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Página<br />
• Reconocimiento<br />
Cuando el bronce<br />
sabe a oro<br />
Por Orlando Salazar Zapata<br />
Comunicador social periodista<br />
Especialista en gerencia de la comunicación corporativa<br />
“…usted quisiera que ese medicamento<br />
lo durmiera para siempre,<br />
para no volver a tener dolor”.<br />
Un año y cuatro meses antes de que el<br />
locutor Édgar Humberto López Rodríguez<br />
ganara la medalla de bronce en la prueba de<br />
ciclismo de los Juegos Nacionales de Acord<br />
Colombia, en Bucaramanga (14 de abril de<br />
2019), su lucha no era por una presea.<br />
Quienes supieron de su linfoma no hodgkin<br />
(cáncer en tejidos linfáticos – ataque<br />
al sistema inmunológico del cuerpo); quienes<br />
lo vieron padecer sus crisis y sus recaídas;<br />
quienes lo acompañaron casi dos años<br />
luchando por su vida en las clínicas Los Rosales,<br />
Oncólogos de Occidente y Liga contra<br />
el Cáncer de Risaralda; quienes lo vieron<br />
con una permanente actitud de lucha desafiando<br />
a un cuerpo abatido, carcomido por<br />
la enfermedad y resquebrajado por tantos y<br />
fuertes medicamentos, saben que este locutor<br />
de 60 años de edad está vivo de milagro,<br />
literalmente.<br />
Vestido con un uniforme negro en el<br />
que resaltaban los colores de la bandera<br />
de Colombia y los logosímbolos en el pecho<br />
del patrocinador del atuendo (Cordep)<br />
y de Acord Risaralda; con gafas oscuras<br />
y un casco gris y azul que combinaba con<br />
la bicicleta – por demás prestada -, Édgar<br />
López llegó al velódromo Alfonso Flórez<br />
Ortiz, de Bucaramanga, apenas unas horas<br />
después de bajarse del avión que lo traía<br />
desde Pereira junto con la delegación de los<br />
periodistas de Acord Risaralda que hicieron<br />
parte de estas justas.<br />
“En la pista no me sentí bien por los<br />
aplazamientos en la partida, a raíz de la lluvia;<br />
el cuerpo se enfría”.<br />
El kilómetro con partida detenida de<br />
la categoría E lo ganó el boyacense Miguel<br />
Molina (1 minuto 28 segundos), seguido<br />
por el experto en periodismo automovilístico<br />
Germán Mejía Pinto (1.37 segundos);<br />
Édgar paró el cronómetro en 1.49 segundos.<br />
“No presenté un registro que debía ser<br />
representativo”, dijo.<br />
Al día siguiente se colgó la medalla de<br />
bronce; la prueba fue un circuito en el municipio<br />
de Piedecuesta, área metropolitana<br />
de Bucaramanga; las 10 vueltas quedaron<br />
“Toda la vida tuve fe. Pero<br />
lo que pasa es que antes<br />
era más tibio, y Dios no<br />
permite tibios. Al único<br />
que tenía presente era a<br />
Dios; nunca vi túneles; vi<br />
mi fe. Yo le decía a Dios<br />
que si era el momento de<br />
partir, tenía que hacerlo,<br />
porque él era el dueño de<br />
mi vida”.<br />
reducidas a 8 por decisión de la organización<br />
y en virtud de la exigencia que representaba<br />
el recorrido, ya que de los 3.5 kilómetros<br />
por giro, la mitad era un ascenso<br />
tendido que resentía las piernas de los periodistas<br />
- ciclistas divididos por categorías,<br />
cuyas edades oscilaban entre los 30 y 70<br />
años de edad.<br />
“Toda la vida me ha encantado el ciclismo;<br />
desde que nací estoy montado en una<br />
bicicleta, en un triciclo, y lo primero que<br />
aprendí a narrar fue ciclismo”.<br />
Édgar Humberto López Rodríguez<br />
es la voz detrás del micrófono del estadio<br />
Hernán Ramírez Villegas; sus colegas lo<br />
molestan porque le dicen que tiene emisora<br />
propia y con sintonía total. Los aficionados<br />
saben de primera mano las alineaciones,<br />
el nombre de los árbitros, los jugadores<br />
amonestados o expulsados; con Édgar, las<br />
marcas comerciales que acompañan esa<br />
información adquieren una identidad, porque<br />
como buen locutor y vendedor de publicidad<br />
se las ingenia para que el mensaje<br />
pegue.<br />
La enfermedad - ahora último -, pero la<br />
crisis de la radio comercial ante la drástica<br />
reducción de las empresas en sus ítems de<br />
