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NOVIEMBRE <strong>2016</strong>, AÑO I<br />
REVISTA MENSUAL<br />
DISTRIBUCIÓN GRATUITA<br />
<strong>Trinchera</strong><br />
<strong>Literaria</strong><br />
Literatura como arma<br />
libertadora del hombre<br />
Tlacaélel<br />
Poesía Argentina<br />
Marcelo Baez<br />
Ganadores del Segundo Slam<br />
Poético UAM-Azcapotzalco<br />
José O./ La Nieta N./ Adrián R.
<strong>Trinchera</strong><br />
<strong>Literaria</strong><br />
Redacción<br />
Rubén D. Ramírez<br />
Martínez<br />
Tlacaélel<br />
Editor de Poesía<br />
Ramón Miranda Zavala<br />
Directora Ejecutiva<br />
Josselyne Fernández<br />
Pastrana<br />
Editor en Jefe<br />
Gerardo Reyes Vaca<br />
Todas las ilustraciones contenidas en<br />
esta publicación poseen licencia gratuita.<br />
ISBN en trámite.<br />
número<br />
4
Sumario<br />
(<strong>Cuarto</strong> número)<br />
Cuento<br />
Yael y el nahual…………….............................................................................1<br />
(Carla Alejandra Cedillo Serrano)<br />
Las hambres…………………………………....................................................6<br />
(Remington)<br />
Poesía<br />
Siglo de las luces...……...................................................................................8<br />
(Ramón Miranda Zavala)<br />
Estuve con un ángel..........................................................................................9<br />
(Marcelo Baez)<br />
Sumidero…………………………...................................................................10<br />
(Isaac Vaca Piña)<br />
Segundo Slam Poético UAM Azcapotzalco..........................................................11<br />
(José Orea Oropeza, La Nieta Nina, Adrián Rangel)<br />
Análisis<br />
Literatura como arma libertadora del hombre parte I/II……………………………………..19<br />
(Tlacaélel)
Yael y el<br />
nahual<br />
Salvador Balbuena<br />
Hace ya algún tiempo existió en un<br />
recóndito paraje de Oaxaca una aldea<br />
llamada Teollin. Este era un pequeño<br />
paraíso donde la naturaleza les<br />
proveía todo lo que necesitaban para<br />
vivir. En este lugar todos conocían a<br />
todos y se apoyaban como una gran<br />
comunidad. En Teollin a los niños,<br />
desde pequeños, se les enseñaba que<br />
habían nacido para una misión y un<br />
propósito en la vida, todos los<br />
esfuerzos que se hacían esta aldea<br />
iban encaminados a ese sólo fin.<br />
En Teollin vivía Yael quien desde<br />
pequeño descubrió lo que sería su<br />
mayor pasión en la vida: se le reveló el<br />
don maravilloso la curación y decidió<br />
usarlo con los animales. Así, a<br />
cualquier sitio al que iba, siempre lo<br />
rodeaban los animales. Éstos eran sus<br />
amigos, jugaba y convivía con ellos.<br />
En Teollin existía un pequeño consejo<br />
de ancianos quienes decidían las<br />
enseñanzas que debían recibir los más<br />
pequeños, estas enseñanzas siempre<br />
estaban encaminadas al propósito de<br />
cada uno de ellos en la vida.<br />
Yael, a pesar de que era un pequeño<br />
muy tímido o que creía serlo, pidió al<br />
consejo de ancianos una reunión,<br />
para pedirles le enseñaran todo lo<br />
relativo a los animales.<br />
Él quería desde su temprana edad<br />
aprender todo lo que tuviera que ver<br />
con los animales. Para el consejo de<br />
ancianos aquello fue una petición<br />
inusual porque a los pequeños se les<br />
enseñaba a lo que se iban a dedicar<br />
después de los 15 años, antes de esta<br />
edad se le enseñaba todo lo relativo a<br />
la aldea como era construir cabañas,<br />
cazar, la agricultura, la historia de sus<br />
antepasados y, de igual forma, a<br />
amar y respetar a la naturaleza. Les<br />
enseñaban a dar las gracias por las<br />
cosas que tomaban de la naturaleza<br />
porque sabían que nada les<br />
pertenecía.<br />
El consejo de ancianos tomó al fin<br />
una decisión: le ensañarían todo lo<br />
relativo a los animales, pero no sin<br />
que antes subiera a lo alto de la<br />
montaña donde habría de<br />
encontrarse con la presencia de sus<br />
antepasados y tener un encuentro<br />
consigo mismo.<br />
1
Los ancianos le dijeron que<br />
necesitaba subir a lo más alto de la<br />
montaña y adquirir un compromiso<br />
para cuidar y proteger a la madre<br />
