Caminos Misión
diciembre-2016
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mienda a los enfermos al Señor sufriente<br />
y glorificado para que los<br />
alivie y los salve (cf. St 5, 14s). Incluso<br />
los anima a unirse libremente<br />
a la pasión y muerte de Cristo (cf.<br />
Rom 8, 17…) y a contribuir, así, al<br />
bien del Pueblo de Dios” (LG 11).<br />
A esta unción sacramental se<br />
la ha llamado impropiamente extremaunción.<br />
Así se la comenzó a<br />
llamar a partir del siglo XI, por tratarse<br />
de una unción posterior a la<br />
del bautismo y la confirmación. Progresivamente<br />
se la fue concibiendo<br />
como antesala de la muerte (s. XV).<br />
El Concilio de Trento le dedicó también<br />
este nombre al comprenderla<br />
como “sacramento consumativo de<br />
toda la vida cristiana”. Finalmente,<br />
el Concilio Vaticano II ha pedido que<br />
se vuelva a llamar Unción de los<br />
Enfermos, puesto que “no es sólo<br />
el sacramento de quienes se encuentran<br />
en los últimos momentos<br />
de su vida”. A lo que añade que “el<br />
tiempo oportuno para recibirlo comienza<br />
cuando el cristiano ya empieza<br />
a estar en peligro de muerte<br />
por enfermedad o vejez” (SC 73).<br />
Eduquemos<br />
para vivir la salud,<br />
la enfermedad<br />
y la muerte<br />
La Iglesia ha cumplido esta<br />
obra de misericordia de forma individual<br />
y asociada a lo largo de los<br />
la Promoción de la Nueva<br />
Evangelización, Misericordiosos<br />
como el Padre, BAC Popular,<br />
502).<br />
La atención a los enfermos<br />
era una de las tareas<br />
prioritarias de Jesucristo. Su<br />
corazón compasivo se movilizaba<br />
especialmente ante las<br />
personas afectadas por la impotencia,<br />
la limitación y el sufrimiento<br />
que conlleva la enfermedad.<br />
Son múltiples los textos evangélicos<br />
en que se nos presenta curando a<br />
leprosos, sordos, ciegos… Al hacerlo,<br />
no sólo pretendía aliviar su situación<br />
física y anímica, sino también reinsertarles<br />
socialmente, puesto que<br />
la enfermedad causaba en el que<br />
la padecía un aislamiento social y<br />
hasta religioso. Ciertamente, los padecimientos<br />
humanos eran considerados<br />
como la penitencia que<br />
había que pagar por haber pecado.<br />
El Nuevo Testamento presenta<br />
una forma típica de visita a los enfermos<br />
que consta de tres momentos:<br />
la visita, la oración y el rito de<br />
imposición de manos y la unción<br />
con aceite. Veamos un texto del libro<br />
de los Hechos de los Apóstoles: “El<br />
padre de Publio estaba en cama con<br />
fiebre y disentería; Pablo entró a verlo<br />
y rezó, le impuso las manos y lo<br />
curó” (Act 28, 8ss). Otro texto de la<br />
Carta de Santiago ha sido considerado<br />
por la tradición cristiana la base<br />
y el germen bíblico del sacramento<br />
de la unción de los enfermos: “¿Está<br />
enfermo alguno de vosotros? Llame<br />
a los presbíteros de la Iglesia, que<br />
recen por él y lo unjan con óleo en<br />
el nombre del Señor. La oración hecha<br />
con fe salvará al enfermo y el<br />
Señor lo restablecerá; y si hubiera<br />
cometido algún pecado, le será perdonado”<br />
(St 5, 14s).<br />
En el Concilio Vaticano II se<br />
presenta así el Sacramento de la<br />
Unción: “Con la sagrada unción de<br />
los enfermos y la oración de los<br />
presbíteros, toda la Iglesia encosiglos.<br />
La creación de Órdenes<br />
religiosas como las de S. Juan<br />
de Dios y las Hospitalarias de<br />
S. Benito Menni, así como la<br />
erección de hospitales, así lo<br />
avalan. Todos los cristianos<br />
debemos sentirnos empujados<br />
a mostrar nuestra proximidad<br />
a los que carecen de<br />
salud y a hacerles experimentar<br />
que, en la debilidad, Dios no<br />
los abandona y la Iglesia está también<br />
a su lado.<br />
Junto a los compromisos<br />
más comunes como la visita, la oración<br />
o la celebración del sacramento<br />
de la Unción de los Enfermos, hemos<br />
de situar otros a largo plazo<br />
como educar para vivir la salud, la<br />
enfermedad y la muerte, luchar por<br />
que nadie carezca de atención sanitaria,<br />
acompañamiento del enfermo<br />
y de su familia, promover la<br />
integración de los enfermos como<br />
miembros activos de la comunidad,<br />
fomentar en los enfermos el ofrecimiento<br />
a Dios de su vida sufriente<br />
en favor de determinadas causas<br />
benéficas… A nivel organizativo, ha<br />
de tenerse presente también los retos<br />
de implicar a toda la comunidad<br />
en la atención a los enfermos y de<br />
constituir equipos parroquiales de<br />
pastoral de la salud puesto que,<br />
como dice Benedicto XVI, “el amor<br />
necesita una organización, como<br />
presupuesto para un servicio comunitario<br />
ordenado” (DCa 20).<br />
† Jesús Fernández González<br />
Obispo Auxiliar de Santiago<br />
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