publicidad fue menguando desde hace casi<br />
tres lustros su siempre persistencia profesional.<br />
En sus comienzos y en su etapa de<br />
mayor producción radial se paseó por Bogotá,<br />
Bucaramanga, Pereira y Manizales<br />
en diferentes emisoras, haciendo de todo<br />
en la radio – incluso fue gerente de una<br />
estación radial en Girardot – hasta que fue<br />
consolidando su vocación: la narración del<br />
ciclismo y del fútbol, cubriendo partidos de<br />
la Selección Mayores y Copa Libertadores<br />
de América; asistiendo a Vueltas a Colombia<br />
y a tres vueltas a Chiriquí, en Panamá,<br />
en donde fue escuchado y admirado por la<br />
emotividad que caracteriza al narrador deportivo<br />
colombiano.<br />
En los Juegos de Acord ha competido<br />
en atletismo, en bolo y en ciclismo, atravesando<br />
ese umbral de la profesión periodística<br />
a la vivencia sobre la bicicleta; claro que<br />
para él no representa mayor esfuerzo; sus<br />
recorridos en ciclason para sus actividades<br />
particulares y para ejercitar su cuerpo; es<br />
fácil verlo en la ciudad visitando clientes<br />
a los que les vende perfumes, y en un momento<br />
se hizo conocido porque en sus ascensos<br />
a Chinchiná se hacía acompañar de<br />
un Labrador color chocolate que ya murió.<br />
Hoy sigue esa misma rutina, pese a que<br />
todo el mundo – excepto él – piensa que somete<br />
su cuerpo convaleciente a un esfuerzo<br />
innecesario y casi que kamikaze.<br />
“Hay dos tanques de oxígeno en mi<br />
vida: uno estar frente a un micrófono animando<br />
gente, y el otro montando en bicicleta”,<br />
es la frase con la que se blinda de los<br />
comentarios externos.<br />
Edgar Humberto López Rodriguez<br />
LA MEDALLA Y EL CÁNCER<br />
En Piedecuesta, animado por la proximidad<br />
de la línea de meta y por los gritos de<br />
aliento de los colegas y aficionados en general,<br />
se paró en los pedales para recorrer<br />
los últimos 100 metros; lo dio todo; llegó<br />
exhausto a la meta, solo con el aliento de<br />
bajarse de la bicicleta y pedir auxilio; después<br />
de recibir atenciones de reanimación,<br />
se incorporó y supo entonces que había ganado<br />
medalla.<br />
El tercer lugar en esta prueba le supo a<br />
oro. Entre la enfermedad y el bronce en los<br />
Juegos Acord 2019 siempre ha habido un<br />
puente llamado tenacidad.<br />
En octubre de 2016 le descubrieron el<br />
cáncer que apareció un mes antes con fiebres<br />
incontrolables, sin razones aparentes,<br />
que le provocaron decaimiento total, pérdida<br />
de fuerzas, de energía y desconcierto.<br />
Solo esa primera quimioterapia, tan agresiva<br />
como la misma enfermedad, logró<br />
estabilizarlo, aunque le dejó secuelas en su<br />
cuerpo, como la neuropatía (enfermedad<br />
en el sistema nervioso) y una baja visión<br />
por el ojo izquierdo.<br />
El 2017 fue una especie de pelea de boxeo<br />
con el cáncer; Édgar era un púgil asediado<br />
por los golpes del oponente, acorralado<br />
contra el ring; su compañera, Katherine<br />
Muñoz, desde la esquina, antes que tirarla,<br />
se aferró a la toalla; los asaltos iban pasando<br />
y la hora del nocaut parecía inevitable. La<br />
única tregua en medio de esa paliza infame<br />
era la morfina, cuyo efecto le duraba cerca<br />
de tres horas. “Cuando se la aplican, uno inmediatamente<br />
queda dormido 45 minutos,<br />
y cuando despierta, uno empieza un conteo,<br />
mirando el reloj, pensando a qué horas le va<br />
volver a dar la crisis”.<br />
El combate fue de largo aliento; su cuerpo<br />
débil soportó el embate del cáncer y su<br />
alma y corazón no dejaron nunca de aferrarse<br />
a la vida.<br />
En diciembre de 2017, ya terminado el<br />
tratamiento de quimioterapia, una bronconeumonía<br />
que encontró un organismo<br />
vulnerable, bajo en defensas, lo volvió a poner<br />
en jaque. Era como si el rival le hubiera<br />
asestado el golpe de gracia.<br />
“¡No hay nada qué hacer!” fue la interpretación<br />
que Édgar López hizo de la<br />
