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SkiShock Magazine #001 Invierno 2019/2020

La revista de Ski en formato XXL

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#01 SKISHOCK

FREERIDERS DE REFERENCIA

DE NUESTRAS MONTAÑAS

PASADO, PRESENTE Y FUTURO

Texto_ Txema Trull y Skishock

Fotos_ Txema Trull

En nuestro país, le debemos mucho a quienes fueron los pioneros del freeride en el Pirineo. Los primeros

freeriders eran considerados los “bandidos locos” de las estaciones de esquí, casi se tenían que

esconder por esquiar líneas expuestas en zonas no marcadas como pistas… eran unos “bichos raros”

por llevar esquís de 100mm de patín.

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Hoy y después de casi dos décadas, las cosas han cambiado,

ya que el fenómeno del freeride se ha puesto de moda, se ha popularizado

y los esquís de 115mm de patín ya no son ninguna

locura, para ninguna generación, donde jóvenes y más adultos,

disfrutan de esta emocionante modalidad.

Digamos la verdad, todo esto lo empezaron los snowboarders,

viviendo el sueño de la nieve polvo. Se deslizaban libremente,

flotando con la enorme superficie de la suela de una

ancha tabla en contacto con la nieve virgen. Eran los irreverentes

de la época, esos “frikis” muy alejados del look repeinado y

moderado del esquí de entonces. Con una estética transgresora,

o sea, los que “molaban” o al menos, que parecía que se divertían

mucho más en la nieve. Esos primeros “frikis” iniciaron

una forma nueva de entender la diversión en la montaña. Llegó

la revolución de los nuevos materiales de esquí bajo la influencia

del snowboard y llegaron entonces, los nuevos esquiadores,

buscando algo fuera de los limites de una pista de esquí.

Los precursores de nuestro freeride en el Pirineo fueron

Snowboarders y esquiadores. Nombres como David Sanabria,

Bruno De La Babarrera, Rubén Blanco, Joan Sabater, David Pujol,

Olive Llovet, Nelson, Ramón Barbé, “el bicha” de Boí Taüll,

Julian Sanllehy, David Pons, Bruno Uranga, Xavi Fane, Félix

Pons, Nelson Domínguez y un largo etc… Son algunos de los

muchos que ya estaban metidos en el freeride en el Pirineo leridano

a finales de los noventa y entrando en el siglo XXI.

Como pioneros, descubrieron los límites del deporte, al mismo

tiempo que sus propios límites y sin saberlo, de forma natural,

pusieron las bases de esta disciplina, promoviendo mucho

un esquí de aventura. Había muy poca información de la

transformación y evolución de esta disciplina fuera de nuestras

fronteras. Las publicaciones llegaban a cuenta gotas y de vez en

cuando, alguien conseguía una publicación americana, donde

aparecían los míticos Shane McConkey o Doug Çoombs, con

los primeros esquís fat.

Sin poder emular demasiado a gente ya más experimentada,

la evolución de “nuestro freeride de esquí” en sus primeros

años fue algo que se trabajaba en “petit comité” y de manera

local, con actitud bastante amateur porque cada salida era algo

experimental. Así es, donde ensayo y error formaban parte de

una estrategia. Prevalecía la actitud algo más “punki” que el

propio esquí técnico… algo que hoy está totalmente superado

por la propia transformación del deporte y de la mentalidad

entorno al deporte.

Llegaron los primeros años del nuevo siglo, donde algunos

de los mencionados impulsaron y participaron en las competiciones

de freeride que se contaban con una mano en nuestras

montañas, sobre todo en la zona centro del Pirineo leridano

como Val d’Aran, Pallars Sobirà y zonas de la Alta Ribagorça,

pasando por el Pirineo Aragonés.

Llegaron los primeros esquiadores freeriders que pusieron

los cimientos de esta modalidad y abrieron camino para nuevas

generaciones, haciendo aparecer una nueva disciplina en

el mundo del esquí. Empezó la nueva revolución capitaneada

por las majestuosas montañas de los Alpes y Dolomitas. Buscar

líneas extremas, volar sobre las rocas, descender estrechos

canales y buscar verticalidad era el cometido.

Buscando en “los inicios de los inicios” del deporte, el tema

se complica algo más, dado que en Europa el alpinismo con

esquís se mezcla con el esquí extremo en los años 70. Deportistas

y aventureros como Glen Plake, Ptor Spricenieks y Nate

Adams ya pisaban muy fuerte en los 80’ en la zona alpina.