tierra, de modo que si en sus sueños<br />
se encontraba con que la misión que<br />
él tenía que cumplir era la de cuidar a<br />
los animales y si sus antepasados y los<br />
guardianes de esos lugares le daban<br />
su bendición, no serían ellos quienes<br />
pusieran objeción alguna.<br />
Así se dirigió hacia la montaña, pasó<br />
allí tres días, arriba, reconectándose<br />
con sus antepasados y pidiéndole<br />
permiso a los guardianes. Durante sus<br />
sueños se veía a sí mismo<br />
acompañado siempre de un lobo.<br />
Tenía la percepción de que el lobo lo<br />
seguía a todos lados como<br />
acechándolo. Al bajar de la montaña,<br />
los ancianos le preguntaron si aún<br />
quería lo mismo, y Yael les contestó<br />
que estaba aún más seguro que antes<br />
de que cuidar de los animales era lo<br />
que él quería.<br />
Entonces los ancianos, después de<br />
platicar con él de lo que había<br />
sucedido en la montaña, decidieron<br />
que enseñarle todo lo que sabían<br />
sobre los animales y así, su corta edad<br />
de diez años, inicio su aprendizaje. El<br />
tiempo transcurrió y a para sus quince<br />
años, él ya había aprendido todo lo<br />
que los ancianos podían enseñarle<br />
acerca de los animales.<br />
Con todo, él sabía que todavía tenía<br />
mucho que aprender, sobre todo por el<br />
amor que les tenía.<br />
Además, su curiosidad era inmensa y<br />
quería seguir aprendiendo cosas nuevas.<br />
Aprendió también sobre plantas porque<br />
sabía que éstas podían servirle para<br />
curar, sobre todo cuando le traían<br />
animales con heridas graves o muy<br />
enfermos.<br />
De este modo, Yael se hizo famoso en<br />
Teollin y en varias aldeas de los<br />
alrededores por la dedicación con la que<br />
hacia su trabajo y también por que solía<br />
compartir sus conocimientos con<br />
aquellos que estuvieran dispuestos a<br />
aprender. Acostumbraba enseñarles a<br />
los aldeanos como cuidar de sus<br />
animales con tal recurrencia que su<br />
trabajo llegó a ser casi un juego de todos<br />
los días. Disfrutaba tanto haciéndolo que<br />
su pasión contagiaba a los de su<br />
alrededor y era toda una inspiración para<br />
su aldea, que deseaban también<br />
encontrar su pasión en la vida.<br />
Muchos años después de que Yael<br />
encontrara su misión, era más común ver<br />
a los niños haciendo la misma petición al<br />
consejo de los ancianos, la mayoría<br />
inspirados por Yael. Algunos pedían<br />
aprender todo sobre las plantas, otros<br />
pedían aprender la curación con las<br />
personas, algunos más acerca de la<br />
historia de sus antepasados para que<br />
ésta no fuera olvidada. Otros más,<br />
decidían enseñar su dialecto y así como<br />
Yael muchos otros niños en Teollin en-
-contraron su propósito en la vida.<br />
Sin embargo, Yael no sólo se dedicaba a atender a los animales, sino que<br />
también solía acogerlos, sobre todo a aquellos que solía encontrarse en el<br />
bosque enfermos o heridos para cuidarlos con dedicación. Su casa era más<br />
bien como un refugio en el que siempre había alimento y agua para los<br />
animales. Los aldeanos ya estaban acostumbrados a ver todo tipo de animales<br />
desfilar hacia la casa de Yael donde sabían podían encontrar un lugar seguro<br />
aunque sólo fuera para descansar.<br />
Con el tiempo, se acostumbró a salir todos los días a recorrer los senderos que<br />
rodeaban a su aldea y las aledañas. En sus recorridos solía observar la<br />
naturaleza, recolectar plantas y curar a los animales que pudieran estar<br />
enfermos o heridos. Muchas veces fue visto por los aldeanos en algún camino<br />
platicando con los animales.<br />
Pero una noche con luna azul en la que Yael iba dar su recorrido habitual, uno<br />
de los ancianos le advirtió que era mejor no salir porque venía una fuerte<br />
tormenta. Además, le dijo, durante las noches de luna azul los bosques<br />
escondían secretos que ni ellos habían sido capaces de descifrar aún.<br />
3
Pero Yael le contestó que ya había<br />
tomado todas las precauciones<br />
necesarias y de ser necesario se<br />
quedaría acampar.<br />
llevaba suficientes provisiones por si no<br />
regresaba el mismo día. Así se fue a su<br />
recorrido por sus senderos habituales.<br />
ya casi había terminado su recorrido y<br />
