You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
que sus madres abandonaban por no poder hacerse cargo de
ellos. Los acogíamos en casa como un hermano más (éramos
tres), y convivían con nosotros unos cuantos días, hasta que
eran acogidos en alguna institución. Quizás de aquellas convivencias
nos haya quedado a mis hermanos y a mí un poso
de generosidad y tolerancia hacia las otras personas. Todo
eran enseñanzas vitales.
Más tarde, ya adolescente, me ocupé de los niños, de los hijos
de la gente necesitada que acudía a solicitar alguna ayuda. Los
teníamos reunidos a todos, y jugábamos con ellos, les leíamos
cuentos... les dábamos el máximo cariño posible, que de eso
también tenían carencia. Recuerdo a niños felices dentro de su
miseria, que te ofrecían lo poco que tuvieran.
Me hace sonreír el recuerdo de un niño en concreto, de ocho
años, que vino una tarde con una pulsera de oro para mí. Me
dijo que la había robado para regalármela. Fue un detalle bonito
dentro de lo ilegal. Por supuesto, no acepté el obsequio,
y le hice reflexionar sobre su acto. Pero la verdad es que me
provocó mucha ternura.... Ese niño hoy tiene un puesto de
Matilde Ripoll • 76 • La Hora de Dios