LD - 2019-07-20
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Una colaboración con<br />
INTERNATIONAL WEEKLY<br />
SÁBADO <strong>20</strong> DE JULIO DE <strong><strong>20</strong>19</strong><br />
Copyright © <strong><strong>20</strong>19</strong> The New York Times<br />
El modelo<br />
sueco se<br />
somete a<br />
una prueba<br />
La mayoría de los terrícolas que están<br />
vivos el día de hoy no existían cuando los<br />
humanos llegaron a la Luna. Millones de<br />
ellos parecen dispuestos a considerar la<br />
teoría descabellada de que ni siquiera<br />
sucedió. Para algunos<br />
de los que los vimos, los<br />
alunizajes ahora parecen<br />
una fantasía distante,<br />
una película granulosa en<br />
blanco y negro, transmitida<br />
en un proyector en el<br />
ático de nuestros cerebros.<br />
Sin embargo, una vez, durante unos<br />
breves años, Estados Unidos tuvo un<br />
programa espacial digno de ese nombre.<br />
Esa era alcanzó su cenit hace 50<br />
años, cuando unas cuantas palabras,<br />
poéticas en su compresión, flotaron desde<br />
los cielos: “Houston, Base de la Tranquilidad<br />
aquí. El Águila ha aterrizado”.<br />
Por primera vez en la historia conocida<br />
del sistema solar, seres conscientes<br />
habían cruzado el espacio de<br />
un mundo a otro. Más de 500 millones<br />
de humanos —el público más grande<br />
en la historia— vieron por televisión<br />
cuando Neil Armstrong pisó la<br />
polvorienta superficie lunar. Esos<br />
pasos y ese cruce nunca se podrán deshacer.<br />
Preservadas en el vacío lunar, las<br />
huellas de esas botas podrían perdurar<br />
más tiempo que la raza que las creó.<br />
El aniversario de aquéllos buenos<br />
tiempos, por así decirlo, llega en un<br />
momento en que los viajes espaciales<br />
nuevamente se han convertido en parte<br />
de la conversación. El presidente Donald<br />
J. Trump ha dicho que quiere volver a<br />
MIKE MCQUADE; ABAJO, NEIL ARMSTRONG/NASA, VÍA ASSOCIATED PRESS<br />
¿Nuestro destino cósmico?<br />
A 50 años del alunizaje, el deseo de ser lanzados al espacio no ha desaparecido<br />
DENNIS<br />
OVERBYE<br />
ENSAYO<br />
llevar a los estadounidenses a la Luna en<br />
<strong>20</strong>24 y una nueva generación de intrépidos<br />
oligarcas de los cohetes se han unido<br />
a la acción. Sin embargo, es fácil olvidar<br />
que durante las últimas cinco décadas,<br />
nunca respondimos realmente la interrogante<br />
fundamental: ¿por qué queremos<br />
ir al espacio?<br />
En 1946, el futurista británico Arthur<br />
C. Clarke citó a un filósofo chino que dijo<br />
que la búsqueda de conocimiento era<br />
una forma de juego. “Muy bien”, escribió<br />
Clarke. “Queremos jugar con naves espaciales”.<br />
El juego rindió frutos. Si no hubiésemos<br />
dejado nuestra burbuja de aire y gravedad,<br />
jamás habríamos tenido la visión<br />
de la Tierra desde el espacio, ni habríamos<br />
alcanzado el despertar ambientalista<br />
que siguió. El programa implicó una<br />
década de innovación forzada, que ayudó<br />
a fertilizar ámbitos de la tecnología y de<br />
los negocios, incluyendo a Silicon Valley,<br />
que apenas si existían antes. Y, no menos<br />
importante, los astronautas trajeron 382<br />
kilos de rocas lunares, que brindaron un<br />
diario del nacimiento del sistema solar.<br />
Por PETER S. GOODMAN<br />
FILIPSTAD, Suecia — Al principio, los<br />
líderes locales vieron a los refugiados como<br />
una oportunidad. Las minas de mineral<br />
de hierro habían cerrado, al igual que<br />
una fábrica que hacía maquinaria para<br />
la industria maderera. El pueblo estaba<br />
abandonado y su población había disminuido<br />
a la mitad. Una oportunidad de resurgimiento<br />
parecía estar cerca.<br />
Era el verano de <strong>20</strong>15, y estaban llegando<br />
personas de algunos de los lugares más<br />
problemáticos del planeta: Siria, Somalia,<br />
Irak. Ocuparían las casas vacías, aprenderían<br />
sueco y trabajarían cuidando a los<br />
suecos de mayor edad. Pagarían impuestos,<br />
que ayudan a financiar los amplios<br />
programas de bienestar social que han<br />
convertido a Suecia, en una rareza en el<br />
mundo, un país aparentemente en paz en<br />
una era de capitalismo<br />
global<br />
tempestuoso.<br />
Pero cuatro<br />
años después<br />
de su llegada,<br />
un número cada<br />
vez mayor de<br />
suecos nativos<br />
han llegado a<br />
considerar a los<br />
refugiados, como<br />
un sumidero<br />
de las finanzas<br />
públicas. La antipatía<br />
por los<br />
inmigrantes<br />
ahora amenaza<br />
con erosionar el<br />
apoyo a la beneficencia<br />
pública<br />
de Suecia.<br />
“La gente no<br />
NORA LOREK<br />
PARA THE NEW YORK TIMES<br />
“La gente no quiere<br />
pagar impuestos<br />
para mantener a<br />
desempleados”.<br />
URBAN PETTERSSON<br />
integrante del ayuntamiento<br />
de Filipstad<br />
quiere pagar<br />
impuestos para<br />
mantener a personas<br />
que no trabajan”,<br />
dijo Urban Pettersson, de 62 años,<br />
integrante del ayuntamiento de Filipstad,<br />
un poblado al oeste de Estocolmo. “El 90<br />
por ciento de los refugiados no contribuye<br />
a la sociedad. Estas personas van a depender<br />
de por vida de la beneficencia pública.<br />
Esto es un enorme problema”.<br />
Desde hace mucho tiempo, Suecia ha sobresalido<br />
como un país más amable, un posible<br />
modelo para otras naciones ansiosas<br />
por evitar el populismo destructivo.<br />
El así llamado modelo nórdico que prevalece<br />
en Suecia, Dinamarca, Finlandia,<br />
Noruega e Islandia ha sido ideado para<br />
proteger a las personas de las desgracias<br />
económicas comunes, que afligen a muchos<br />
países desarrollados. Bajo el modelo<br />
nórdico, los gobiernos proporcionan atención<br />
médica, educación y pensiones a todo<br />
el mundo. El estado proporciona vivienda<br />
subsidiada y guarderías infantiles. Cuando<br />
las personas pierden su empleo, obtienen<br />
beneficios de desempleo y acceso a<br />
Con tinúa en la página 5 Con tinúa en la página 4<br />
INTELIGENCIA<br />
Nueva masculinidad<br />
china en la mira. PÁG. 2<br />
EL MUNDO<br />
México vigila la frontera<br />
contra migrantes. PÁG. 3<br />
DINERO Y NEGOCIOS<br />
Exigen más control en<br />
las lecherías. PÁG. 6<br />
ARTE Y DISEÑO<br />
‘Coro griego’, con toques<br />
modernos. PÁG. 8