estaba decido a regresar cuando la<br />
tormenta se desató.<br />
Era la tormenta más fuerte que habían<br />
tenido en mucho tiempo, y Yael no<br />
encontró lugar donde refugiarse.<br />
Pronto, con la tormenta tan fuerte, y a<br />
pesar de que la luna iluminaba la noche,<br />
no fue capaz de identificar el camino de<br />
regreso a su aldea. Le parecía que sólo<br />
caminaba en círculos. En su búsqueda,<br />
se encontró con un gran roble caído.<br />
Entre sus ramas más grandes se<br />
encontraba un lobo que había quedado<br />
atorado y Yael alcanzó a ver que estaba<br />
lastimado.<br />
Quiso acercarse para ayudarlo pero el<br />
lobo le gruñó y temiendo que pudiera<br />
morderlo se apartó. Por un momento<br />
pensó en dejarlo ahí por el miedo que<br />
sentía de que pudiera hacerle algo al<br />
momento de soltarlo.<br />
Pero en ese momento sin saber por<br />
qué recordó lo que había vivido en la<br />
montaña y recordó que había hecho<br />
una promesa mientras se encontraba<br />
en lo alto de la montaña a los<br />
guardianes de ese lugar: cuidar a la<br />
madre naturaleza y eso implicaba<br />
también ese lobo lastimado debajo<br />
del roble.<br />
Aún con todo el miedo que sentía<br />
decidió ayudarlo, ni él mismo supo<br />
cómo fue capaz de mover las ramas<br />
en las que el lobo estaba atorado para<br />
que este pudiera liberarse. El lobo se<br />
levantó y avanzo un poco, cual sería<br />
su sorpresa al comprobar que el lobo<br />
se transformaba en un hombre. Yael<br />
no podía creer lo que veía, estaba<br />
perplejo y no sabía ni que hacer, si<br />
quedarse ahí o salir corriendo. De<br />
pequeño había escuchado historias<br />
de nahuales, los ancianos solían<br />
contarles de hombres que se<br />
transformaban en animales, pero<br />
encontrarse con uno de frente era<br />
cosa muy distinta.<br />
El hombre le dijo que por haberle<br />
ayudado le podía conceder el don de<br />
comunicarse con los animales, pero<br />
que tuviera en cuenta que este<br />
preciado don sólo podía concedérselo<br />
a una sola persona.<br />
El hombre le pregunto si quería<br />
recibirlo a lo que Yael le respondió<br />
con otra pregunta: si ese don sólo<br />
podía concedérsele a una sola<br />
persona. El nahual le contesto que sí.
Yael lo meditó un momento y su respuesta fue que no lo quería. Así los dos<br />
partieron en direcciones contrarias. Yael encontró el camino de regreso a su<br />
aldea y ya en ella relató a sus hermanos todo lo que le había ocurrido. En poco<br />
tiempo toda la aldea ya conocía la historia.<br />
El consejo de ancianos mandó llamar a Yael para que fuera él mismo quien les<br />
contara su historia. Así se juntó toda la aldea para escuchar su relato. Un<br />
hombre entre la multitud que escuchaba atentamente su historia le preguntó<br />
cómo era posible que hubiera dejado pasar la oportunidad de hablar con los<br />
animales, a lo que Yael le contesto:<br />
-Porque me ofrecieron algo que yo ya tenía, yo siempre me he podido<br />
comunicar con los animales.<br />
-Sí, pero ellos no te entienden a ti- replicó el hombre.<br />
Yael le contestó que estaba seguro de que lo animales lo entendían, además, le<br />
dijo, era un don muy valioso que pudría necesitarlo alguien más -Todo depende<br />
de la perspectiva con que las mires-.<br />
Así, Yael continuo haciendo lo que sabía hacer y le traía las más gratas<br />
recompensas. ~<br />
FIN 5
Las hambres<br />
Remington<br />
Gabriel Loera caminaba la ciudad,<br />
llevaba quince pesos en la bolsa y<br />
l´hambre atrasada de tres días. Hacía<br />
un mes que había llegado a la ciudad y<br />
quince días desde que habían<br />
comenzado las penurias. La capital<br />
mexicana había resultado ser ingrata<br />
con sus hermanos del sur y aun así las<br />
cosas andaban mejor acá que en<br />
Platanares. Estaba acostumbrado a<br />
pasar las hambres, a entretener a la<br />
penuria y a sudar la gota gorda por<br />
unos cuantos pesos para los frejoles.<br />
Cosa corriente, los primeros días, se<br />
contentó con remolcar una gruesa de<br />
fardos, cada día, de un camión<br />
carguero al mercado la Merced.<br />
Terminaba molido, la cara envuelta por<br />
las llamas de la tarde y las manos, por<br />
efecto del polvo y la naranja, en una<br />
