Revista Asociación de Cofradias de Tudela 2024

Pregón 2024-
Mi Semana Santa
Mis primeras palabras, como no puede ser de otra manera, son para agradecer
de corazón a la Asociación de Cofradías de Tudela que se hayan acordado de mi
para pregonar la Semana Santa tudelana 2024. Seguramente hay mucha gente que
se lo merece más que yo, pero también es cierto que poca gente la sienta más. Gracias
Javier y gracias a cada uno de vosotros por pensar en mí. Aprovecho para agradecer a
todas las personas que trabajaron para que esta asociación fuera una realidad y a las que año
a año trabajáis para que la Semana Santa tudelana siga viva en la calle y en nuestros corazones.
Gracias por recordarnos que Cristo dio su vida para darnos vida. ¿Qué mayor acto de amor puede
existir?
Es difícil enfrentarse a un papel en blanco y escribir sobre la Semana Santa desde el sentimiento religioso
o desde el hecho histórico o con belleza poética cuando me han precedido, en estos menesteres, personas a
las que admiro tanto por su profesionalidad en esos ámbitos como por su categoría humana. Así que he
preferido llevar mi mente a esos recuerdos lejanos de las primeras semanas santas que recuerdas y meterme
dentro de ese niño y en diez minutos pintar con brocha gorda esos días y en un párrafo final remarcar lo
especial que va a ser esta Semana Santa para mí.
Cuentas los días, por fin el colegio cierra y llegan las vacaciones. Semana y media sin madrugar, sin hacer
deberes, tiempo para jugar… pero de pronto todo se vuelve sombrío, casi negro. Todo es silencio, tristeza,
oscuridad. Estas deseando salir a jugar con los amigos, ver los dibujos animados y los payasos de la tele,
correr, saltar… pero no, llega el jueves Santo y la televisión se convierte en un serial de música triste,
noticias, películas sobre personajes antiguos perseguidos por romanos y la continua presencia de un hombre
al que le hacen sufrir y lo crucifican un atardecer en el que el cielo se vuelve negro entre escandalosos
truenos, cegadores relámpagos y cortinas de agua. Día para recorrer iglesias y ponernos de rodillas a rezar
un Padre Nuestro y diez Ave Marías delante de una caja metálica abierta y sin nada dentro y así iglesia,
tras iglesia, a eso le llamaban recorrer los monumentos. Estaba todo cerrado, la gente iba y venía de iglesia a
iglesia en silencio, serios…. Menos mal que luego íbamos a casa de los primos de Barcelona (que los veíamos
de Semana Santa en Semana Santa) y nos poníamos a jugar por todo el caserón. Un poco de luz después de
un día tenebroso.
El viernes por la mañana volvíamos al caserón de Herrerías donde nos juntábamos todos los primos y
disfrutábamos jugando con cualquier cosa, ayudando al tío en el reparto de túnicas y cirios… bueno
ayudando, ayudando??, mirábamos como preparaban al Cristo que la gente besaba con respeto y devoción y
por la tarde a misa, bueno misa no, íbamos a la iglesia que estaba repleta de gente y en el Altar varios curas
y doce niños con túnicas blancas y bandas de colores a los que el párroco les lavaba los pies y luego, narraban
los últimos días de la vida de Jesús, algo que ya habíamos visto el día anterior en una peli en casa. ¿Para
qué nos llevaban a escuchar lo que ya habíamos visto en la tele? Y encima tan largo.
Llego el momento tan esperado, volvíamos al caserón con nuestra túnica doblada y cogida con el cinturón, la
custodiábamos como si fuera la joya más preciada. Que no se perdiera, ni me la confundieran con alguna de
las decenas de túnicas que había por ahí. Nos vestíamos y preparábamos la capucha para que luego encajara
bien y no tuviéramos que mirar a través del hueco de la boca, y cogíamos la vela o mejor un trozo de cirio y
empezaba la procesión a paso lento por un sinfín de calles estrechas, desconocidas, oscuras. Todos de negro
con nuestras velas encendidas, iluminando el camino, intentando por todos los medios que no se apagaran,
guardando silencio y sorprendidos al descubrir que algún carapuchete iba descalzo.. y lo señalábamos para
asombro de los primos y la reprimenda de los mayores para que mantuviéramos la fila y la compostura. Por
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