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ISHAIAHU
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EL PROFETA REAL
El libro de Ishaiahu, es el primero de la
sección Nebiim Ajaronim; consta de 66
capítulos, que se encuentran escritos en
lenguaje poético y alegórico. Según algunas
opiniones, Isaías escribió solo hasta el
capítulo 39, y luego lo continuaron sus
discípulos. Esto se evidencia por las distintas
épocas que abarca su profecía, constituyendo
en total un período mayor a dos siglos.
Isaías o Ieshaiahu, profetizó en la segunda
mitad del siglo VIII antes de la era común,
durante los reinados de Uziahu, Yotam, Ajaz y
Jizkiahu reyes de Judá. Recordemos que luego
de Salomón la monarquía se había dividido.
El deceso de Ishaiahu fue durante el reinado de
Menashé, que se sospecha pudo haberlo dañado.
El padre de Ishaiahu se llamaba Amotz (no
confundir con el profeta Amos).
Probablemente, Isaías perteneciera a la
aristocracia de Jerusalem y sus ascendientes
estuvieran directamente relacionados con la
corte real. Justamente sería un aristócrata,
que se levantaría y alzaría su voz contra los
reyes y todo lo que representara la corte y su
gobierno, desde adentro.
Poco se sabe de su vida personal, excepto que
tuvo esposa y tres hijos. Su mujer es llamada
“la profetiza” y los nombres de sus hijos son
alegorías a distintas profecías sobre Israel.
Esta es toda una representación de temor y
reverencia. Es el mismo temor que invade al
hombre que se transformará en profeta.
Al inicio, Isaías no se siente a la altura de
semejante consagración por considerarse
impuro; más luego se lo purifica ritualmente
y entonces acepta su misión.
En cuanto al contenido, sus palabras
ahondan en la falta de compromiso del
pueblo de Israel con el Creador. La vida de
Isaías en este sentido fue bastante dura, por
no escuchar ni los reyes, ni la corte, ni los
gobernantes, el mensaje que portaba.
A través suyo dice D´s : “Conoce el buey a su
dueño; conoce el asno el recipiente de su
amo. Pero Israel me ignora; Mi pueblo no se
fija en Mí.” (Ishaiahu 1, 3).
El mensaje estaba dirigido a todos: conocían
a D's, asistían a los rituales de sacrificio en el
Templo, pero no les interesaba servirlo
verdaderamente, siguiendo Sus caminos y
sus enseñanzas. Así se demuestra en las
palabras: “No me traigáis más vana
ofrenda… (en cambio) Lavaos y limpiaos;
quitad la iniquidad de vuestras obras de
delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo;
aprended a hacer el bien; buscad el juicio,
restituid al agraviado, haced justicia al
huérfano, amparad a la viuda…” (Isaías 1, 13-17)
de Ad-nai, además de brindar un gobierno
ético y justo.
En Isaías 11, 6 se describen los tiempos del
Mashiaj con la analogía:
“Y Morará el lobo con el cordero, y el leopardo
con el cabrito se acostará; el becerro, el león y
la bestia doméstica andarán juntos, y un
niño los pastoreará…”
Esto implica una clara descripción de paz y
armonía entre la humanidad y todo lo viviente.
Como conclusión, es notable a través de las
lecturas de Isaías que las profecías distan de
ser meros datos oraculares, expresando en
cambio algo más profundo: la revelación de la
verdad y la trascendencia del hombre en su
camino hacia a la Redención o Gueulá.
En los profetas, se narra por lo general cómo
fue el primer contacto entre dicho hombre y
D’s, y a ese episodio se denomina
“consagración del profeta”. En el capítulo 6 de
Isaías se describe la visión de la consagración,
que ocurrió a la muerte del rey Uziahu,
aproximadamente en el año -740.
Su primera visión de D-s fue esplendorosa. El
Creador sentado en su trono, rodeado de
ángeles de fuego: Serafines con seis alas, que
con dos cubrían sus rostros, con dos sus
cuerpos y con dos volaban. Y el uno al otro
daban voces, diciendo: “Santo, santo, santo,
Ad-nai de los ejércitos; toda la Tierra está llena
de su gloria”. (Kadosh, kadosh, kadosh Ad-nai
Tzebaot meló kol haaretz kebodó). Esta frase
surgida de tan impactante visión, fue
seleccionada para formar parte de la liturgia en
nuestros rezos, siendo recitada en la Kedushá
(santificación), cuando repetimos la Amida.
Visiblemente, su mensaje sigue siendo
actual, en cuanto al llamado a una ética
religiosa y personal.
Isaías siempre se dirige directo a los reyes, ya
que no le teme al poder.
Fue un firme opositor a la política de alianza
de Iehudá con los imperios extranjeros,
proponiendo en su lugar confiar en la Alianza
con D’s. Se opuso al protectorado de Asiria
que el rey Ajaz propició para enfrentarse con
el norteño Reino de Israel y el de Damasco.
También Jizkiahu quiso contrarrestar la
hegemonía asiria, aliándose con Egipto e
Isaías se opuso a ello.
Como vemos, era una época muy desafiante
para mantener un reino en pie, frente al
surgimiento y avance de nuevas potencias
dispuestas a conquistar el territorio.
Es en este contexto, que el profeta predica a
Iehudá y a sus reyes no abandonar la Torá,
para seguir contando con el apoyo y protección
Ishaiahu. Azulejos cerámicos de la
calle Ejad Haam, Tel Aviv, 1920.
”Y morará el lobo con el cordero…"
Estampillas Israel, 1962.
Desea Shaná Tová
Umetuká 5784