Una década después y con la aparición del freeride puro y

duro, es cuando realmente se expandió este fenómeno y comenzaron

a popularizarse las competiciones de esquí extremo…

entonces llegó el Freeride World Tour, donde resaltaron

nombres como Seb Michaud o Bruno Compagnet.

En nuestras montañas en cambio, pocos años más tarde, un

jovencísimo Jordi Tenas entró pisando fuerte en la escena del

freeride. Heredó en experiencia lo mejor de estos primeros

freeriders con grandes dosis de motivación y energía que le hicieron

evolucionar rápidamente en el panorama nacional. Jordi

era una persona motivada, de esquí extremo y que hacía doble

temporada entre Baquiera-Beret (Lleida) y las Leñas (Argentina).

Se hizo un buen nombre entre la comunidad freerider y

las marcas del sector, con su estilo y sus líneas muy sólidas, sus

trepidantes videos realizados con la inseparable Gopro y con

un sin fin de increíbles imágenes de acción. Jordi nos dejó en el

año 2013 tras fallecer en una avalancha en Los Andes, y donde

estábamos precisamente juntos los dos. Falleció haciendo lo

que más le gustaba que era perseguir y buscar las más profundas

nieves no pisadas.

Jordi Tenas fue el máximo exponente de nuestro freeride y

tiró del carro e inspiró a lo que viene a ser una “segunda generación

de freeriders”. Nombres que llevan años muy presentes

como el mediático Aymar Navarro y otros como Adrià Millán,

Marc Moga, Suso Folgar, Cristian Boiria, quienes siguen

el legado que les dejó Jordi y con quien todos habían compartido

aventura y riesgo.

Cabe destacar al freerider andorrano y perteneciente a esta

quinta, Dani Fornell, corredor dedicado de pleno al mundo de

las competiciones de freeride y siendo el primero de la península

en correr el circuito FWT. Tras grandes resultados en el

FWQ, pudo subir a la liga reina en el 2013 aunque ese mismo

año perdió la categoría tras una importante lesión en plena

temporada.

No podemos poner una línea de texto de forma independiente,

ni un punto y a parte entre las distintas generaciones

de freeriders porque de alguna manera, todos ellos van entrelazados…

Un ejemplo es el de Suso Folgar que está a caballo

entre estas dos primeras generaciones y que desde bien joven,

se metió a fondo en esta disciplina.

En el ámbito femenino hay que destacar a Laia Castell Arnau,

de la Alta Ribagorça y Adela Vilanova, de la Garrotxa

(Olot). Las dos con grandes resultados en distintas pruebas

internacionales del FWQ durante los últimos años. Laia, en

una espléndida temporada en 2017, se quedó a las puertas de

subir a la categoría reina con un segundo lugar en el Freeride

World Qualifier y ganando dos pruebas de 4 estrellas en esa

temporada.

Alejados del Pirineo pero presentes en la escena, en la zona

centro, los hermanos Pantoja fueron quienes promovieron

el freeride en Madrid y quienes ahora siguen explorando la

sierra de Guadarrama de forma incesable. Son los hombres

presentes y representativos de la meseta.

La evolución del mundo digital ha permitido a las nuevas generaciones,

conocerse a través de fotos, redes sociales, videos

y películas, creando contenido singular y único, además de exponer

su estilo a través de imponentes fotos en medios tradicionales

e impresos. Algunos consiguieron incluso dar el salto

a la gran pantalla y aparecer en los telediarios.

Nuestro freeride en el Pirineo goza de muy buena salud, con

una progresiva evolución, popularizado en la mayoría de valles

y generando aspiración… Todo esto paralelamente al boom del

Skimo, que no deja de ser esquí de montaña, pero con ascenso

a pie y descenso en esquí. Donde un Kilian Jornet ya nos representa

con un descenso por el Trollveggen, la pared rocosa más

alta de Europa. Veremos por dónde evoluciona la tendencia…

En estos años, paradójicamente, las competiciones “más

sociales” han conocido un retroceso. Prácticamente ya no se

dan las bonitas competiciones de freeride populares, que suponían

un punto de encuentro, aunaban a freeriders de todos

los niveles y venidos desde distintos valles y sierras de media

Península. Encuentros que hacían crecer las relaciones y a la

comunidad freerider y donde predominaba el ambiente festivo

más allá de los resultados. Actualmente tan solo encontramos

un par de carreras FWQ y el circuito junior, todas ellas encaradas

al circuito del FWT con un elevado coste económico para

los participantes.

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