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El Gran Movimiento Adventista (Spanish Edition)

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430 | <strong>El</strong> <strong>Gran</strong> <strong>Movimiento</strong> <strong>Adventista</strong><br />

de asientos. Fue edificada tan grande como para poder acomodar las reuniones<br />

trimestrales, cuando el anciano que presidía estuviera de visita, y la iglesia<br />

de North Branch (sobre la cual presidía mi padre, habiendo él levantado ese<br />

grupo), y la iglesia en Pumpkin Hook, presidida por el pastor establecido. En<br />

estas ocasiones trimestrales, todos podían reunirse en este edificio grande.<br />

Fue en este edificio, en el invierno de 1843-1844, que los pastores Barry<br />

y Adams proclamaron el mensaje adventista. Aquí, cada noche durante casi<br />

dos meses, no solo cada asiento y hasta las escaleras de las galerías, sino que<br />

cada lugar en que se podía estar en pie estaban ocupados por los que escuchaban,<br />

casi sin respirar, las verdades que presentaban estos siervos de Dios,<br />

acompañados por el poder del Espíritu Santo. En ese reavivamiento hubo<br />

más de quinientos conversos. Hablo de esto como una ilustración de cómo<br />

el mensaje iba a todas partes, como se expresa en la predicción al respecto:<br />

“como ruge un león”. Apocalipsis 10:3.<br />

Un hermano mío de 17 años ya era miembro de la iglesia metodista en<br />

el lugar. Él y un tío mío, miembro de la iglesia presbiteriana, ambos abrazaron<br />

la doctrina adventista, y siguieron siendo adventistas también bajo el mensaje<br />

del tercer ángel, hasta la muerte. <strong>El</strong>los tenían periódicos adventistas sobre el<br />

mensaje, de modo que yo tuve acceso a ellos.<br />

Escuché mi primera predicación del advenimiento<br />

En las reuniones realizadas ese invierno, no solo el pastor establecido se<br />

sentó en el púlpito junto al orador, sino que siguió sus discursos con exhortaciones<br />

para que los pecadores buscaran al Señor. En la última semana de<br />

diciembre de 1843, escuché la primera predicación sobre el advenimiento.<br />

Fue la del hermano James Barry, sobre el tema, “La hora de su juicio ha llegado”.<br />

<strong>El</strong> gran poder de Dios plantó en mí la verdad que proclamó. Pareció<br />

como que estábamos ante el tribunal de Dios. Bajo la exhortación del pastor<br />

que siguió, yo y muchos otros fuimos al frente para que orara por nosotros. Y<br />

allí comenzó mi primer esfuerzo por orar y buscar a Dios.<br />

Pero, es extraño decirlo hoy, nadie hizo algún esfuerzo para instruirme<br />

en cómo ser un cristiano. Pocas semanas más tarde, oí a este mismo pastor<br />

decirle a mi abuelo que “los niños de doce y trece años de edad no tenían<br />

edad suficiente para comprender asuntos de la iglesia”. No era como para<br />

darme ánimo para hacer algún esfuerzo en esa línea. Un miembro me dijo un<br />

día, “Johnie, tú quieres ser un muchacho cristiano, ¿verdad?” Yo le contesté:<br />

“Sí, señor”. Pero él no me dio ninguna luz sobre cómo ser bueno. Otro dijo:<br />

“John, tienes que ser un buen muchacho. Debes orar cada noche antes de

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