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laboratorio Bitácoras Comuna 7

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El TIEMPO

Luna, espejo del tiempo

Mar, espejo del tiempo

Día, espejo del tiempo

Ya no es mágico el mundo. Te han dejado. Ya no

compartirás la clara lunani los lentos jardines.

Ya no hay unaluna que no sea espejo del

pasado, cristal de soledad, sol de agonías.

Adiós las mutuas manos y las sienesque

acercaba el amor.

Hoy sólo tienesla fiel memoria y los desiertos

días. Nadie pierde (repites vanamente)sino lo

que no tiene y no ha tenido nunca, pero no

basta ser valiente para aprender el arte del

olvido. Un símbolo, una rosa, te desgarra y te

puede matar una guitarra. Ya no seré feliz. Tal

vez no importa. Hay tantas otras cosas en el

mundo; un instante cualquiera es más

profundo y diverso que el mar. La vida es corta

y aunque las horas son tan largas, una oscura

maravilla nos acecha, la muerte, ese otro mar,

esa otra flecha que nos libra del sol y de la luna

y del amor. La dicha que me diste y me quitaste

debe ser borrada; lo que era todo tiene que ser

nada. Sólo que me queda el goce de estar

triste, esa vana costumbre que me inclina al

Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.

Lo supieron los arduos alumnos de

Pitágoras: los astros y los hombres vuelven

cíclicamente; los átomos fatales repetirán la

urgente Afrodita de oro, los tebanos, las

ágoras.

En edades futuras oprimirá el centauro con el

casco solípedo el pecho del lapita; cuando

Roma sea polvo, gemirá en la infinita noche de

su palacio fétido el minotauro.

Volverá toda noche de insomnio: minuciosa. La

mano que esto escribe renacerá del mismo

vientre. Férreos ejércitos construirán el

abismo. (David Hume de Edimburgo dijo la

misma cosa).

No sé si volveremos en un ciclo segundo como

vuelven las cifras de una fracción periódica;

pero sé que una oscura rotación pitagórica

noche a noche me deja en un lugar del mundo

que es de los arrabales. Una esquina

remotaque puede ser del Norte, del Sur o del

Oeste,ero que tiene siempre una tapia

celeste,una higuera sombría y una vereda rota.

Vuelve la noche cóncava que descifró

Anaxágoras; vuelve a mi carne humana la

eternidad constante y el recuerdo ¿el proyecto?

de un poema incesante: «Lo supieron los

arduos alumnos de

Pitágoras…»

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