Lux Especial Relatos

Lugares llenos de magia, o aquello que a nosotros nos parece
mágico, donde se adoran dioses; esos malditos seres que
hubiese deseado ninguna cultura conociera. Vivía en un
estado de admiración por las grandes obras humanas hechas
para satisfacer los deseos de seres tan poderosos. Nosotros,
el mero chispazo de una lánguida conciencia en el colosal
correr del tiempo cósmico, creíamos tener la facultad de
comprender las acciones de estas divinidades. Tal supuesto
logro causante de confort, lo niego rotundamente.
Por esos jóvenes años, era incapaz de concebir en mi
pensamiento la cruda verdad. Allá fuera, en el negro vacío,
casi de manera paralela a esta dimensión, existen criaturas
que, no tan ocasionalmente, entran en contacto con nosotros.
Pero tal conexión siempre causa dolor, locura y muerte.
Tuve la oportunidad de visitar algunos lugares históricos, a
primera vista diametralmente distintos unos de otros. Egipto y
sus maravillas, rodeadas de dorada arena, debió parecer hace
miles de años una digna estancia de los dioses.
Machu Picchu, encumbrada en difíciles montañas, o las
hermosas pirámides de los mayas.
Finalmente y cayendo ante la fascinación por lo antiguo y
misterioso, decidí estudiar arqueología. Se me dio la
oportunidad de cultivarme en la prestigiosa Universidad
Miskatonic. Decidí partir hacia Arkham City, entonces. Suponía
que tendría una educación más completa en mi rama, la cual
posteriormente utilizaría para estudiar la cultura mexica.
En mis ratos libres, enseñaba a mis compañeros las maravillas
de la tierra que me vio nacer. Desde mucho tiempo, he
pensado que las personas extranjeras valoran mucho más la
cultura mexicana que uno mismo.
La biblioteca de la universidad era sombría, en un ambiente
asfixiante. De pronto, podías sentir algo acechante entre las
enormes estanterías, donde reposaban libros de
extraordinaria antigüedad.
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