resina pegostiosa y mugrienta.<br />
Cerrada la noche, se metía en el<br />
camión por veinte pesos y se tumbaba,<br />
ras de tabla, del mismo lado que en su<br />
cama en Platanares. Junto a él dormía<br />
la imagen calata de la Chule con un<br />
escapulario entre las tetas. A Gabriel le<br />
bastaba con mirar aquel colguijo para<br />
reconstruir su cuerpo entero, desde sus<br />
pelos quemados hasta sus muslos de<br />
yegua. Y pensar que estuvo a punto de<br />
venderlo cuando se acabó la plata,<br />
aquello habría sido lo mismo que<br />
vender el recuerdo de la Chule, ahora,<br />
tan lejos. Entretanto, el consuelo de<br />
esta idea le traía al fin el sueño. Pero<br />
al poco rato el camión comenzaba su<br />
lento movimiento de vuelta al<br />
naranjal por un camino primero llano<br />
y luego abrupto, situado en algún<br />
punto entre Zacapu y Moroleón.<br />
Conciliar el sueño en estas<br />
condiciones se volvió un problema, el<br />
camino estaba minado de pendientes<br />
y declives peligrosos incluso para<br />
quien viajaba alerta. Con los días, un<br />
mal sueño tocante a una volcadura se<br />
volvió recurrente. Con todo,<br />
sobrellevó los primeros días por poco<br />
más de unas ojeras negras y una<br />
espalda astillada.<br />
Fue por entonces cuando se enteró<br />
que habían medio matado a su patrón<br />
en un asalto en el que había perdido<br />
todo: su camión, dos toneladas de<br />
naranja y a su hija de catorce años.<br />
Aquella mañana en que se oyó de la<br />
noticia, Gabriel sintió una doble<br />
lástima: la una por la hija de don Rulo,<br />
la otra por la hija que él mismo no<br />
había logrado tener ni con la Chule ni<br />
con nadie. Más tarde, cuando llovía
ien recio, se dijo afortunado por haber elegido, de entre tantas noches, la anterior<br />
para irse de borracho. De haber estado allí tumbado en el camión, junto a la Chule,<br />
como todas las noches, seguro que también se los jodían. Al cabo se desdobló la<br />
tarde y Gabriel echó a andar entre los charcos hasta dar con un lugar para pasar la<br />
noche. Se trataba de un cuartucho amedrentado por un olor rancio y a sudores a<br />
donde iban a parar las pocas moscas sobrevivientes del verano. Mal que bien, se<br />
acomodó entre dos parduzcos bultos que yacían en mitad del suelo. Tras él ya sólo<br />
un inquilino perturbó la noche, pagó la cuota y fue a tumbarse muy cerca del<br />
hombre al que venía siguiendo, desde hace un rato, con disimulo.<br />
-Sácate el escapulario pendejo, ´onde hables te ensarto… - le dijo en un susurro.<br />
Y cuando Gabriel sintió aquella cuchilla hurgándole el pellejo de la espalda, los<br />
riñones tremebundos, supo que no podría acostumbrarse a aquello. Podía, era<br />
cierto, soportar la añoranza de la Chule, la misma tosca pesadilla del carguero y<br />
l‘hambre aperrándose en las tripas pero no aquello.<br />
Aquello nunca sería soportable, abrió la boca y nada, el miedo lo había adormecido.<br />
Pasó un instante y luego otro, una sensación vaga y agradable, tibia, lo recorrió de<br />
pronto parecida, extrañamente, a un abrazo de la Chule, al sabor de un buen<br />
almuerzo y a sudar bajo las lumbres de la tarde. Entonces se sintió feliz, feliz por no<br />
tener que ser, una vez más, un hombre que se muere. -Conque eso era la vida.-<br />
-Siquiera- se dijo -no vuelvo yo a pasar por esta hambre.-<br />
Mientras tanto, allá en Platanares, una mujer rezaba ennegrecida para que su<br />
Gabriel no sufriera de las hambres. Y no lo hizo. ~<br />
FIN<br />
7
Siglo de las luces<br />
Ramón Miranda Z.<br />
Cuando todos íbamos a aventar la piedra,<br />
alzadas y solas dejaron nuestras manos,<br />
otro siglo de las luces se atoró en la hiedra.<br />
Buscamos vida inteligente en el espacio<br />
y no la hemos encontrado en la tierra:<br />
a la inquisición le construimos un edificio.<br />
El silencio le añade peso a nuestra cruz,<br />
cada palabra es una partícula de luz,<br />
¡esta locura es la mecha del arcabuz! ~<br />
8
Estuve con un ángel<br />
Marcelo Baez<br />
¿Y si los sueños fueran mar?<br />
¿Si, por ejemplo, esta noche llegaran en olas y me taparan,<br />
espumosas?<br />
¿Si dejara de resistirme?<br />
Me dejaría cubrir.<br />
La primera ola, la segunda.<br />
