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Periódico Amagi Agosto 2018

Medio Independiente de Desarrollo Humano y Sostenibilidad, Periódico Mensual, Edición Nº 25 Agosto 2018.

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DESARROLLO HUMANO<br />

. 4<br />

www..amagidesarrollo.com<br />

De la equidad en la distribución<br />

del ingreso al desarrollo humano<br />

Carlos Legna Verna<br />

Profesor emérito de la Universidad de La Laguna, España<br />

clegna@ull.edu.es<br />

Asistimos a un proceso de crecimiento de la desigualdad en la distribución del<br />

ingreso y de la riqueza en el mundo. Algunos datos, tomados del informe de<br />

OXFAM de este año “Premiar el trabajo, no la riqueza”, ilustran claramente<br />

sobre esta tendencia.<br />

Según datos para el conjunto del mundo:<br />

• El 82% de la riqueza mundial generada durante el pasado año fue a parar a manos<br />

del 1% más rico de la población mundial, mientras que el 50% más pobre –3<br />

700 millones de personas– no se benefició lo más mínimo de dicho crecimiento.<br />

• En 2016, 61 personas poseían la misma riqueza que la mitad de la población mundial.<br />

• Desde el año 2010, la riqueza de esta élite económica ha crecido en un promedio<br />

del 13% al año; seis veces más rápido que los salarios de las personas trabajadoras,<br />

que apenas han aumentado un promedio anual del 2%. Entre marzo de<br />

2016 y marzo de 2017 se produjo el mayor aumento de la historia en el número<br />

de personas cuyas fortunas superan los mil millones de dólares, con un nuevo<br />

milmillonario cada dos días.<br />

• En lo que concierne a nuestro continente, América Latina y el Caribe:<br />

• El 10% más rico de la población concentra el 68% de la riqueza total, mientras<br />

el 50% más pobre solo accede al 3.5% de esa riqueza.<br />

• La riqueza de los milmillonarios latinoamericanos creció en 155 mil millones de<br />

dólares el último año; cantidad de riqueza que sería suficiente para acabar casi 2<br />

veces con toda la pobreza monetaria por un año en la región.<br />

• El 16% de los trabajadores asalariados y el 28% de los trabajadores por cuenta<br />

propia se encuentran en situación de pobreza.<br />

Además de las desigualdades que muestran los datos precedentes hay una fuerte desigualdad<br />

de género. Las mujeres trabajadoras se encuentran en la base de esta pirámide<br />

económica. En todo el mundo, ellas ganan menos que los hombres y están sobrerrepresentadas<br />

en los empleos peor remunerados y más precarios. De igual forma, nueve<br />

de cada 10 mil millonarios son hombres. En América Latina, las mujeres trabajan casi el<br />

doble de horas que los hombres en trabajos no remunerados. El mencionado informe<br />

menciona algunos ejemplos dramáticos: “(...) las mujeres que trabajan en fábricas textiles<br />

vietnamitas, lejos de sus hogares y sin ver a sus hijos durante meses, a cambio de<br />

salarios de pobreza. O como las mujeres que trabajan en la industria avícola de los Estados<br />

Unidos, obligadas a llevar pañales porque no tienen descansos para ir al servicio.<br />

O las mujeres que trabajan en hoteles de Canadá, víctimas de acoso sexual y obligadas<br />

a mantenerlo en secreto por miedo a perder su empleo”.<br />

Los pocos datos mencionados son elocuentes; y plantean una cuestión ética. Según<br />

una corriente de pensamiento económico, de larga tradición, la redistribución de los<br />

frutos del crecimiento económico obstaculiza a este último: en otras palabras, la equidad<br />

está reñida con la eficiencia económica. Entonces, según este razonamiento, se<br />

puede defender una mayor equidad en la distribución del ingreso y de la riqueza atendiendo<br />

a principios morales; pero la mayor equidad se logrará a costa de un menor crecimiento<br />

económico. También se sostiene, siempre según esta línea de pensamiento,<br />

que el crecimiento económico mejora la distribución del ingreso. Por lo tanto, es mejor<br />

crecer primero y luego distribuir.<br />

Las afirmaciones precedentes son falsas. Porque no sólo los datos precedentes muestran<br />

que el crecimiento económico, por sí sólo, no asegura una mejor distribución del<br />

ingreso y de la riqueza (en su libro Desarrollo y Libertad, Amartya Sen, Premio Nobel de<br />

