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invictos. Hemos aniquilado a la competencia. Mason está muy cerca de
romper el récord estatal de yardas por tierra y yo rompí el récord de pases
de esta temporada. Ambos firmamos nuestras cartas de intención para la
Universidad de Texas esta mañana.
Y ahora estamos a punto de jugar nuestro cuarto título del estado.
—Sí, lo escucho. Es una locura, ¿verdad?
—Tiene que haber más gente que el año pasado.
—Por supuesto que sí. Somos los mejores.
Le doy una palmadita en el trasero a mi chica cuando pasa con su falda
de porrista blanco, rojo y oro mientras corre. Se da la vuelta y me mira con
esa mirada en sus ojos. Sé lo que está esperando y tengo la intención de
cumplir.
—¿Sabes lo sexy que eres cuando te muerdes el labio? Tienes esa
mirada en tus ojos, Liam. ¿Tienes planes para nosotros después? —susurra
ella en mi oído. Mi atención se centra ahora exclusivamente en ella en lugar
del juego mientras su mano se cuela por dentro de mi camiseta. No hay nada
mejor que su piel contra la mía.
—Ya basta, ustedes dos —dice Mason mientras me da una palmada en
la parte de atrás de la cabeza—. Si le das una erección durante el juego,
algún apoyador romperá su pene.
Todos comenzamos a reír. Ella me dio un beso de despedida,
diciéndome que les paté el trasero. Ella nunca me desea buena suerte, solo
que les paté el trasero.
Me coloco mi casco y salgo corriendo hacia el campo. Corremos
cruzando a las porristas y el cuerpo estudiantil. La música a todo volumen
mientras nos anunciaban en el campo. Los padres y los fans están de pie en
las gradas, gritando en voz alta.
Mason y yo vamos a un lado del campo a calentar, siempre juntos.
Tenemos una rutina y no vamos a romperla ahora.
Cuando suena el silbato, me coloco al centro con Mason a mi izquierda.
El juego es para él. Él solo tiene que correr cien yardas para romper el
récord estatal y voy a hacer que suceda esta noche. Nuestro primer juego es
un hand-off hacia él, el rompe el primer tackle para ganar treinta yardas.
Esto lo hacemos una y otra vez hasta que su padre sostiene un cartel
con un 100 y lo sé. Le doy la mano a Mason y trota hacia su padre. Se
abrazan y los fans se vuelven locos. Powell Mason acaba de establecer el
récord estatal por tierra de nueve mil quinientas dos yardas.