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Listín Diario 06-02-2023

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4 THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY<br />

SÁBADO LUNES 46 DE DE FEBRERO DE DE 2<strong>02</strong>3<br />

E L M U N D O<br />

MISIVA<br />

Dirigen las<br />

bibliotecas<br />

con bailes<br />

y videos<br />

Por LORA KELLEY<br />

La pandemia acabó con décadas<br />

de progreso en las habilidades<br />

de lectura de los niños. Entonces,<br />

¿qué hace una bibliotecaria que<br />

tiene la esperanza de involucrar a<br />

niños y adolescentes con los libros<br />

y la lectura?<br />

“Va a donde están”, dijo Sara<br />

Day, bibliotecaria de servicios para<br />

adolescentes en Woodland, California.<br />

Y eso, dijo, es en TikTok.<br />

Un creciente número de bibliotecarios<br />

la están acompañando<br />

allí. Recientemente, Day y su<br />

colega, Sara Vickers, bibliotecaria<br />

infantil, encabezaron a decenas<br />

de bibliotecarios en una breve coreografía<br />

al ritmo de Anti-Hero de<br />

Taylor Swift en el simposio 2<strong>02</strong>2 de<br />

la Asociación de Servicios Bibliotecarios<br />

para Adultos Jóvenes, en<br />

Baltimore, Maryland.<br />

“Lucir buena onda fue un gran<br />

reto al principio”, dijo Vickers,<br />

de 34 años, a la multitud. Eso fue<br />

hasta que sus colegas cambiaron<br />

de mentalidad. “Hay que caer en<br />

lo cursi”, aconsejó Day, de 29 años.<br />

Los adolescentes están abrumados,<br />

dijo. “Hay que ponerles una<br />

sonrisa en la cara”.<br />

Cuando se les preguntó si sus<br />

bibliotecas estaban en TikTok,<br />

aproximadamente la mitad de la<br />

sala levantó la mano. El mensaje<br />

LAWRENCE AGYEI PARA THE NEW YORK TIMES<br />

Estar en TikTok les dice a los jóvenes “estamos aquí”, dijo Celia Greer (izquierda), bibliotecaria adolescente.<br />

