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Acerca del alma - Aristóteles

Acerca del alma se enmarca en el grupo de obras aristotélicas dedicadas a la naturaleza orgánica y a los seres vivos. Aristóteles entiende el alma como principio de vida, lo cual explica que este estudio combine cuestiones de psicología y de fisiología: percepción, memoria, sueños y vigilia, respiración, movimiento. Se trata, sin duda, de una concepción naturalista muy distinta de las espiritualistas propias del platonismo y el cristianismo, sin connotaciones religiosas y apegada a las ciencias particulares. Define el alma como principio vital o animador, que subyace a todas las funciones manifiestas, desde la reproducción hasta la actividad intelectual. Por eso, aunque este tratado no instituye un dualismo ni separa el alma del cuerpo, tampoco desustantiviza el alma, que se mantiene irreductible tanto como potencia o posibilidad de vida como acto vital efectivo. La riqueza de Acerca del alma ha alimentado multitud de corrientes vitalistas hasta nuestros días. Ha ejercido una gran influencia tanto en psicología (por su teoría de las facultades) como en teoría del conocimiento.

Acerca del alma se enmarca en el grupo de obras aristotélicas dedicadas
a la naturaleza orgánica y a los seres vivos. Aristóteles entiende el alma
como principio de vida, lo cual explica que este estudio combine
cuestiones de psicología y de fisiología: percepción, memoria, sueños y
vigilia, respiración, movimiento. Se trata, sin duda, de una concepción
naturalista muy distinta de las espiritualistas propias del platonismo y el
cristianismo, sin connotaciones religiosas y apegada a las ciencias
particulares. Define el alma como principio vital o animador, que subyace
a todas las funciones manifiestas, desde la reproducción hasta la
actividad intelectual. Por eso, aunque este tratado no instituye un
dualismo ni separa el alma del cuerpo, tampoco desustantiviza el alma,
que se mantiene irreductible tanto como potencia o posibilidad de vida
como acto vital efectivo. La riqueza de Acerca del alma ha alimentado
multitud de corrientes vitalistas hasta nuestros días. Ha ejercido una gran
influencia tanto en psicología (por su teoría de las facultades) como en
teoría del conocimiento.

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suyas son el engendrar y el alimentarse. Y es que para todos los<br />

vivientes que son perfectos [36] —es decir, los que ni son incompletos<br />

ni tienen generación espontánea— la más natural de las obras consiste<br />

en hacer otro viviente semejante a sí mismos —si se trata de un<br />

animal, otro animal, y si se trata de una planta, otra planta— con el fin<br />

de participar de lo eterno y lo divino en la medida en que les es<br />

posible: todos los seres, desde luego, aspiran a ello y con tal fin<br />

realizan cuantas acciones realizan naturalmente —la palabra «fin», por<br />

lo demás, tiene dos sentidos: objetivo y subjetivo—. Ahora bien,<br />

puesto que les resulta imposible participar de lo eterno y divino a<br />

través de una existencia ininterrumpida, ya que ningún ser sometido a<br />

corrupción puede permanecer siendo el mismo en su individualidad,<br />

cada uno participa en la medida en que le es posible, unos más y otros<br />

menos; y lo que pervive no es él mismo, sino otro individuo semejante<br />

a él, uno no en número, sino en especie.<br />

Por otra parte, el <strong>alma</strong> es causa y principio <strong>del</strong> cuerpo viviente. Y<br />

por más que las palabras «causa» y «principio» tengan múltiples<br />

acepciones, el <strong>alma</strong> es causa por igual según las tres acepciones<br />

definidas: ella es, en efecto, causa en cuanto principio <strong>del</strong> movimiento<br />

mismo, en cuanto fin y en cuanto entidad de los cuerpos animados.<br />

Que lo es en cuanto entidad, es evidente: la entidad es la causa <strong>del</strong> ser<br />

para todas las cosas; ahora bien, el ser es para los vivientes el vivir y el<br />

<strong>alma</strong> es su causa y principio. Amén de que la entelequia es la forma de<br />

lo que está en potencia. Es evidente que el <strong>alma</strong> es también causa en<br />

cuanto fin. La Naturaleza —al igual que el intelecto— obra siempre<br />

por un fin y este fin constituye su perfección [37] . Pues bien, éste no es<br />

otro que el <strong>alma</strong> en el caso de los animales de acuerdo con el modo de<br />

obrar de la Naturaleza. Todos los cuerpos naturales, en efecto, son<br />

órganos <strong>del</strong> <strong>alma</strong> tanto los de los animales como los de las plantas: lo<br />

que demuestra que su fin es el <strong>alma</strong>. La palabra «fin», por lo demás,<br />

tiene dos sentidos, objetivo y subjetivo. Por último, el <strong>alma</strong> constituye<br />

también el principio primero <strong>del</strong> movimiento local, si bien tal potencia<br />

no se da en todos los vivientes. También la alteración y el crecimiento<br />

existen en virtud <strong>del</strong> <strong>alma</strong>. En cuanto a la sensación, parece ser un<br />

cierto tipo de alteración y ningún ser que no participe <strong>del</strong> <strong>alma</strong> posee<br />

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