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Opinión •
¿La equidad depende del uso del
lenguaje?
Por: Rodrigo Tabares Ruiz
Coordinador de Comunicaciones Universidad Cooperativa de Colombia
El debate sobre el uso de expresiones
como el todos y todas no es
una simple discusión de género
como categoría gramatical; sino
que tiene un profundo contenido
ideológico y cultural por el trato
discriminatorio que ha sufrido la
mujer a través de la historia.
Este debate sale a la palestra
cada vez que un defensor del lenguaje
incluyente llama la atención
cuando no se usa uso el todos y
todas, como si de esta manera se
pudiera acabar con la discriminación
hacia el sexo femenino.
En este sentido encontramos
dos posiciones claramente diferenciadas.
De un lado los defensores
del lenguaje incluyente para
quienes no usar el todos y todas
resulta excluyente y antidemocrático
porque acepta y refuerza al
sexo masculino como universal e
implica no reconocer los derechos
de las mujeres
Por otra parte, los escritores,
filólogos, lingüistas y demás especialistas
en el idioma castellano,
quienes señalan que defender el
uso correcto del español no es sinónimo
de machismo ni significa
estar en contra de los derechos
de las mujeres. Simplemente,
El debate sobre el uso
de expresiones como
el todos y todas no es
una simple discusión de
género como categoría
gramatical; sino que tiene
un profundo contenido
ideológico y cultural por
el trato discriminatorio
que ha sufrido la mujer a
través de la historia.
Tomada de: https://pixabay.com/es/photos/%C3%A1frica-american-asia-en-blanco-3476371/
es defender una forma sencilla,
efectiva y estética de comunicación
construida durante milenio
y medio.
En aras de la verdad, ambos
tienen parte de la razón; pero debemos
poner el tema en el terreno
de lo práctico. La discriminación,
la desigualdad y el maltrato contra
las mujeres constituyen una
grave problemática que está presente
no solo en los países llamados
subdesarrollados, sino en las
grandes potencias. Sin embargo,
una cosa es reconocer esta situación,
que por supuesto hay que
combatir, y otra cosa es creer que
se soluciona cambiando el sentido
del idioma.
Hay personas que manejan
un discurso y en la práctica
hacen otra cosa. Muchos creyentes
de diferentes religiones en su
vida cotidiana no respetan los
derechos de sus semejantes, contradiciendo
los postulados de la
religión que profesan. El hecho
de participar en un rito religioso
automáticamente no me convierte
en una buena persona. Son
mis acciones las que determinan
la calidad de persona que soy. El
solo uso del lenguaje incluyente
no significa necesariamente que
en mi actuar respete a las mujeres.
Finalmente, lo que debemos
hacer todos, y aquí se incluye
el sexo femenino, es generar
una cultura y las condiciones para
que la igualdad de género sea
una realidad en la que mujeres
y hombres tengamos las mismas
posibilidades, reconocimiento y
tratamiento en la sociedad.