A Cruz de Caravaca

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¡Sí! Que cuando en orfandadtu pecho angustiado llora,fuera impía crueldad,en tu amarga soledadabandonarte, Señora.Por esto, aunque con temor,vengo a pedir tu licencia,¡oh, Madre del Redentor!para llorar mi dolor.Virgen pura, en tu presencia.Y o bien sé que indigno soyde venir a hablar contigo;mas de tus pies no me voy,si cuenta fiel no te doydel hondo pesar que abrigo.Y soy aquél, que inhumano,sacrílego y homicida,clavó en madero villanoal Redentor soberanoque es el autor de la vida.Mis pecados son, Señora,los que alzaron esta Cruzque sangre de un Dios e olor a,100

y dieron muerte traidoraal inocente Jesús.Y, pues, la ofendida, eres,y yo el reo criminal;haz, Virgen, lo que quisierescon el más vil de los seresque es la causa de tu mal.Mas tu llanto de agoníame está diciendo en tu faz,que aunque mi culpa es impía,no eres Tú mi juez, María,sino ángel de amor y paz.Hoy a tu Bien has perdido,y no puedes olvidarel que en sangre ha convertidode la Virgen el altar.Aunque mis pecq.dos son:la causa de tus dolores,Tú me darás tu perdón, ·cual lo dio en la RedenciónJesús a los pecadores.101

¡Sí! Que cuando en orfandad

tu pecho angustiado llora,

fuera impía crueldad,

en tu amarga soledad

abandonarte, Señora.

Por esto, aunque con temor,

vengo a pedir tu licencia,

¡oh, Madre del Redentor!

para llorar mi dolor.

Virgen pura, en tu presencia.

Y o bien sé que indigno soy

de venir a hablar contigo;

mas de tus pies no me voy,

si cuenta fiel no te doy

del hondo pesar que abrigo.

Y soy aquél, que inhumano,

sacrílego y homicida,

clavó en madero villano

al Redentor soberano

que es el autor de la vida.

Mis pecados son, Señora,

los que alzaron esta Cruz

que sangre de un Dios e olor a,

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