Sentiría –tal vez, pienso- que me falte el aire.<br />
Pero ¡no se resista, carajo! (Escucho una voz vieja).<br />
Y me hundo profundo.<br />
Donde las pesadillas no llegan.<br />
Donde mis manos no se resisten.<br />
Donde nadie pugna.<br />
Donde sos un sueño perfecto<br />
en una noche de lluvia.<br />
Donde sos vino en mi copa.<br />
Donde sos pregunta y respuesta.<br />
Esa foto que me mira en la esquina.<br />
Y me dejo tapar por las olas<br />
para ver el contorno de tus manos<br />
dibujado donde nace mi sombra.<br />
Para decir que escuché tus sueños hablarme.<br />
Que estuve con un ángel<br />
y que una ola me trajo de nuevo<br />
y me dejó acá, seco de sueños. ~
Sumidero<br />
Isaac Vaca P.<br />
Suena enorme cañón<br />
tu voz es verde,<br />
verde vida,<br />
voz de marimba y Nandayapa<br />
canta tu canción,<br />
la canción de los monos.<br />
Suena enorme cañón<br />
tu voz es azul<br />
azul agua y azul cielo,<br />
revive a los muertos con tu brisa<br />
y a los campos con tu lluvia.<br />
Suena enorme cañón<br />
con tu voz de guacamaya,<br />
deja que la escuchen todos,<br />
que aprendan lo que es el orgullo.<br />
Suena enorme cañón<br />
tan alto como solo tú sabes,<br />
retumba por el dolor,<br />
lava el color rojo,<br />
inunda todo de verde<br />
suena alto y fuerte<br />
y envía tu aire salvador.<br />
Suena enorme cañón<br />
con voces milenarias,<br />
voces de guerreros invictos<br />
los que nunca pudieron conquistar<br />
ni los propios ni los extraños,<br />
voces de amor lacandón<br />
amor de Choles y Tzeltales.<br />
Suena enorme cañón<br />
con las voces de todos,<br />
voces jóvenes y voces viejas,<br />
voces mudas y voces inquietas,<br />
voces de protesta y voces olvidadas,<br />
voces que se unen una voz,<br />
la voz de un país. ~<br />
10
"El retorno a la oralidad"<br />
(Un comentario acerca del Slam Poético en México)<br />
Recientemente el Círculo de Lectores de la UAM Azcapotzalco, fundado por<br />
Gabriela Martínez Hernández y David de la Cruz Marín, nos invitó a la segunda<br />
edición del Slam Poético UAM-A. Entusiasmados por esta nueva clase de poesía,<br />
hemos publicado a los tres primeros lugares con el ánimo de incentivar este tipo de<br />
iniciativas universitarias. Es por ello que, participando todavía de ese entusiasmo,<br />
hemos decidido presentarles, de manera breve, un comentario acerca de este<br />
nuevo género poético que últimamente ha cobrado mucha fuerza en México.<br />
Cierta ocasión Octavio Paz (no el crítico de arte ni el sociólogo, ni mucho menos el<br />
intelectual acérrimo y amigo del poder por cuántos años) atinó a decir que en la<br />
poesía mexicana uno puede escuchar ciertos "murmullos" que no provienen<br />
precisamente del castellano sino de lenguas afines a nuestra geografía o a nuestra<br />
historia, tal es el caso del dialecto náhuatl y el idioma inglés. Desde luego, podemos<br />
intuir que estas observaciones, en Paz, implicaban más un coqueteo con la poesía<br />
de T.S. Eliot y de Walt Whitman que una insinuación a una de las corrientes poéticas<br />
de mayor presencia en nuestro país hoy día: la poesía chicagüense.<br />
Debo aclarar que, con lo antes dicho, no pretendo alinearme a ninguna postura en<br />
particular, antes bien pretendo fundar un lugar común entre la tradición y la<br />
vanguardia que nos permita entender las deudas que el Slam ha contraído y los<br />
prejuicios que deberá romper para consolidarse como un género serio no ya ante el<br />
juicio de los cánones, sino ante el implacable discurrir del tiempo.<br />
Entrados en materia, debemos reconocer que la característica más noble, pero<br />
también la más vulnerable del Slam radica en su espíritu amateur e informal (en el<br />
sentido menos peyorativo de la palabra), debido a que vuelve imposible reunir sus<br />
tantas voces bajo una misma bandera estética o temática. Esto ha propiciado que<br />
el Slam sea considerado una subcultura por los cánones, pero también ha<br />
permitido la emergencia de un espacio creativo dispuesto a reinventar nuestra<br />
noción de poesía. He aquí un espacio para la representación, la disrupción e<br />
incluso, para la improvisación. No obstante, lo verdaderamente grato de este<br />
género ha sido la forma en que nos ha devuelto al ejercicio de nuestra oralidad.
