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Cuentame-esta-noche-Megan-Maxwell

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árbol, vio pasear a la pareja por el campamento. La morena parecía<br />

divertida con lo que él le contaba y, sólo con ver el gesto de Bruno, supo<br />

que disfrutaba de la compañía de aquélla.<br />

Penelope, viendo hacia adónde miraba su amiga, se disponía a decir<br />

algo cuando Lidia murmuró:<br />

—Ni se te ocurra decirlo; sé muy bien lo que piensas. —Se levantó de<br />

un salto y añadió—: Voy a descansar un rato. Esta <strong>noche</strong> será larga<br />

Acto seguido, la cazarrecompensas se levantó y, tras dirigirle una<br />

sonrisa a Penelope, fue hasta su tienda y extendió su manta en el suelo. Se<br />

desnudó quedándose sólo vestida con una camisola, se tumbó y cerró los<br />

ojos.<br />

Necesitaba descansar, pero las imágenes de Bruno y de aquella morena<br />

sonriendo la <strong>esta</strong>ban atormentado. Se dio media vuelta para un lado,<br />

después para el otro y, cuando <strong>esta</strong>ba a punto de <strong>esta</strong>llar a causa del<br />

nerviosismo, la puerta de la tienda se abrió y apareció Bruno.<br />

Ambos se miraron durante unos instantes pero ninguno de ellos habló.<br />

Al cabo, él caminó con paso decidido hacia su manta y la cogió. Lidia lo<br />

miró, la agarró y le preguntó sentándose:<br />

—¿Adónde llevas tu manta?<br />

—A donde me dé la gana —replicó él con gesto serio.<br />

Todavía más desconcertada que antes, ella insistió:<br />

—¿Te vas con la morena?… ¿Cómo se llamaba?<br />

—Aimil —respondió él.<br />

—Chico…, ha sido verla y se te ha iluminado la cara y la sonrisa. ¿A<br />

qué se deben tantos besos y abrazos?<br />

El silencio se instaló de nuevo entre ellos hasta que Bruno preguntó:<br />

—¿Te supone algún problema que me vaya de tu lado?<br />

—Absolutamente ninguno —aseguró ella—. En todo caso, gano más<br />

espacio para dormir.<br />

Bruno asintió al percibir su frialdad.<br />

Sin duda podía marcharse cuando quisiera. Entre ellos nunca había<br />

habido normas, ni promesas, especialmente porque Lidia nunca las había

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