gesticulación del oncólogo que lo examinó.<br />
Tras el tratamiento con antibióticos, una<br />
enfermera auxiliar del mismo médico le<br />
dijo textualmente: “Dios lo quiere mucho”.<br />
Y ahí Édgar Humberto López Rodríguez<br />
entendió que esa batalla la había ganado.<br />
¿La enfermedad está superada?<br />
“Yo creo que sí, yo tengo la fe que sí. Lo<br />
que dice el oncólogo es que nos vamos a ver<br />
toda la vida seguramente, cada tres meses<br />
bajo la prescripción de él”.<br />
¿Usted tenía fe?<br />
“Toda la vida tuve fe. Pero lo que pasa<br />
es que antes era más tibio, y Dios no permite<br />
tibios. Al único que tenía presente era a<br />
Dios; nunca vi túneles; vi mi fe. Yo le decía a<br />
Dios que si era el momento de partir, tenía<br />
que hacerlo, porque él era el dueño de mi<br />
vida”.<br />
A los 19 años de edad, aún sin terminar<br />
bachillerato, animaba tabernas en Bogotá,<br />
hacía presentaciones de grupos y se hacía<br />
contratar para anunciar cantantes. El micrófono<br />
ha sido su vida. Un día, a las 3:15<br />
de la tarde se presentó a la emisora Punto<br />
5 a una prueba, y a las 12:00 de la noche ya<br />
estaba contratado para hacer el turno de la<br />
madrugada, anunciando discos.<br />
Quien escribe este texto fue su compañero<br />
en progra<strong>mas</strong> radiales, especialmente<br />
de ciclismo, y en varias transmisiones de<br />
clásicas ciclísticas locales, y lo escuchó narrando<br />
una carrera real desde la cabina de<br />
la emisora, apenas basado en pocos datos<br />
que el periodista - que sí andaba al pie de los<br />
corredores - le compartía cada vez que podía<br />
encontrar una línea telefónica en carretera.<br />
Esa osadía de narrar una carrera sin<br />
verla solo vino a tener una explicación, muchos<br />
años después, con esta entrevista:<br />
Marujita, la señora que ayudaba con los<br />
oficios de su casa, en Bogotá, gustaba que<br />
Édgar narrara carreras de ciclismo imaginarias<br />
mientras ella en el lavadero estregaba<br />
la ropa.<br />
“Yo era un niño de unos 9 años que jugaba<br />
con los nombres de ciclistas del momento,<br />
como Miguel Samacá, “Escobita”<br />
Morales, Álvaro Pachón, “Cochise” Rodríguez,<br />
Siachoque (Carlos Julio), a los que<br />
veía pasar por las calles cuando mi padre<br />
me llevaba a las carreras; la verdad, yo no<br />
iba por ver ciclistas, sino locutores, entre<br />
ellos a José Antonio Churio y Alberto Piedrahita”.<br />
Ese mismo ser humano noble, servicial,<br />
obstinado, luchador, a quien su médico hematólogo<br />
oncólogo le dijo en una consulta<br />
que “lo suyo es un milagro”, confesó que en<br />
medio de su cáncer flaqueó.<br />
“Fueron momentos difíciles; tuve dos<br />
episodios en mi convalecencia. En uno de<br />
ellos le pedí a Dios que ya era hora de partir”,<br />
comentó.<br />
¿Y el segundo?<br />
“Pensaba en medio de mi crisis terminar<br />
con mi vida. A uno le dan esas crisis tan<br />
terribles que usted dice para qué vivir; para<br />
qué vivir más, si usted está en una cama,<br />
donde lo único que quiere es que le pongan<br />
un calmante. Lo único que me calmaba era<br />
la morfina, entonces cada hora la pedía, entonces<br />
eso ya no lo veía como vida, ¿sí me<br />
entiende?”<br />
¿Y quiso acabar con su vida?<br />
“Uy sí. Yo estaba recluido en el tercer<br />
piso de la Liga contra el Cáncer y varias<br />
veces miraba la ventana y pensaba lanzarme…<br />
pero volvía a la realidad y pensaba que<br />
de pronto quedo peor, de pronto quedo por<br />
ahí sin una pierna, loco, orate, en fin, peor,<br />
entonces ya cuando venía la enfermera y<br />
me colocaba nuevamente la medicina y me<br />
daba ese calmante, uy, pensaba en Dios y<br />
le decía, Señor, perdóname por tener estos<br />
pensamientos que surgen en medio de la<br />
desesperación”.<br />
Por eso, la medalla de bronce que ganó<br />
Édgar Humberto López Rodríguezen los<br />
Juegos Deportivos Acord Colombia 2019<br />
no fue el triunfo en una carrera; fue la recompensa<br />
a su coraje.<br />
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