para los adolescentes, afirmó Day,<br />

es: “Pasen, hay un espacio para<br />

ustedes”.<br />

En TikTok, los bibliotecarios se<br />

disfrazan, bailan al son de canciones<br />

virales, muestran libros nuevos<br />

y forjan lazos con sus compañeros<br />

de trabajo. Los videos atraen<br />

a visitantes y despiertan el interés<br />

por la lectura: Margo Moore, de<br />

28 años, bibliotecaria de servicios<br />

para adolescentes en Lawrence,<br />

Kansas, dijo que el interés en libros<br />

que aparecen en videos populares<br />

de TikTok a menudo se dispara en<br />

los siguientes días y semanas.<br />

Estar en TikTok dice a los jóvenes<br />

que “estamos aquí, los escuchamos<br />

y los sentimos”, dijo Celia<br />

Greer, de 30 años, coordinadora<br />

de adolescentes en la biblioteca<br />

TikTok despierta el<br />

interés de los jóvenes<br />

por los libros.<br />

pública Kankakee, en Kankakee,<br />

Illinois. La biblioteca subió un<br />

video a TikTok el año pasado que<br />

obtuvo más de un millón de visitas<br />

y recibió un comentario del actor<br />

Kevin Bacon. La biblioteca posteó<br />

un segundo video celebrando el<br />

comentario de Bacon, obteniendo<br />

más de 30.000 visitas.<br />

“La gente sabe quiénes somos<br />

en público gracias a los TikToks”,<br />

dijo Greer.<br />

A medida que aumentan los<br />

conflictos por prohibiciones a<br />

libros en Estados Unidos, algunos<br />

bibliotecarios han llevado el<br />

asunto a TikTok. En agosto, la Biblioteca<br />

Pública de Dallas publicó<br />

un TikTok sobre libros que habían<br />

sido prohibidos o cuestionados.<br />

En el video, Emily Jackson, de 40<br />

años, administradora de redes<br />

sociales de la biblioteca, sostiene<br />

libros con World’s Smallest Violin”<br />

de AJR como fondo musical.<br />

La publicación llegó a casi 28 mil<br />

personas.<br />

Algunos bibliotecarios son<br />

ambivalentes respecto de exhortar<br />

a los jóvenes a usar TikTok.<br />

Elizabeth Miller, de 22 años, bibliotecaria<br />

de servicios juveniles<br />

en Rehoboth Beach, Delaware,<br />

dijo que la plataforma no siempre<br />

es un entorno saludable para los<br />

adolescentes.<br />

Pero otros bibliotecarios hallan<br />

que TikTok también les permite<br />

interactuar con la comunidad en<br />

persona. La Biblioteca Pública de<br />

Kankakee a menudo colabora con<br />

figuras locales, incluido el alcalde.<br />

La biblioteca también planea hacer<br />

TikToks con porristas y el club<br />

de teatro de la escuela secundaria<br />

local este año.<br />

Escapan de Rusia a EE. UU. en un bote diminuto<br />

Viene de la página I<br />

de Egvekinot, entre las montañas<br />

y el Mar de Bering al borde del Círculo<br />

Polar Ártico, parecía que casi<br />

todos apoyaban al presidente de<br />

Rusia, Vladímir Putin.<br />

Con la ayuda de VPNs que les<br />

permitían encontrar noticias más<br />

allá de la propaganda nacionalista,<br />

Sergei y Maksim habían llegado a<br />

rechazar la narrativa del Kremlin<br />

sobre la guerra. No se unirían voluntariamente<br />

a lo que veían como<br />

una invasión injustificada, lanzada<br />

por un gobierno al que se oponían.<br />

Pero Maksim no estaba seguro<br />

de poder sobrevivir a un viaje a<br />

Alaska continental. Mientras examinaban<br />

los mapas, vieron la Isla<br />

St. Lawrence, parte de Alaska, en<br />

medio del Mar de Bering.<br />

“Podemos hacer eso”, coincidió<br />

Maksim.<br />

Tenía un bote, de casi 5 metros<br />

de largo, ideal para pescar en las<br />

mansas aguas de la Bahía Kresta.<br />

Este viaje los llevaría unos 480 kilómetros<br />

a través de la costa rusa,<br />

y luego se adentrarían en mares<br />

turbulentos. Para un lunes de septiembre,<br />

tenían un plan para partir<br />

al final de la semana, tan pronto como<br />

se calmara el clima. Compraron<br />

varios cientos de litros de combustible,<br />

llenando bidones.<br />

Reunieron ropa y equipo para<br />

acampar, café y cigarros. Empacaron<br />

agua, pollo, huevos, salchichas,<br />

pan y papas. Cargaron su<br />

unidad de GPS y teléfonos para<br />

ayudar a navegar la ruta. Los<br />

padres y hermanos de Maksim<br />

estaban de vacaciones y, con la<br />

esperanza de mantener su escape<br />

en secreto, optó por no compartir<br />

sus planes con ellos. Sergei, de 51<br />

años, estaría dejando atrás un negocio<br />

de transporte. En otra parte<br />

de Rusia estaban su madre y sus<br />

dos hijas.<br />

Para el jueves, los hombres se<br />

reunieron en la costa. Dijeron a sus<br />

amigos que iban a “pescar” y zarparon.<br />

El primer tramo de la ruta era<br />

familiar, solo un par de horas por<br />

la bahía hasta Konergino, donde<br />

nació Maksim y donde podían quedarse<br />

con sus amigos.<br />

Después de pasar la noche, partieron<br />

de nuevo por la mañana,<br />

siguiendo la costa hacia el este<br />

durante más de 160 kilómetros.<br />

