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EL NARRATORIO ANTOLOGIA LITERARIA DIGITAL NRO 67 SEPTIEMBRE 2021

Antología de cuentos de autores hispanoamericanos

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a casa cansado y de mal humor y, cuando fuera a beber su agua fresca, vería que a

ella se le había olvidado fuera. Otra vez. ¿Por qué lo había olvidado? ¿Qué le había

pasado? Siempre intentaba recordarlo, pero algo había ocurrido después de llenar su

vaso. La habían llamado por teléfono, sí, eso había sido. Visualizó la botella sobre la

encimera de la cocina. Se enfadaría muchísimo, la llamaría inútil, y torpe, y tonta, le

recordaría todas las cosas que hacía mal cada día, y ella se sentiría pequeña y débil,

como una polilla. El miedo se enredó con la vergüenza. No lo podía permitir. No

debía sentir miedo de la persona con la que compartía su vida. ¿Qué le diría a un

paciente en su situación? ¡Era tan fácil cuando no se trataba de ella!

La pareja se alejó. Observó sus siluetas mezclándose con la neblina. Iban

abrazados, él le besaba a la chica en el cuello.

Decidió hablar con Nuno al llegar a casa. Estaría tan enfadado que

provocaría una discusión. Ella aprovecharía para hacerle ver lo exagerado de su

reacción. Le confesaría que le tenía miedo, que cada día entraba en casa asustada

pensando qué habría hecho mal, que al oír su voz todos sus músculos se ponían en

alerta, que tenían que solucionarlo o ella se iría de casa porque no lo aguantaba más.

Sintió un pinchazo en el dedo pulgar, se había arrancado demasiada piel.

Tenía una perla de sangre, la chupó y sintió su sabor a hierro. Hierro y azufre.

Se levantó del banco y siguió caminando. Esta vez sus pies iban decididos

de verdad. Repasó la conversación en su cabeza una y otra vez, con diferentes

reacciones, con diferentes respuestas. Se sintió fuerte. Llegó a su casa y abrió la

puerta con la sensación de tenerlo todo bajo control.

Desde el salón vio que él estaba fumando en la terraza, junto a las

hortensias, las que no tenían un azul tan intenso. El humo de su cigarro ascendía

abriéndose camino entre la noche oscura.

Mariana pasó a la cocina y vio que la botella seguía sobre la encimera.

Quizás no la había descubierto. Entonces igual no estaba enfadado. Pero de todas

formas tendría que hablar con él. Aunque había tenido un día duro y estaba muy

cansada. También podían hablar otro día. Sí, definitivamente podían hablar otro día.

Se desvistió y se puso su pijama, el que Nuno le había regalado por su cumpleaños.

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