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Asesino de brujas. La bruja blanca- Shelby Mahurin

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Fruncí el ceño, evitando sus ojos.

—Claro, señor.

—Las brujas creen que su reina, la Dame des Sorcières, ha sido bendecida por la

diosa. Creen que ella, esa cosa, puede adoptar las formas de la trinidad a voluntad.

—Hizo una pausa, tensó la boca al mirarme—. Hoy, creo que te has enfrentado a la

Dame des Sorcières en persona.

Lo miré boquiabierto.

—¿Morgane le Blanc?

Él asintió con brusquedad.

—La misma.

—Pero, señor…

—Explica la tentación. Tu incapacidad de controlar tu naturaleza más básica. La

Dame des Sorcières es increíblemente poderosa, Reid, en particular en esa forma. Las

brujas afirman que la Madre representa la fertilidad, la realización y… la

sexualidad. —Contorsionó el rostro con desagrado, como si la palabra hubiera

dejado un sabor amargo en su boca—. Un hombre inferior a ti habría sucumbido.

Pero quise hacerlo. Mi rostro ardió lo suficiente como para causar dolor físico

mientras el silencio descendía entre los dos. Oí los pasos y el arzobispo posó su

mano en mi hombro.

—Expulsa esa idea de tu mente, para que la criatura no envenene tus

pensamientos y corrompa tu espíritu.

Tragué con dificultad y me obligué a mirarlo.

—No le fallaré de nuevo, señor.

—Lo sé. —Sin vacilación. Sin incertidumbre. El alivio infló mi pecho—. Esta vida

que hemos escogido, la vida del autocontrol, de la templanza, no carece de

dificultades. —Presionó mi hombro—. Somos humanos. Desde el albor de los

tiempos, el suplicio de los hombres ha sido la tentación de las mujeres. Incluso

dentro de la perfección del Jardín del Edén, Eva sedujo a Adán y lo hizo pecar.

Cuando no dije nada, soltó mi hombro y suspiró. Ahora, cansado.

—Presenta este asunto ante el Señor, Reid. Confiesa y él te perdonará. Y si… con el

paso del tiempo… no puedes superar esta aflicción, quizás debamos conseguirte

una esposa.

Sus palabras golpearon mi orgullo, mi honor, como un puñetazo. La furia recorrió

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