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faría sobre mentira y herejía, de modo que<br />
sus enemigos, a la vista de tal esplendor y<br />
gozo de la Iglesia, o bien enmudecen rotos<br />
internamente o llenos de vergüenza y arrepentimiento<br />
llegan a su conocimiento”.<br />
Del sacramento de la penitencia<br />
El 25 de noviembre, se expidieron los decretos<br />
sobre el sacramento de la penitencia y<br />
sobre la extremaunción. El primero insistía<br />
especialmente en la necesidad salvífica del<br />
sacramento para todos aquellos que, tras el<br />
bautismo, hubieran incurrido en pecados<br />
graves, y en la necesidad de la confesión de<br />
todos los pecados graves posteriores al bautismo.<br />
Los fieles católicos quedan obligados<br />
por lo tanto a confesarse obligatoriamente al<br />
sacerdote. No basta la simple contrición y la<br />
fe; el confesor es imprescindible: “si alguno<br />
dijere que la confesión sacramental o no fue<br />
instituida o no es necesaria para la salvación<br />
por derecho divino…, sea anatema”.<br />
Toda la doctrina sobre el sacramento de la<br />
penitencia descansa sobre un malentendido.<br />
En todos aquellos textos de la Escritura<br />
donde, en los originales, se lee “arrepentimiento”,<br />
la iglesia romana, guiada por traducciones<br />
deficientes de la Palabra de Dios,<br />
leyó “penitencia”. El capítulo I del decreto<br />
sobre dicho sacramento, el concilio aporta<br />
textos como: Ezequiel 18:30, Lucas 13:3 y<br />
Hechos 2:38, en donde lee, equivocadamente,<br />
el texto sagrado.<br />
En el primer canon sobre los sacramentos,<br />
se afirma que son siete en número (bautismo,<br />
confirmación, eucaristía, penitencia,<br />
extremaunción, orden y matrimonio) y que<br />
“fueron instituidos todos por Jesucristo”.<br />
Calvino se opuso a estos cánones y escribió:<br />
“Insisten en que Cristo instituyó siete sacramentos.<br />
¡Solo falta que se lo ordenen!<br />
El número siete, referido a los sacramentos,<br />
no tiene apoyo en las Escrituras…”<br />
Se enseña igualmente que los sacramentos<br />
son necesarios para la salvación, que contienen<br />
la gracia que significan y la confieren “ex<br />
opere operato”. El canon 13 afirma lo siguiente:<br />
“Si alguno dijere que los ritos recibidos y<br />
aprobados de la Iglesia católica que suelen<br />
usarse en la solemne administración de los<br />
sacramentos, pueden despreciarse o ser omitidos,<br />
por el ministro a su arbitrio sin pecado,<br />
o mudados en otros por obra de cualquier<br />
pastor de las iglesias, sea anatema”.<br />
Con estas palabras comenta el gran reformador<br />
Juan Calvino la situación creada tras<br />
el concilio: “Desde luego, hubiese sido muy<br />
deseable que las disensiones que perturban<br />
a la Iglesia hubieran sido arregladas por la<br />
autoridad de un concilio piadoso, pero tal<br />
como han ido las cosas ya no queda esperanza<br />
para ello. Por consiguiente, ya que las<br />
iglesias se hallan desparramadas de manera<br />
lamentable y no hay manera humana de reunirlas,<br />
lo mejor es que cada cual se apreste<br />
a levantar el estandarte que el Hijo de Dios<br />
nos ha dejado. No es tiempo de aguardarnos<br />
unos a otros. En la medida en que cada uno<br />
vea el brillo de la luz de la Escritura, siga en<br />
esta misma medida su fulgor. Y por lo que<br />
concierne al cuerpo de toda la Iglesia (Universal),<br />
lo encomendamos al Señor.”<br />
En la Calle Recta<br />
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