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Cinco Amores Joaquin Trincado

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Pues bien: formado su juicio destino dos espíritus para encarnar, ser esposos y dar<br />

vida a otros seres y pagarse mutuamente unos a otros amor, vida, intereses materiales<br />

y morales, deben sujetarse a la mayor justicia de que sean capaces y entonces son<br />

autorizados y aparecen en los sexos que la ley les haya señalado.<br />

Si la mujer debe amor que bebió en la anterior existencia en aquel que hoy es su<br />

esposo, que antes fuera su mujer aunque aquella sea de mayor luz y experiencia y por<br />

tanto de sabiduría y amor, dará a su esposo más retrasado su amor y le enseñará su<br />

sabiduría para igualarse a los hijos en disposiciones, moral y amor. Pero aquí (aunque<br />

no quieran) se verá diferencias en el amor, bien por la delicadeza, o por la oportunidad,<br />

ya que la esposa llegará siempre a tiempo a sus deberes, como aquel que hace las<br />

cosas por hábito, que se diferencia siempre del que las hace por la imposición del<br />

deber, pero éste hace más méritos que el otro.<br />

De todos modos, el fin primordial del matrimonio metafísicamente es pagar deudas de<br />

vidas; porque si en todo la ley es inflexible, en este punto es inexorable. «Si matas, con<br />

tus besos resucitarás al muerto» es un artículo culminante de justicia y amor rigurosos.<br />

Y... ¿en qué unión de cuerpos del hombre y la mujer no hay besos?... Esa es la única<br />

resurrección que tiene la ley del Creador.<br />

Los demás deberes del matrimonio (aunque con muchos errores) ya los ha<br />

catalogado la ley civil, que nosotros limpiaremos con un buen grado de moral eficiente.<br />

Y bien. ¿Habéis visto como el amor de los hijos, por donde quiera que se mire,<br />

impone el trabajo de sus progenitores? ¿Qué armas usa la ley para imponer sin obligar?<br />

Ya lo hemos dicho, el amor de la carne; su atracción, su deseo constante, el goce en<br />

fin, el que hace no pensar ni temer al trabajo y las obligaciones de los padres y<br />

cumpliendo estos deberes se entra en la ley; se pone el mismo en entredicho; anubla<br />

más su espíritu y aleja las afinidades hasta el punto de que, por justicia, se niegan sus<br />

afines a darle cabida en la familia, para no tener el peligro de un retraso, lo que les<br />

sucede generalmente a los espíritus supremáticos, cegados por sus concupiscencias.<br />

Aun hay un punto que exponer muy importante y es de esos espíritus que por<br />

supremáticos no tienen derecho a pedir una matriz que los recoja para una prueba de<br />

amor. Pero el amor de los espíritus de gran luz y los que ya están regenerados y tienen<br />

la ley en sí mismos, se imponen una misión sobre esos supremáticos y piden venir para<br />

darles vida y ver si son capaces de entrar en la ley, pero no cargándose con la<br />

responsabilidad del supremático, si en aquella prueba de amor tampoco entraran en el<br />

camino de la regeneración, y esto es justicia, porque no habían de cargarse con las<br />

deudas a la ley, ya que hacen un tan tremendo sacrificio en favor de los<br />

desconocedores de esa misma Ley.<br />

Entonces esos espíritus recalcitrantes son obligados a encarnar bajo este dilema<br />

terrible: «O encarnar para probar su regeneración, o son sometidos al rigor de la<br />

Justicia, sacándolos de la familia espiritual del mundo y transportarlos a mundos<br />

primitivos como los descriptos por el Dante, donde aun las pasiones no son escándalo,<br />

porque no se ha descubierto la ley ni se ha iniciado el progreso.<br />

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