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en mis peores momentos. Puedo recitar cada palabra llena de odio que ella

me dijo cuando estaba demasiado ocupado y nunca encontré el tiempo para

llamarle.

Nunca encontré un segundo para llamarla y explicarle lo que había

hecho para nosotros. Ella era mi mejor amiga y la dejé escabullirse de mis

dedos solo para salvarme a mí mismo del dolor de escucharla decir que ya no

me quería. También tenía sueños.

Y mis sueños la incluían a ella, pero ella nunca iría por ellos. No estoy

viviendo su sueño americano. Estoy viviendo el mío.

Mi decisión lo destruyó todo.

Mi compañera de cama se acerca y me acaricia el brazo. Me alejo

rápidamente.

Ahora que estoy sobrio, no tengo deseos de tener nada con esta persona.

—Liam —dice en su seductor tono que suena como un bebé. Cuando

una mujer habla así hace que mi piel se tense. ¿No ven que las hace sonar

ridículas? A ningún hombre con buen juicio le gusta eso. No es sexy.

Envolviendo en la sabana en mi cintura me siento balanceando mis

piernas sobre el borde, lejos de ella y de su errante mano. Mi espalda se tensa

cuando siento que la cama se mueve. Poniéndome de pie, jalo la sabana para

mantenerme de alguna forma cubierto. No debería importarme, pero lo hace.

Me ha visto en la oscuridad, pero no permitiré que ella o su cámara den otra

mirada.

—Estoy ocupado. —Mi voz es estricta y de un tono monótono muy

practicado—Jorge el conserje, se asegurará de que tomes un taxi.

Me duermo a propósito mirando hacia el baño para no mirarlas nunca

cuando les digo que se vayan. Es más fácil así, sin emociones. No tengo que

ver sus rostros y ver como la esperanza desaparece. Cada una de ellas espera

ser la que me domestique, la que me haga comprometerme.

No he tenido una novia desde que entré a la industria y algo de una

noche no va a cambiar eso. Estas chicas no significan nada y nunca lo harán.

Cambiaría. Podría sentar cabeza y casarme.

Tener un niño o dos.

Pero, ¿por qué?

Mi mánager, Sam, lo amaría, especialmente si fuera ella. Es la única con

quien me he vuelto a acostar. La primera vez fue un error de juicio, una

solitaria noche en el camino equivocación. Ahora ella quiere más. Pero yo no.

Cuando me dijo que estaba embarazada quise saltar de un risco. No

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