que hechiza y se impregna en el
alma del viajero, dejando una huella de
riqueza cultural, historia y admiración.
Un gran país donde la Bahía de Ha
Long, la ciudad imperial de Hue, el
pueblo de Hoi An y las montañas de
Sapa, son imprescindibles.
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