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Página SIETE Domingo 23 de septiembre de 2 018<br />

D e m o c ra c i a<br />

De la nación-cuartel a la nación-palacio.<br />

El secuestro de la democracia<br />

9<br />

ideas<br />

l El palacio simboliza aquello que no tiene que ver con recursos públicos, malversación de<br />

fondos o uso suntuoso del dinero. Tiene que ver con algo mayor: la idea misma de democracia.<br />

El palacio de Evo ha costado<br />

mucha plata. Ya lo sabemos.<br />

Sabemos también<br />

que con esa plata pudimos<br />

mejorar la salud. Y esa es la<br />

evaluación predominante que se<br />

ha hecho de este mastodonte de<br />

cemento. Sin embargo, hay algo<br />

que merece mayor atención y que<br />

queda simbolizado en este inmenso<br />

constructo: la política –sí, la política<br />

en sí misma–ha sido anulada<br />

y recluida en este esperpento de<br />

más de 20 pisos.<br />

En este edificio es que se la ha<br />

secuestrado. Es en sus pasillos<br />

donde se toman las decisiones<br />

sobre cómo asegurar la permanencia<br />

de la rosca masista en el<br />

poder; en sus saunas donde se<br />

discute el color del estadio que<br />

se va a construir en Cochabamba;<br />

en la sala de lectura de Evo<br />

donde se define que el edificio de<br />

Unasur bien puede servir para<br />

festejar matrimonios, fiestas de<br />

promoción de colegio o joditascarnavaleras;<br />

en el helipuerto se<br />

congrega a los hermanos Kjarkas<br />

para que le metan una zampoñadita<br />

viendo al Illimani como paisaje<br />

inspirador; en la entrada<br />

donde se definen los negocitos a<br />

ser emprendidos con los hermanos<br />

chinos. En fin…<br />

¿Y la Asamblea Legislativa? No<br />

hace política. Se limita a levantar<br />

la mano. ¿Y los municipios? En su<br />

mayor parte empeñados en lucrar<br />

con convocatorias públicas<br />

y coreando el nombre de Evo con<br />

tal de recibir el Evo Cumple. ¿Y<br />

los medios? Iturrizados en su<br />

mayor parte, con leves excepciones<br />

digitales. ¿Y las plataformas<br />

ciudadanas? En vías a despolitizarse<br />

como efecto de la Ley de<br />

Organizaciones Políticas que las<br />

obliga a partidizarse. En fin…<br />

Sí, considero que cuando Banzer<br />

dio un golpe de Estado y asaltó<br />

el Palacio Quemado no atacó<br />

solo una edificación de cemento.<br />

Atacó a la política misma raptándola<br />

por muchos años en lo que<br />

fue el tiempo de la nación-cuartel.<br />

Las decisiones se diseñaban,<br />

tomaban y ejecutaban entre cuatro<br />

paredes.<br />

La política dejó de existir, más<br />

que en espacios clandestinos,<br />

ejercicios de inmolación/politización<br />

que terminaban con la vida<br />

de quien osaba decir o hacer<br />

algo (la política tenía lugar en el<br />

mero instante de la protesta para<br />

desaparecer brutalmente una<br />

vez que quedaba suprimida por<br />

las fuerzas del orden) o en recintos<br />

de denuncia internacional.<br />

Más nada.<br />

Diego Ayo<br />

Po l i t ó l o g o<br />

¿Y la<br />

Asamblea<br />

Legislativa ?<br />

No hace política.<br />

Se limita<br />

a levantar<br />

la<br />

mano. ¿Y<br />

los municipios?<br />

En su<br />

mayor parte<br />

empeñados<br />

en lucrar<br />

con<br />

convocato -<br />

rias públicas<br />

y coreando<br />

el<br />

nombre de<br />

Evo con tal<br />

de recibir el<br />

Evo Cump<br />

l e.<br />

El ataque fue a la noción misma<br />

de debatir, criticar, proponer y/o,<br />

en especial, disentir –acciones<br />

medulares de la política–, más que<br />

a una obra arquitectónica.<br />

Esa era el tipo de dictadura que<br />

existió en las décadas de los 70 y<br />

80, atiborradas de militares empecinados<br />

en cumplir su misión.<br />

