Ricitos de oro
Ricitos de Oro forma parte de la colección Cuentos clásicos rimados, con fantásticas ilustraciones a color y el texto en verso. Ricitos de oro vive en el bosque con su abuela. Un buen día, se cuela sin permiso en la casa de tres osos y lo deja todo patas arriba. Tras una merecida regañina de su abuela, Ricitos tendrá que disculparse con los osos y compensarlos por el destrozo.
Ricitos de Oro forma parte de la colección Cuentos clásicos rimados, con fantásticas ilustraciones a color y el texto en verso.
Ricitos de oro vive en el bosque con su abuela. Un buen día, se cuela sin permiso en la casa de tres osos y lo deja todo patas arriba. Tras una merecida regañina de su abuela, Ricitos tendrá que disculparse con los osos y compensarlos por el destrozo.
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RiCiTOs<br />
A mi madre,<br />
por su fuerza<br />
y amor incondicional.<br />
<strong>de</strong> oRo<br />
Laia Guerrero<br />
Cuento tradicional escocés,<br />
documentado en 1837 por Robert Southey.<br />
Adaptación <strong>de</strong> José Sen<strong>de</strong>r<br />
Ilustraciones <strong>de</strong> Laia Guerrero
En una bonita casa junto<br />
a un gran bosque en Escocia,<br />
vivía <strong>Ricitos</strong> <strong>de</strong> Oro,<br />
con su abuelita Ambrosia.<br />
No tenía muchos amigos<br />
porque vivía muy apartada,<br />
pero en el hermoso bosque<br />
con los animales jugaba.
Un día que <strong>Ricitos</strong> <strong>de</strong> Oro paseaba por la arboleda,<br />
se encontró con una preciosa casa <strong>de</strong> piedra.<br />
La casa <strong>de</strong> los tres osos, que habían salido a comprar.<br />
―¡Qué pena, con lo que me gustaría ver cómo es su hogar!<br />
La abuela siempre le <strong>de</strong>cía que fuera bien educada:<br />
―No entres a las casas sin permiso y nunca toques nada.<br />
Pero <strong>de</strong> ver aquella casa tenía <strong>de</strong>masiadas ganas,<br />
así que ignoró el consejo y se coló por la ventana.
En la mesa había tres platos con una sopa <strong>de</strong>liciosa,<br />
el <strong>de</strong>l padre, el <strong>de</strong>l hijo y el otro <strong>de</strong> Mamá Osa.<br />
Le rugieron las tripas y empezó a salivar,<br />
¡tenía mucha hambre <strong>de</strong> tanto pasear!<br />
Probó el plato <strong>de</strong> Papá Oso, pero quemaba <strong>de</strong>masiado.<br />
Luego probó el <strong>de</strong> Mamá Osa, pero aquel estaba helado.<br />
El <strong>de</strong>l Pequeño Osito tenía la temperatura perfecta<br />
y se lo comió entero, ¡<strong>Ricitos</strong> estaba hambrienta!<br />
Comía con tantas ansias que <strong>de</strong>rramaba la sopa,<br />
ensució mucho la mesa y el suelo llenó <strong>de</strong> gotas.
Cuando acabó <strong>de</strong> comer, quiso sentarse a <strong>de</strong>scansar<br />
en una <strong>de</strong> las tres sillas <strong>de</strong> la sala <strong>de</strong> estar.<br />
La más gran<strong>de</strong> era muy blanda y <strong>Ricitos</strong> se caía.<br />
La mediana era muy dura y el trasero le dolía.<br />
La pequeña era perfecta, pero ella ya era mayor<br />
y cuando se sentó allí, la silla se partió.