ENFOQUE DEL CAFE 47
Cancún, Las Vegas, Louisiana,París, aves y mucho más...
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colombianas, paradójicamente atribuida al Caribe. “Noches de<br />
Bocagrande” de la autoría del Maestro Faustino Arias, nariñense,<br />
es la remembranza a aquella caprichosa forma que retrata<br />
el mar de Pizarro, al crear cerca de Tumáco, una isla que lleva<br />
aquel nombre.<br />
Más abajo irrumpe majestuosa la cordillera de los Andes y<br />
como regalo de dioses, se abre en tres grandes ramales, los que<br />
darán vida a la zona más poblada de Colombia. Desde cumbres<br />
cubiertas de nieves perpetuas, hasta frescos y bellos valles llenos<br />
de vida surgen en su recorrido. Agricultura, ganadería, comercio,<br />
industrias, grandes ciudades y poblaciones intermedias<br />
son circundadas por pueblos, donde gentes buenas y laboriosas<br />
labran la tierra, arañan el surco, extraen metales preciosos o fabrican<br />
con lana, cabuya y otros materiales sombreros, ponchos,<br />
cobijas, ruanas y bellas artesanías, elaboradas estas últimas, en<br />
maderas de cada región o con arcillas extraídas de la tierra. El<br />
caolín proporcionará vajillas que adorna la cocina montañera y<br />
lujosas casas en extraños países.<br />
Los orfebres representan también esta gran nación. Su creatividad<br />
dibujará en delgados hilos de oro y plata, la filigrana que<br />
luce el prelado, la campesina orgullosa o la encopetada señora.<br />
El café será testigo por más de cien años, de cómo una rubiácea<br />
surgida a punta de penitencias, se convirtió en la bebida generadora<br />
de bienestar.<br />
La zona andina aparece en el mapa de la patria. Elevadas<br />
montañas vecinas de verdes tapetes llamados valles, sabanas,<br />
humedales, construyen una simbiosis que va de lo rustico y<br />
caprichoso de la roca a la tersura de un tapiz retratado en un<br />
lienzo de nuestros mejores acuarelistas. Surgirá la Sabana de<br />
Bogotá, los valles del Rio Magdalena, del río Cauca y otros tantos<br />
que maravillan al transeúnte; en tales lugares se construye la<br />
identidad de los colombianos y como homenaje a cada centímetro<br />
de nuestro país, recordemos los primeros renglones de la<br />
Novela “Risaralda” de Bernardo Arias Trujillo; su descripción es<br />
miramiento a ese edén que es toda Colombia: “Valle anchuroso<br />
de Risaralda, valle lindo y macho que se va regando entre dos<br />
cordilleras como una mancha de tinta verde. Llanura de dulce<br />
nombre, que de tan serlo se deslíe en los labios como un confite<br />
de infancia y al pronunciarlo se oyen puntilleos de tiple guerrillero<br />
y sonajas de bambuco parrandista”. Más bello no se le pudo<br />
cantar a nuestra geografía.<br />
Colombia es alegría. La cumbia y el internacional vallenato,<br />
acompañan al porro y las danzas negras del pacífico. Los manjares<br />
con panela y coco, hacen juego con la comida del Atlántico,<br />
con la bandeja paisa, el cabrito santandereano, la chanfaina boyacense,<br />
la mamona del llano o el santafereño ajiaco. Enumerar<br />
tanta exquisitez, necesitaría innumerables cuartillas. Perdónenme<br />
los comilones no mencionar sus platos preferidos.<br />
El mestizaje hizo de Colombia una mixtura racial, rica en<br />
sones, atuendos, gastronomía, ambientes y paisajes, narrados<br />
por García Márquez o William Ospina. Estos y otros tantos estudiosos,<br />
nos indican lo que va del zambo al mulato y de estos,<br />
al tercerón o cuarterón, cuando no al salta atrás o el tente<br />
en el aire. Estarán entonces el bullicioso negro, al melancólico<br />
hombre del páramo, el trabajador de la montaña, el hombre del<br />
altiplano cundiboyacense, los llaneros y santandereanos. Todos,<br />
todos con su particular hablar, entonación caprichosa o radiografía<br />
de un mapa genético que nos hace diferentes aunque seamos<br />
los mismos.<br />
No hay que buscar afuera. Bogotá no solo está más cerca de<br />
las estrellas, es multiculturalidad y mucho más; Medellín, modernidad<br />
y convivencia entre su dirigencia pública y privada;<br />
Cartagena es historia y evocación nostálgica de amores y desamores;<br />
Cali es salsa; Popayán, Mompox, Tunja, Santa Fe de Antioquia,<br />
son un agregado histórico, donde en sus noches y por<br />
sus calles, el fantasma de errantes frailes, muestran la Colonia<br />
con sus templos, calles empedradas y procesiones de semana<br />
santa. Barranquilla es la puerta de entrada de flujos migratorios<br />
y mercancías dejadas por vapores en pueblos como Honda<br />
construidos en las orillas del rio Magdalena. Bucaramanga,<br />
Santa Marta, Pereira y otras ciudades, muestran la pujanza de<br />
sus gentes.<br />
El Chocó es más que selva. Ríos de agua impoluta o la temida<br />
rana son sus habitantes permanentes. Es la gran fábrica de<br />
oxigeno que nutre la más variada y aún desconocida avifauna.<br />
Alberga miles de especies vegetales, frutas que nosotros mismos<br />
desconocemos; gran centro de medicina natural dispuesto para<br />
el estudio y aplicación de toda la humanidad.<br />
Leer la “Guía de las Aves de Colombia” de Steven L. Hilty y<br />
William L. Brown y observar la bella ilustración que contiene<br />
centenares de aves elaborada por Guy Tudor o, los innumerables<br />
trabajos sobre botánica con dibujos y descripciones que<br />
llevan más de dos centurias, pues parten desde los tiempos de<br />
Humboldt o el sabio Mutis, nos indica que son los foráneos lo<br />
que saben y conocen qué tenemos.<br />
El turismo es la mejor manera de reconocernos, de reencontrarnos<br />
con todo lo que poseemos. Demasiado se nos ha dado<br />
y poco lo apreciamos.<br />
Definitivamente tenemos mucho y no lo valoramos.<br />
*NOTARIO PRIMERO DE PEREIRA<br />
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