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"El retorno a la oralidad"<br />
(Un comentario acerca del Slam Poético en México)<br />
Recientemente el Círculo de Lectores de la UAM Azcapotzalco, fundado por<br />
Gabriela Martínez Hernández y David de la Cruz Marín, nos invitó a la segunda<br />
edición del Slam Poético UAM-A. Entusiasmados por esta nueva clase de poesía,<br />
hemos publicado a los tres primeros lugares con el ánimo de incentivar este tipo de<br />
iniciativas universitarias. Es por ello que, participando todavía de ese entusiasmo,<br />
hemos decidido presentarles, de manera breve, un comentario acerca de este<br />
nuevo género poético que últimamente ha cobrado mucha fuerza en México.<br />
Cierta ocasión Octavio Paz (no el crítico de arte ni el sociólogo, ni mucho menos el<br />
intelectual acérrimo y amigo del poder por cuántos años) atinó a decir que en la<br />
poesía mexicana uno puede escuchar ciertos "murmullos" que no provienen<br />
precisamente del castellano sino de lenguas afines a nuestra geografía o a nuestra<br />
historia, tal es el caso del dialecto náhuatl y el idioma inglés. Desde luego, podemos<br />
intuir que estas observaciones, en Paz, implicaban más un coqueteo con la poesía<br />
de T.S. Eliot y de Walt Whitman que una insinuación a una de las corrientes poéticas<br />
de mayor presencia en nuestro país hoy día: la poesía chicagüense.<br />
Debo aclarar que, con lo antes dicho, no pretendo alinearme a ninguna postura en<br />
particular, antes bien pretendo fundar un lugar común entre la tradición y la<br />
vanguardia que nos permita entender las deudas que el Slam ha contraído y los<br />
prejuicios que deberá romper para consolidarse como un género serio no ya ante el<br />
juicio de los cánones, sino ante el implacable discurrir del tiempo.<br />
Entrados en materia, debemos reconocer que la característica más noble, pero<br />
también la más vulnerable del Slam radica en su espíritu amateur e informal (en el<br />
sentido menos peyorativo de la palabra), debido a que vuelve imposible reunir sus<br />
tantas voces bajo una misma bandera estética o temática. Esto ha propiciado que<br />
el Slam sea considerado una subcultura por los cánones, pero también ha<br />
permitido la emergencia de un espacio creativo dispuesto a reinventar nuestra<br />
noción de poesía. He aquí un espacio para la representación, la disrupción e<br />
incluso, para la improvisación. No obstante, lo verdaderamente grato de este<br />
género ha sido la forma en que nos ha devuelto al ejercicio de nuestra oralidad.