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del Papa Pío XII en Fátima son suficientemente<br />
elocuentes: “María es sin lugar a<br />
dudas merecedora de recibir honor, poder<br />
y gloria. Ella es exaltada en unión hipostática<br />
con la Bendita Trinidad… su reino es<br />
tan grande como el de su Hijo y el de Dios…<br />
el reino de María es idéntico al reino de<br />
Dios”. El nuevo movimiento Mariano, recibe<br />
un nuevo impulso con las “apariciones”<br />
de Fátima (1917) y con la definición por Pio<br />
XII (1950) de la Asunción de María al cielo<br />
con cuerpo y alma, que prosigue en la línea<br />
de los dogmas marianos (1854, 1950) con<br />
una definición de María “mediadora de<br />
toda gracia” o “correndetora”. El movimiento<br />
mariano es por lo tanto una prolongación,<br />
en el nivel de la piedad católico-<br />
romana, de los acentos clásicos y líneas de<br />
la Contra-reforma y de la renovación ultramontana<br />
del siglo XIX; sus raíces se hunden<br />
profundamente en una piedad popular teológicamente<br />
errada, consentida y animada<br />
desde la misma Iglesia.<br />
Para el famoso teólogo suizo Karl Barth, la<br />
doctrina de María es un símbolo de lo que<br />
él llama el error básico de Roma: “En la<br />
doctrina de María se pone de manifiesto la<br />
herejía singular de la iglesia católica romana<br />
que explica todas las demás… porque<br />
María es el principio, tipo y esencia de la<br />
naturaleza humana que coopera con Dios<br />
en la obra de redención”.<br />
En la Calle Recta<br />
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