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Revista La Placeta de Lorca - enero 22 - numero 89

Enero nos trae un Planeta. Bueno, no a nosotros, al escritor lorquino Agustín Martínez, pero lo hemos sentido como si nos lo hubiesen entregado a todos por aquello de que es un tocayo y estamos tremendamente orgullosos. Nuestra apertura de enero habla de responsabilidad, la de todos y la de la Administración en el cumplimiento y aplicación de medidas para tratar de paliar los efectos del cambio climático en el municipio. ¿Qué podemos hacer? ¿Qué se ha hecho ya? reflexionamos sobre la vida en el día 1 de enero y compartimos las 'Visiones' de García Cano. Con el Cñub de Patinaje vemos la vida sobre ruedas y en nuestra mirada al pasado nos vamos al circo. ¿Te apuntas?

Enero nos trae un Planeta. Bueno, no a nosotros, al escritor lorquino Agustín Martínez, pero lo hemos sentido como si nos lo hubiesen entregado a todos por aquello de que es un tocayo y estamos tremendamente orgullosos. Nuestra apertura de enero habla de responsabilidad, la de todos y la de la Administración en el cumplimiento y aplicación de medidas para tratar de paliar los efectos del cambio climático en el municipio. ¿Qué podemos hacer? ¿Qué se ha hecho ya? reflexionamos sobre la vida en el día 1 de enero y compartimos las 'Visiones' de García Cano. Con el Cñub de Patinaje vemos la vida sobre ruedas y en nuestra mirada al pasado nos vamos al circo. ¿Te apuntas?

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45

de la

José Quiñonero Hernández

31

reato

32

rascacia(s)

pie de pava (en un)

pingo, dar pingos

privao, vá (estar)

pronóstico / pernóstico

proporción

quieto parao

reato

rascacia(s)

A primera vista, reato parece ser la degradación

vulgar de relato como narración

más o menos extensa de acontecimientos.

Pero visto el escaso uso que de este término

hacen los habladores silvestres, habría

que emparentarlo más bien con

reata, vocablo más llano con el que se designa

la cuerda que une la hilera de dos o

más caballerías para el tiro. Una etimología

que sugiere una narración ordenada y

enhebrada de sucesos, como lo están las

mulas de la reata. Pero por aquí el término

acopia connotaciones negativas que aluden

a la relación aburrida y reiterativa,

una historia interminable en que detalles,

anécdotas y excursos innecesarios se enhebran,

vengan o no cuento, en una larga

reata inacabable, que deviene en monserga

y repalandoria, de escaso interés

para quien la escucha. Por eso huimos de

quien nos aburre con el reato de sus penas

y fatigas, del que nos anda siempre con la

misma matraca, del que nos acosa con explicaciones

no pedidas o nos abruma con

peticiones y exigencias. Porque nuestro

reato pierde gran parte del valor narrativo

para convertirse en un discurso pesado e

inaguantable, cuente o no cosas.

Si a ustedes se les presenta, aprovechen

la oportunidad de degustar un gustoso

caldo de pescado –o mejor dicho, cahlo

pehcao-, en los campos de Lorca o de

Cartagena o en la zona costera de toda la

región, con su morralla de pescados de

roca –rascacias, zapos, pajeles, gallinetas,

vacas, arañas…- y sus pataticas, pimiento

verde y colorao, pimiento molío y otros

condimentos menores. Una vez saboreado

el guisao y, sobre todo, el cahlico, que

los finodos han dado en llamar fumé, detengan

su atención en la rascacia, ese pez

teleósteo de color rojizo y piel áspera, con

una aleta dorsal de espinas fuertes y desiguales

que producen pinchazos muy dolorosos

que lo hacen de imposible tacto.

Visto lo cual, no les extrañará que el

tiento desapacible de tal pescado se haya

trasladado por ósmosis a algunos de sus

degustadores, en los que reconocemos un

carácter irascible, poco propicio a la relación

y al buen trato. Así, diremos que es

un rascacia(s) el hombre huraño y la

mujer muy geniosa; e incluso aplicamos

tal calificativo al zagalico manifacero e inculcoso,

aunque solo sea para hacerle rabiar

de forma cariñosa.

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