Hoy la situación ha mutado aunque<br />

el resultado es el mismo. Hemos<br />

pasado de la nación-cuartel<br />

a la nación-palacio.<br />

El palacio simboliza pues aquello<br />

que no tiene que ver con recursos<br />

públicos, malversación de<br />

fondos o uso suntuoso del dinero.<br />

Tiene que ver con algo mayor: la<br />

idea misma de democracia.<br />

El paquidermo construido detrás<br />

del Palacio Quemado es un<br />

ogro maldito que se fagocita la<br />

política volviéndola un asunto<br />

de glorificación a un ser humano;<br />

reduciéndola a ser un chisme o<br />

un conjunto de chismes contra-hegemónico(s)<br />

emitido(s)<br />

por algún descontento mientras<br />

se lava las manos en el baño o<br />

condenándola a ser un artificio<br />

del mal con un Arce, un Guerrero<br />

y algún juez definiendo la vida<br />

de algún infeliz porque pueden y<br />

solo porque pueden.<br />

El Palacio se convierte en el lugar<br />

privilegiado del chisme, la<br />

inventiva difamatoria, la picardía<br />

malsana para preservar el poder<br />

echando mano de cualquier<br />

truquito además de plaza ideal<br />

del ocio extendido a costa del<br />

bolsillo de los bolivianos: gimnasios,<br />

saunas, visitantes nocturnas,<br />

guisos calientes y olorosos<br />

desfilando por los ascensores,<br />

entre otros placeres difuminados<br />

para dar contento a quien<br />

se traga día a día, y cada vez con<br />

más intensidad, porciones de<br />

política: Evo, el glotón procaz de<br />

este suculento plato.<br />

No expulsa lo que devora. Se<br />

acumulan en su ser porciones de<br />

política y sabemos que aquello<br />

no puede durar mucho: lo que<br />

entra debe salir. No es el caso: la<br />

política que entra, no sale más.<br />

Pero debe hacerlo. Reitero: lo<br />

que entra, debe salir. Y lo hará de<br />

un modo que reivindique a la política<br />

nuevamente: explotando.<br />

El tragón de turno no solo no<br />

quiere desprenderse del festín<br />

sino que, además y sobretodo, ha<br />

hecho edificar este mamut de<br />

concreto para que la política no<br />

requiera ya buscarse en otros lugares.<br />

Mejor la condensamos en<br />

un solo sitio, la empequeñecemos<br />

más y la metemos, si es posible,<br />

en el diván de los libros de su<br />

sala de lectura que con seguridad<br />

está vacío. De ese modo, sólo<br />

estirando el brazo tenemos a la<br />

Archivo Página Siete<br />

política en nuestras manos.<br />

Si pudiésemos verla –ver a la<br />

política–, sabríamos que ha sido<br />

jibarizada y se encuentra famélica<br />

en un cuarto oscuro del monumental<br />

palacio imperial.<br />

Debemos rescatarla, no tenemos<br />

otra opción, y destruir este<br />

símbolo no del derroche económico<br />

como usualmente se<br />

argumenta sino del secuestro<br />

de la política. La geografía de la<br />

política en una democracia se<br />

difumina por rincones alejados<br />

de la capital, territorios rurales<br />

secularmente olvidados, barrios<br />

marginales, aulas universitarias,<br />

cafés-restaurantes y<br />

diversos “bordes en disputa”<br />

como manifiesta el profesor<br />

Edward Gibson en su fantástico<br />

ensayo Fronteras en control.<br />

La política en un gobierno autoritario<br />

se desvanece o, al menos<br />

debilita, situándose monopólicamente<br />

en el despacho de<br />

un Stalin, la sala de honor de alguna<br />

Junta Militar setentista o<br />

en el peluquero de Trujillo.<br />

Hoy, nos hemos sofisticado. Le<br />

hemos construido un palacio en<br />

el centro mismo de La Paz, en la<br />

plaza Murillo, en una construcción<br />

bautizada –vaya humor neg<br />

ro –como Casa del Pueblo. Ahí<br />

vive encerrada, aunque sé que no<br />

será por mucho tiempo…

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