Economía, demuestra que las afirmaciones que hemos comentado son falsas; así como<br />

otras, que frecuentemente las acompañan, según las cuales se crece económicamente<br />

más con regímenes dictatoriales que con democráticos). Aquéllas afirmaciones son<br />

falsas también porque hay evidencias empíricas que muestran que si la distribución<br />

de la riqueza y del ingreso es muy inequitativa obstaculiza<br />

al crecimiento económico. Si esto es cierto,<br />

hay dos conclusiones importantes desde el punto de<br />

vista de las políticas públicas: a) no son necesarios<br />

argumentos morales (si bien son importantes) para<br />

ejecutar políticas sociales que sean más justas; y b)<br />

para afianzar el crecimiento económico se deben<br />

diseñar políticas sociales.<br />

Para justificar el punto b) anterior debemos comentar<br />

algunas de las razones por las cuales<br />

una muy injusta distribución del ingreso y de la<br />

riqueza obstaculiza el crecimiento económico:<br />

a) La desigualdad es vista, por los más pobres,<br />

como un signo de injusticia y desigualdad de<br />

oportunidades (con razón, por cierto). Y esto<br />

es una causa de inestabilidad social que genera<br />

huelgas, motines y el aumento de la<br />

violencia y la inseguridad, que reducen el<br />

crecimiento económico.<br />

b) Los pobres emprendedores no tienen, como es sabido, acceso a los<br />

mercados financieros, lo que, obviamente, es un obstáculo para que una parte importante<br />

de la población contribuya a la producción.<br />

c) Generalmente, los más pobres no tienen acceso a buenos servicios de educación y<br />

salud. Pero la educación es fundamental para el logro de una mayor eficiencia económica<br />

(las personas pueden asignar mejor sus recursos económicos) y, ciertamente clave, para<br />

lograr un crecimiento de la innovación tecnológica. Con una población con bajo nivel de<br />

formación un país no puede avanzar tecnológicamente y ni mejorar su productividad<br />

del trabajo, que es una condición para el aumento de los salarios reales. Igualmente, la<br />

salud es una condición necesaria para el crecimiento económico: los débiles y enfermos<br />

no pueden trabajar...Niños mal nutridos y mal tratados en materia de salud serán adultos<br />

incapaces de ejecutar trabajos que requieran fortaleza física y mental.<br />

El funcionamiento del sistema económico y político no tiende automáticamente a reducir<br />

la marginalidad y la pobreza y, por tanto, sus efectos sobre el crecimiento económico<br />

que hemos mencionado. Esto es así porque la pobreza, la marginalidad social,<br />

el mal estado de la salud y la insuficiente e inadecuada educación tienden a reproducirse<br />

(en un artículo publicado en otro medio hemos explicado cómo esto ocurre en<br />

Argentina y es causa de aumentos de la violencia y de la inseguridad. La mayor parte<br />

de la desigualdad en el ingreso de los adultos de América Latina y del mundo se debe<br />

a circunstancias personales sucedidas durante su niñez, que escapan a su control y<br />

responsabilidad. Estas circunstancias están ligadas a la raza, el género, el lugar de nacimiento,<br />

y el nivel educativo y de educación de los padres, como lo demuestra el “Índice<br />

de Oportunidades Humanas” (ver “LAC Equity Lab: Igualdad de Oportunidades”,<br />

Disponible en http://www.bancomundial.org/es/topic/poverty/lac-equity-lab1/equa-

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