Revista Intangibles Tarapacá Edición Especial

DELINCUENCIA E INSEGURIDAD CIUDADANA
Por estos días y a pesar de que algunas
estadísticas muestran una disminución
de los delitos, esposible advertir
desde lo subjetivo cierta sensación
de temor en la ciudadanía hecho
que es corroborado por Fundación
Paz Ciudadana (2017) afirmando que Iquique
ocupa el primer lugar del ranking de temor a la
delincuencia por parte de la ciudadanía.
A
inicios del 2018 nos atrevemos tal
vez aventurada y críticamente a
introducir un nuevo concepto a la
reflexión. El de pornografía penal
del sociólgo francés Loic Wacquant
(2009) y asi mismo a formular la
siguiente hipótesis: “la pornografía penal esta
aumentado el temor y la percepción de inseguridad
en la ciudadania”. El concepto de pornografía
penal es introducido en la discusión del tema de la
política punitiva estatal en sociedades neoliberales
(como la nuestra) ya hace más de una década.
Tal como advirtieran los sociólogos clásicos las
sociedades han ido homogenizando todas sus
prácticas que van desde la administración de las
instituciones estatales hasta las sociales prácticas
sociales y culturaes adoptandas por los miembros
de la comunidad. En nuestra sociedad es posible
advertir los mismos patrones de la sociedad
norteamericana de antaño en torno a los mismos
temas que hemos estado dando a conocer en el
último tiempo a través de este espacio virtual. La
evidencia de nuestro trabajo lamentablemente
muestra la misma tendencia advertida por este
sociólogo francés en relación al rol del estado y su
política punitiva en sociedades neoliberales.
Según Loic Wacquant (2009) la pornografía penal puede ser entendida como:
“un espejo que deforma la realidad hasta extremos grotescos y que extrae artificalmente las conductas delictivas del tejido de las
relaciones sociales donde se asientan y cobran sentido, deliberadamente soslaya sus causas y significado y reduce su tratamiento a una
serie de tomas de posición obvias, a menudo acrobáticas, a veces propiamente irreales, que pertenecen más al culto de la actuación
ideal que a la atención pragmática a la realidad. En pocas palabras, el nuevo gesto de la ley y el orden trasmuta la lucha contra el delito
en un teatro burocrático periodístico titilante que simultáneamente reprime y alimenta las fantasías de orden del electorado, reafirma
la autoridad del Estado a través de su lenguaje y sus gestos viriles y hace de la cárcel la verdadera protección contra los desórdenes
que, cuando se producen fuera de su submundo, son acusados de amenazar las bases de la sociedad” (Wacquant, 2009, p.4).
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