Boletín "CARMEN", noviembre 2017

32 CARIDAD
CARMEN
Por sus frutos les conoceréis (Mt 7, 15-20)
María Rojas Madero
Diputada de Caridad
En estos tiempos donde
parece que todo vale, la
Iglesia no escapa a ataques
de aquellos que no conocen
-y que si conociesen callarían-
su labor en beneficio de
los demás y, particularmente,
la que se realiza por las hermandades.
Y es que no pocas
veces se critica a las hermandades
por su patrimonio, por
incrementar el mismo con valiosos
enseres para las imágenes
y pocas veces se reconoce
la labor que realizan ayudando
al prójimo sin distinciones.
Desde el seno de una
hermandad como la nuestra
puedo contar desde mi corta,
pero intensa experiencia, la
práctica de la caridad. No solo
hay actividad en fechas señaladas
como la Navidad, época
del año donde Sevilla se torna
más solidaria. Y es que la caridad
empieza mucho antes, es
un día a día, una labor continua
que si analizamos la can-
tidad económica o cantidad
de horas que realizan los voluntarios
sorprendería al más
incrédulo, porque la práctica y
fomento de la caridad es una
seña de distinción de los cristianos
y como tales debemos
practicarla en nuestras vidas y
en nuestra hermandad. Como
cristianos no podemos creer en
Dios y amar a Dios y luego no
hacer nada para probar nuestra
fe y amor a Él. Practicar la caridad
es una forma de acercarnos
a Dios.
En nuestra hermandad
puedes participar como voluntario
de diversas formas.
La hermandad facilita ayuda
económica, alimentos, ropa;
colabora con otras instituciones,
como por ejemplo Cáritas,
conventos, centros de mayores,
economato; se facilita
ayuda para encontrar empleo
dirigiéndolo a fundaciones o
echándole una mano con el currículo
y presta ayuda directa
para material escolar, recibos
que no se pueden pagar, campamentos
de verano, etc.
No se puede contar en
unas líneas todo lo que es posible
gracias al respaldo de la
hermandad y la ayuda desinteresada
de vosotros, hermanos.
Pero hay que hacer más, no
podemos quedarnos en lo que
nos sobra, tenemos que compartir.
Los cristianos debemos
sacrificarnos los unos por los
otros, tanto material como espiritualmente.
Hechos, no palabras.
Practiquemos la caridad
con acciones que nos acerquen
a Cristo. Se nos distinguirá
como verdaderos cristianos por
nuestras obras, por los hechos.
Como dice Jesús, al árbol se le
conoce por sus frutos. Por sus
frutos les conoceréis. Y al cristiano
se le debe conocer por su
forma de vivir, por sus acciones,
amando a Dios sobre todas
las cosas y al prójimo como
a sí mismo.