Por otro lado, el hecho de que el Slam tome como escenario lugares casi siempre<br />
públicos nos devuelve, en cierta forma, a la comunidad que acaso hemos perdido<br />
en el solitario acto de leer un libro.<br />
Con todo, hay que ser precavidos al hablar de esta nueva práctica que pretende, y a<br />
veces logra, ser disruptiva debido a que, con frecuencia, se comete el error de<br />
querer acabar con los cánones antes de conocerlos. Con esto no digo que las reglas<br />
sean intocables, sólo que uno debe conocerlas para poder romperlas luego, de lo<br />
contrario la poesía dejaría de ser disruptiva o crítica pues podría, sin lugar a dudas,<br />
recurrir a lo tradicional acaso sin saberlo.<br />
Pero independientemente de este tipo de consideraciones, lo cierto es que el<br />
quehacer poético requiere urgentemente de una vuelta, no a los lugares comunes,<br />
sino a los espacios comunitarios. Y es precisamente por ello que <strong>Trinchera</strong> <strong>Literaria</strong><br />
agradece y felicita al Círculo de Lectores de la UAM-Azcapotzalco por su noble<br />
labor y su interés por este otro género olvidado por nuestros contemporáneos: la<br />
poesía en voz alta.~<br />
Gerardo Reyes V .<br />
Fotografía: Tonatiuh Cárdenas<br />
12
No concilio un orden<br />
Jesús Orea O.<br />
No concilio un orden, una comunión solemne<br />
que pueda avivarme el corazón.<br />
¿Qué complejo puede ser?<br />
Encontrar esa boca que encaja con la boca mía.<br />
Porque a mí, resulta frio,<br />
pensar que no existimos para hacernos la vida.<br />
Parece nunca debimos existir,<br />
no ser,<br />
para qué morir.<br />
Maldita vida otrora.<br />
Estoy destinado a ser feliz,<br />
sin ti, aunque tú no estés;<br />
pero esta felicidad de la que te hablo<br />
mira que es muy triste<br />
y no la quiero:<br />
vida sin ti, con otras.<br />
No quiero almohadas ni atrapa-sueños<br />
yo quiero dormir en tu noche tersa,<br />
en tus nubes piadosas que son tu cabello<br />
y que me guardes entre ellos como perla<br />
y descubrir entre una selva tu cuello. ~
Primer<br />
Lugar<br />
Fotografía: Tonatiuh Cárdenas<br />
14
Calendario en el corazón<br />
Nuestra amistad llegó al final de la primavera.<br />
Sin saber lo que sucedería, nos dejamos envolver<br />
por la romántica melodía del atardecer.<br />
Dos aventureros, muy bien conocidos,<br />
descubriendo un nuevo mar,<br />
donde la sal se disolvía,<br />
para hacer de las olas dulces<br />
movimientos excitantes,<br />
tan pasmados de color e imaginación.<br />
Dos gotas de agua de río<br />
unidas por aquel inmenso mar.<br />
Nos sumergimos en el cáliz virginal.<br />
Probamos el néctar prohibido del amor.<br />
Aquella tarde, volamos hasta el éxtasis del otoño,<br />
probamos la libertad que rompió las barreras del pudor.<br />
Y en un efímero latir, teniendo a la luna por testigo,<br />
aquella amistad el salado mar se la llevó.<br />
Ahora somos dos amantes del amor,<br />
que el viento con un suave susurro marcó<br />
en el calendario de nuestro corazón. ~<br />
La Nieta Nina
Segundo<br />
Lugar<br />
Fotografía: Tonatiuh Cárdenas<br />
16
A veces<br />
A veces<br />
suelo olvidar<br />
cómo saludar a la gente.<br />
Me enredo<br />
intentando descifrar<br />
si daré la mano<br />
o chocaremos las mejillas.<br />
Adrián Rangel<br />
Suelo convivir<br />
poco con los otros<br />
pues en extremo difícil es<br />
conocer sus intenciones.<br />
Quizá me cuide mucho<br />
de aquello llamado vida.<br />
Quizá un poco<br />
de paranoia me invada<br />
si tu amabilidad<br />
excesiva es conmigo.<br />
¡Vaya mundo!<br />
a nadie le queda<br />
fuerza para sonreír<br />
y quien sí la tiene<br />
la ha obtenido a costa<br />
de la muerte y miseria,<br />
de la tristeza,<br />
del llanto<br />
de los que no sonreímos. ~
Tercer<br />
Lugar<br />
Fotografía: Tonatiuh Cárdenas<br />
18
Literatura como arma libertadora del<br />
hombre: La Ilíada de Homero<br />
(I/II)<br />
Las primeras obras escritas con el actual alfabeto griego fueron las novelas de<br />
Homero, la Ilíada y la Odisea, las cuales están en la base de toda la cultura cristianooccidental<br />
porque fueron los primeros poemas que se conocieron por escrito de la<br />
cultura que empieza con el pueblo griego. Se supone que el alfabeto griego fue<br />
tomado de los asiáticos, aunque otra versión dice que de los fenicios, pero hay<br />
