A Cruz de Caravaca

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ORACION A SAN JOSEA Vos, bienaventurado San José, acudimosen nuestra tribulación, y despuésde implorar el auxilio de vuestra santísimaEsposa, solicitamos también confiadamentevuestro patrocinio. Por aquella caridad quecon la Inmaculada Virgen María, Madre deDios, os tuvo unido, y por el paterno amorcon que abrazasteis al Niño Jesús; humil-104

demente os suplicamos que volváis benignolos ojos a la herencia que con su sangreadquirió Jesucristo, y con vuestro podery auxilio socorráis nuestras necesidades.Proteged, ¡oh, providentísimo custodiode la Divina Familia!, la escogida descendenciade Jesucristo; apartad de nosotrostoda mancha de error y de corrupción; asistidnospropicio desde el Cielo, y fortísimolibertador nuestro, en esta lucha con elpoder de las tinieblas, y, como en otrotiempo librásteis al Niño Jesús de inminentepeligro de la vida, así ahora defendeda la Iglesia Santa de Dios, de las asechanzasde sus enemigos y de toda adversidad, y acada uno de nosotros protegednos conperpetuo patrocinio, para que, a ejemplovuestro, y sostenidos por vuestro auxilio,podamos santamente vivir y piadosamentemorir, y alcanzar en los cielos la eternabienaventuranza. Amén.Su Santidad León XIII, . en su Cartaencíclica de 15 de agosto de 1889, recomendó,y aun prescribió, la presente105

demente os suplicamos que volváis benigno

los ojos a la herencia que con su sangre

adquirió Jesucristo, y con vuestro poder

y auxilio socorráis nuestras necesidades.

Proteged, ¡oh, providentísimo custodio

de la Divina Familia!, la escogida descendencia

de Jesucristo; apartad de nosotros

toda mancha de error y de corrupción; asistidnos

propicio desde el Cielo, y fortísimo

libertador nuestro, en esta lucha con el

poder de las tinieblas, y, como en otro

tiempo librásteis al Niño Jesús de inminente

peligro de la vida, así ahora defended

a la Iglesia Santa de Dios, de las asechanzas

de sus enemigos y de toda adversidad, y a

cada uno de nosotros protegednos con

perpetuo patrocinio, para que, a ejemplo

vuestro, y sostenidos por vuestro auxilio,

podamos santamente vivir y piadosamente

morir, y alcanzar en los cielos la eterna

bienaventuranza. Amén.

Su Santidad León XIII, . en su Carta

encíclica de 15 de agosto de 1889, recomendó,

y aun prescribió, la presente

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