Pero el motor de la embarcación<br />

se apagaba cada par de horas, obligándolos<br />

a solucionar el problema<br />

y ajustar las líneas de combustible,<br />

generando preocupación.<br />

Llegaron a la comunidad de Enmelen<br />

a las 17 horas y alquilaron<br />

habitaciones. Pero entró una tormenta.<br />

Cuando se despertaron a la<br />

mañana siguiente, el mar aún estaba<br />

demasiado picado. Lo mismo al<br />

día siguiente.<br />

La tormenta finalmente pasó,<br />

y los hombres partieron una vez<br />

más. El mar estaba mucho más<br />

agitado, pero también les preocupaban<br />

los poblados en el extremo<br />

este de la península de Chukchi,<br />

donde estaban destacamentados<br />

Sin garantías de asilo<br />

en EE. UU. tras un<br />

viaje arriesgado.<br />

muchos guardias fronterizos rusos.<br />

Los hombres habían puesto<br />

sus teléfonos celulares en modo<br />

avión, con la esperanza de no ser<br />

rastreados. Mantuvieron su teléfono<br />

satelital apagado. Al acercarse<br />

a áreas más pobladas, viraron<br />

hacia aguas más profundas, con<br />

la esperanza de que permanecer<br />

2 kilómetros mar adentro fuera<br />

suficiente. Con la puesta del sol,<br />

comenzaron a buscar un lugar<br />

donde pudieran encallar su bote.<br />

Encontraron una caleta, echaron<br />

el ancla y se amarraron a una roca.<br />

Allí, descubrieron una choza<br />

abandonada. Armaron una carpa<br />

adentro.<br />

A la mañana siguiente, Maksim<br />

trepó por la ladera de una colina con<br />

un par de binoculares para buscar<br />

patrullas fronterizas y evaluar si el<br />

clima era lo suficientemente despejado<br />

para continuar con la parte<br />

más difícil del viaje: cruzar el Mar<br />

de Bering.<br />

Regresó al campamento. “El mar<br />

está en calma”, dijo.<br />

Cocinaron un poco de pollo,<br />

prepararon té y se pusieron en<br />

marcha, usando su unidad de GPS<br />

para apuntarlos hacia la Isla de St.<br />

Lawrence.<br />

Les quedaban unos 80 kilómetros<br />

por recorrer, viendo como una<br />

orca los seguía durante parte de la<br />

travesía. Entonces las olas comenzaron<br />

a levantarse nuevamente,<br />

lanzando el bote entre las olas. Las<br />

crestas de las olas rompían sobre el<br />

casco, empapándolos.<br />

Entonces, en el pico de una de las<br />

olas, Sergei se puso de pie y gritó:<br />

“¡La isla!”.<br />

La isla estaba bañada en el resplandor<br />

anaranjado del atardecer.<br />

Aldeanos en vehículos todo terreno<br />

los habían visto y se dirigían a la<br />

orilla. Maksim puso el bote a toda<br />

velocidad, y luego apagó el motor al<br />

llegar a suelo estadounidense.<br />

Al bajar del bote, los hombres<br />

abrieron aplicaciones de traducción<br />

en sus teléfonos y escribieron<br />

un mensaje para quienes venían a<br />

recibirlos: “No queremos la guerra.<br />

Queremos asilo político”.<br />

Se corrió la voz por la comunidad<br />

de Gambell, Alaska, hogar de unas<br />

600 personas. Los hombres contaron<br />

a la creciente multitud sobre<br />

su viaje y su deseo de libertad, y la<br />

gente habló de los vínculos generacionales<br />

de las comunidades indígenas<br />

que se extienden por el Mar<br />

de Bering, como con el pueblo chukchi,<br />

al que pertenece Maksim.<br />

Al día siguiente, regresó el mundo<br />

de las fronteras. Para su sorpresa,<br />

llegaron oficiales de inmigración<br />

de EE. UU. del continente y<br />

llevaron a Sergei y Maksim a lo que<br />

serían tres meses de detención de<br />

RUSIA<br />

INICIO<br />

Egvekinot<br />

Konergino<br />

Enmelen<br />

Mar de Bering<br />

Mar de Chukchi<br />

Gambell<br />

Península Chukchi<br />

C Í RC ULO<br />

DESTINO<br />

ISLA<br />

ST. LAWRENCE<br />

ÁR T I CO<br />

3 2 0 K MS.<br />

ALASKA<br />

Nome<br />

THE NEW YORK TIMES<br />

inmigrantes en Tacoma, Washington.<br />

Apenas fueron puestos en libertad<br />

los dos hombres el mes pasado<br />

y comenzaron a comunicarse con<br />

familiares y amigos para informarles:<br />

estaban vivos. Habían huido de<br />

Rusia. Estaban a salvo en Estados<br />

Unidos —por ahora.<br />

Como la mayoría de los rusos que<br />

han comenzado a llegar a Estados<br />

Unidos, no han recibido garantías<br />

de que puedan quedarse. Las peticiones<br />

de asilo pueden tardar un<br />

año o más en procesarse. Ganarlas<br />

significa poder probar la amenaza<br />

que enfrentaban en Rusia, algo en<br />

lo que confían sus abogados en Estados<br />

Unidos.<br />

Mientras tanto, han tratado de<br />

ver lo que podría significar una<br />

nueva vida en EE. UU. Se inscribieron<br />

en clases de inglés y Sergei está<br />

indagando la posibilidad de una<br />

nueva empresa comercial. Maksim<br />

ha comenzado a hablar de regresar<br />

a Alaska para recuperar el bote que<br />

dejó allí, el que los salvó.

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