incongruencias en ese sentido porque los fenicios no dejaron nada escrito. Como<br />
quiera que sea, los griegos adoptaron un alfabeto.<br />
Con ese alfabeto, ya perfeccionado por ellos, se escribieron las dos grandes<br />
epopeyas homéricas: la Ilíada y la Odisea, que datan del siglo VIII a.C. Así aparece la<br />
literatura cristiano-occidental. Es importante destacar que tanto la Ilíada como la<br />
Odisea son obras escritas en verso; eso significa que también en occidente fue<br />
primero el verso y luego la prosa. Los prosistas fueron muy posteriores: Hecateo de<br />
Mileto, Herodoto de Halicarnaso, que empezaron a escribir historia, aparecieron<br />
hasta el siglo VI o V a.C., pero Homero estaba componiendo en el siglo VIII a.C. y<br />
hasta hay quienes se atreven a afirmar que Homero fue el primero en poner por<br />
escrito una obra poética de esa dimensión.<br />
Estas obras de Homero son dos grandes epopeyas como el Gilgamesh de los<br />
mesopotámicos. Y lo importante es que están escritas en verso, es decir, tenemos<br />
que aceptar también que la literatura de Occidente es hija de la poesía porque<br />
Homero escribe poesía, y el uso que le dio al lenguaje fue tan bello y tan perfecto, el<br />
metro que le aplicó a sus poemas fue tan excelso, que durante siglos se siguió<br />
componiendo y rimando de la forma en que él lo hizo.<br />
¿Pero qué importancia tiene la obra de Homero aparte de estos valores técnicos de<br />
su poesía? Homero era un maestro de la técnica métrica, era muy competente como<br />
escritor pero el valor de sus obras no radica sólo ahí, la importancia de sus epopeyas<br />
va más allá de la técnica porque éstas tienen un alto contenido humanista.<br />
Entrémonos en la Ilíada. La aventura que esta epopeya relata ocurrió, más o menos,<br />
en el siglo XII a.C., es decir, entre los años 1200 y 1100 a.C., época en que se dio la<br />
guerra entre Grecia y Troya. Pero Homero escribe la historia en el siglo VIII a.C., es<br />
decir, alrededor de 400 años después de ocurrida la batalla.
Antes de continuar, permítanme hacer una precisión. Cuando se habla de la Ilíada, es<br />
muy común escuchar que Homero relató la guerra de Troya, pero eso no es cierto.<br />
Homero escribió sobre un episodio sucedido durante la guerra de Troya, que es<br />
conocido como “la cólera de Aquiles”, que no abarca más de 40 días y que ocurre al<br />
final de la batalla. Ése es el eje principal de su epopeya. Ahora, para entender cómo<br />
se desencadenaron estos sucesos, es necesario conocer por qué se da la guerra de<br />
Troya, qué pasa después de la muerte de Héctor (porque la Ilíada termina con la<br />
muerte de Héctor manos de Aquiles) y cómo repercute todo esto en la sensibilidad<br />
del hombre occidental. Ésas son las preguntas que quiero responder.<br />
Según el relato mitológico más antiguo -que deseo relatar porque la literatura es<br />
poesía, fantasía y belleza y por eso les doy la versión bella y luego la prosaica- Paris,<br />
hijo del rey de Troya (Príamo) y de su mujer, Hécuba, es comisionado por su padre<br />
para comprar caballos a Grecia, probablemente a Resalía, que era una región famosa<br />
por la crianza de caballos. Paris aparece en el Peloponeso (dicen que en Esparta), y<br />
por esos días se da una boda de personajes trascendentales a la que son invitadas las<br />
deidades más importantes del Olimpo, entre ellas Hera (la mujer de Zeus), Afrodita<br />
(la diosa del amor) y Atenea (la diosa de la castidad, la fuerza, la belleza y el saber).<br />
Pero la diosa de la envidia, Eris, no fue invitada al banquete; por ello, y como buena<br />
representante de su título, Eris se hace con una manzana de oro muy bonita y le<br />
inscribe alrededor las palabras “para la más hermosa”, aventándola después entre<br />
los invitados divinos. Cuando Hera, Atenea y Afrodita la vieron, comenzaron a<br />
peleársela, llamándose a sí mismas merecedoras del premio. Debido a que no<br />
lograban llegar a un acuerdo, a alguien se le ocurrió proponer a Paris como juez de la<br />
disputa.<br />
Entonces, cada una de las diosas, empezó a corromperlo -para que veamos que el<br />
soborno no es nuevo- para obtener su favor: Hera le ofreció poder, Atenea sabiduría<br />
y Afrodita le aseguró que si la elegía le daría a la mujer más bella del mundo. Ése fue<br />
el presente que convenció a Paris y la razón para otorgarle la manzana a Afrodita;<br />
