Caminos Misión
diciembre-2016
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Abrir caminos a niños,<br />
jóvenes y adultos no es<br />
una simple obra de caridad:<br />
es un deber de justicia<br />
Mucho se ha escrito y proclamado que “sin educación<br />
quedan truncadas las aspiraciones más hondas<br />
del ser humano”. Este ser, sujeto de derechos, nos debería<br />
poner en pie, agotando todos los recursos para<br />
dotarle de herramientas válidas que hagan crecer sus<br />
potencialidades; negarle el derecho a la educación es<br />
abocarle a una pobreza radical, capaz de generar otras<br />
muchas pobrezas. Por otra parte, hay que trabajar con<br />
la certeza de que ese pequeño ser que un día entró a<br />
formar parte de la familia humana, es un educador en<br />
potencia. ¿Cómo afrontará esa noble tarea quien tuvo<br />
cerradas las puertas de su propio desarrollo?<br />
Sería injusto negar los esfuerzos llevados a<br />
cabo por la Iglesia, las Congregaciones religiosas y<br />
otros organismos en pro de la educación de los pueblos.<br />
Es un gozo constatar en sus proyectos la manera<br />
de concebir la educación como un proceso que no<br />
acaba con la niñez… los adolescentes que no tuvieron<br />
escuela y los jóvenes que fracasaron en ella, siguen<br />
siendo objeto de preocupación…; si no ponemos<br />
manos a la obra, el futuro de los pueblos estará escaso<br />
de pensamientos coherentes, de proyectos de<br />
vida y de cohesión social. Todo un reto para seguir escribiendo<br />
cosas ya escritas y proclamar manifiestos<br />
ya proclamados. La necesidad obliga a ello.<br />
Sin educación quedan truncadas<br />
las aspiraciones más hondas<br />
del ser humano<br />
Hago mío y me permito transcribir el pensamiento<br />
de Maritza Barrios, expresado en la revista 1<br />
(Fe y alegría, 2008).<br />
“La educación es una actividad inherente<br />
al desarrollo del ser humano que le permite<br />
desplegar sus potencialidades, cultivar<br />
sus capacidades, formar y hacer uso moral de<br />
su libre albedrío, soñar y ejecutar proyectos<br />
personales de vida y, así, ampliar sus opciones<br />
para transformar su entorno, organizarse, participar<br />
y poder construir con otros la calidad<br />
de vida en la sociedad que valoran”<br />
La Declaración de los Derechos Humanos y la<br />
abundante y rica literatura sobre el tema que nos<br />
ocupa, no han tenido la garra suficiente para abordar<br />
de manera global un problema que se enquista. La<br />
dignidad humana queda así envuelta en una maraña<br />
de mensajes tranquilizadores donde hombres y mujeres<br />
se diluyen como objetos de usar y tirar.<br />
“Educar es construir”: expresión clave para la reflexión<br />
que ofrezco como Hija de la Caridad, que<br />
aprendió mientras enseñaba y que intentó enseñar lo<br />
que aprendía, porque mis maestros fueron los niños y<br />
adolescentes. La construcción tiene proyecto y planos<br />
bien trazados; el Maestro de obras es bien conocido;<br />
los obreros, si saben de educación porque han sido<br />
educados, ya deben estar a punto. ¡¡Manos a la obra!!<br />
Sor Rosa Mendoza, Hija de la Caridad<br />
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