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CAPÍTULO TRES
Liam
Salí en la noche para evitar que la gente me siguiera. Dormí durante todo el
día y llegué a casa en setenta y dos horas.
Casa.
Qué extraña palabra. Desde que puedo recordar, he vivido en un hotel.
Son fáciles, tranquilos y con seguridad de primera clase. Nunca tendría que
irme si no quisiera. Tengo a alguien que me compra la comida y lava la ropa.
Cuando algo se rompe, hay alguien allí para arreglarlo y mis invitados son
seleccionados.
El clima es más frío de lo que recordaba. Espero que mi sirvienta
empacara la ropa apropiada. Sam me tiene que enviar un nuevo traje al hotel.
Ella quería venir conmigo como apoyo moral, pero me negué. No la necesito.
No la quiero aquí. Solo de entrada y salida, le dije. Salvo que la dejé un par
de días antes de lo previsto porque necesito tiempo para verla.
Incluso si es solo para verla desde el otro lado de la calle, necesito más
tiempo para recordarme a mí mismo por qué dejé la Universidad y sus sueños
de pasar días incontables en un estudio estrecho y noches sin dormir viajando
en autobús al otro lado del país. Necesito una visión de ella para saber que
fue la decisión correcta para mí, independientemente de que la herí.
Necesito saber si ella ha salido adelante, espero que si.
¿Cuántos hijos tiene? Y, ¿cómo se gana la vida su esposo? Espero que la
trate mejor de lo que yo lo hice porque se lo merece, eso y mucho más…
Entrando al Holiday Inn, en las afueras de Beaumont, apagué mi moto
antes de que el director venga a decirme que estoy perturbando su paz. Pongo
el pie de apoyo y me quito el casco, me deslizo en un par de lentes falsos y
me pongo una gorra de béisbol. Sé que los rumores se extenderán una vez
que ponga un pie en Beaumont, pero por unos pocos días me gustaría ser
anónimo. Tomo el estuche de mi guitarra a prueba de agua y lo desengancho