ella en compensación le ofrece a Helena, esposa de Menelao, rey de Esparta. Paris,<br />
satisfecho, tomó a Helena (sin importarle que estuviera desposada con Menelao) y<br />
huyó con ella a Troya.<br />
Cabe recordar que entre los griegos era valor sagrado la hospitalidad; el huésped<br />
tenía que respetar al hospedatario contra su propia vida y Paris, al llevarse a la mujer<br />
de Menelao, había violado el principio sagrado de hospitalidad y eso sumado al<br />
deshonor que sufriría el rey de Esparta. Menelao, muy herido por la burla, hizo que<br />
20
Su hermano, Agamenón, convocara a todas las ciudades griegas de aquel tiempo en<br />
una cruzada para rescatar a Helena porque, además, ella se había llevado consigo<br />
muchas riquezas y tesoros del palacio de Esparta.<br />
Según la versión mitológica, la guerra de Troya se arma para rescatar a Helena y los<br />
tesoros que se había robado. Para esta cruzada, los griegos convocaron a los<br />
aqueos, argivos, laconios, arcadios, entre otros, y a los tesalios, de donde era<br />
Aquiles. Todas las repúblicas griegas de ese entonces se aliaron para ir a reclamar a<br />
Helena y, en todo caso, para ir a destruir a Troya, bajo el mando de Agamenón y<br />
llevando a cuestas una gran flota de varios cientos de embarcaciones. Antes de<br />
partir, las tropas se reunieron en un puerto llamado Áulide -que todavía existe-;ahí se<br />
prepararon para zarpar. Un hecho curioso aquí relatado, menciona que antes de<br />
zarpar un soldado hambriento mató a un ciervo, que era el animal sagrado de<br />
Artemisa, la diosa de la caza.<br />
Como castigo, Artemisa encerró a los vientos para que no soplaran y las naves no<br />
pudieran partir hacia Troya; así pasaron los días el viento no llegaba, hasta que el<br />
adivino Tiresias le hizo saber a Agamenón del enojo de Artemisa por la muerte de<br />
uno de sus ciervos. Para compensar su falta, Agamenón se vio forzado a sacrificar a<br />
su hija mayor, Ifigenia.
Este es un vestigio tardío, pero indudable, de que los griegos practicaron el sacrificio.<br />
Ante esta disyuntiva, Agamenón decidió sacrificar su hija tras llevarla al puerto con la<br />
excusa de que se iba a casarse con Aquiles, una vez ahí, la entregó a Artemisa.<br />
Ésa es una de las razones por las que Clitemnestra, esposa de Agamenón, se queda<br />
muy agraviada con él. La primera razón es que Agamenón había matado a su primer<br />
marido, Tántalo, para poder casarse con ella. La segunda es que a pesar de que ella<br />
se negó a dar a Ifigenia para el sacrificio, Agamenón se la arrebató para sacrificarla.<br />
Consumado el sacrificio llegó el viento y las naves marcharon hacia Troya. Ahí<br />
comienza el asedio contra los troyanos. Pero Troya era una ciudad muy rica, muy<br />
bien fortificada, sobre todo por el lado del mar, porque era un gran centro comercial<br />
en aquella época, era -como diríamos ahora- un puerto seco.<br />
Todas las mercancías del Oriente, desde la India hasta el Asia Central, llegaban a<br />
Troya y ahí se guardaban; asimismo, los dueños de esas mercaderías pagaban una<br />
renta al soberano y, por lo tanto, el rey era un hombre muy rico. A Troya llegaban los<br />
barcos a cargar las mercancías para después distribuirlas por todo el Mediterráneo<br />
hasta Inglaterra, y también por toda la cuenca del Mar Negro, pues ésta se situaba<br />
en el Estrecho de los Dardanelos, en el punto en el que casi se une Asia a Europa y<br />
donde ahora está Bizancio.<br />
Troya, pues, era una ciudad muy importante y por lo tanto tenía muchos aliados<br />
asiáticos que le mandaron refuerzos por tierra. Se sabe que el principal aliado de<br />
Troya era el imperio hitita, cuya capital se llamaba Bogascale; Troya era protegido de<br />
los hititas y ellos le acercaron muchos aliados para la defensa. Esto es importante<br />
porque sólo así se explica que los griegos tardan diez años en tomarla; la tenían<br />
sitiada por el mar, pero los troyanos obtenían refuerzos por tierra. Pues bien, de<br />
esos diez años, la Ilíada sólo abarca un periodo de 40 días que es cuando toma lugar<br />
la “cólera de Aquiles”. Pues bien, una vez delimitado el marco histórico preciso,<br />
veamos de qué trata la Ilíada en su sustancia, cómo se desata la cólera de Aquiles. ~<br />
Tlacaélel .<br />
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